Del GAL a Villarejo: la guerra sucia en democracia
TERRORISMO DE ESTADO Y DEMOCRACIA: UNA TRANSICIÓN NUNCA DEPURADA
Nadie depuró el aparato represivo del franquismo. Solo se le cambió el nombre en la papelería. Y cuando se habla de cloacas, no es una metáfora: hablamos de sangre, secuestros, sobres en B, comisarías paralelas, escuchas ilegales, chantajes, mentiras de Estado y cementerios sin tumba.
Entre 1983 y 1987, los GAL —Grupos Antiterroristas de Liberación— ejecutaron al menos 27 asesinatos, la mayoría en suelo francés, y otros tantos secuestros, atentados y torturas. Sus víctimas, presuntas o reales militantes de ETA, fueron perseguidas no por juezas o jueces, sino por mercenarios a sueldo del Ministerio del Interior bajo gobiernos de Felipe González. No eran errores. Eran operaciones. Y sus responsables salieron de prisión con penas ridículas, indultos o directamente ovaciones.
La llamada lucha antiterrorista se convirtió en excusa para legitimar un terrorismo de Estado, donde el poder político decidió que la ley no era más que un estorbo. Aquellos años no sólo dejaron cadáveres: sembraron la impunidad institucionalizada. La cultura de la cloaca. La creencia de que hay razones de Estado por encima de cualquier derecho. Y que quien lo hace por “España” lo hace todo bien.
Nada simboliza mejor esta simbiosis entre Estado y crimen organizado que la figura de José Amedo, policía condenado por colaborar con los GAL, que años después afirmaría que el Estado tiene que tener «sus cloacas» para defenderse. Así, sin rubor.
DEL DOSSIER AL AUDIO: CUANDO LAS CLOACAS LLEVAN TRAJE Y COBRAN DEL IBEX
Pasaron las décadas. ETA desapareció. El miedo que lo justificaba todo se evaporó. Pero el Estado profundo no descansó, solo mudó de piel. Nació el “policía patriótico”. El grupo de la brigada política del PP, cuya función no era proteger a la ciudadanía, sino fabricar pruebas falsas contra adversarios políticos.
Villarejo fue su rostro, pero no su origen ni su final. Excomisario, empresario, espía, chantajista. Su red de grabaciones, chantajes y conspiraciones revela un Estado dentro del Estado, con ramificaciones en medios de comunicación, empresas del IBEX, partidos políticos, fiscalías y tribunales. No se trataba ya de matar etarras, sino de destruir a Podemos, blindar a la monarquía, controlar juezas y periodistas, proteger fortunas.
¿Quién contrató a Villarejo? ¿Quién se benefició? ¿Quién le cubrió las espaldas durante años? ¿Y por qué ningún gobierno ha desactivado esta maquinaria?
En 2023, eldiario.es revelaba que Villarejo seguía operando con cobertura de altos mandos del CNI y de las Fuerzas de Seguridad. Las cloacas no se cierran. Se reforman, se recolocan, se privatizan. Y, como denunció Ignacio Escolar, siguen siendo útiles a quienes manejan los hilos de los grandes resortes del poder.
Ningún tribunal ha juzgado el corazón de esta estructura. Ningún Parlamento ha abierto una comisión de verdad. Ningún ministerio ha hecho limpieza.
Porque no es un problema del PP o del PSOE. Es estructural. Es la élite blindando su impunidad.
UNA DEMOCRACIA SIN CONTROL SOBRE SUS SERVICIOS SECRETOS NO ES UNA DEMOCRACIA
La continuidad entre los GAL y Villarejo no es casual. Es una línea recta: la del poder que se siente por encima de la ley.
La transición dejó intactos los aparatos del régimen: policías con pasado gris, militares sin control civil, servicios secretos con licencia para delinquir, y una judicatura que mira para otro lado cuando el enemigo está en casa.
Hoy, en 2025, el sistema sigue sin garantías de no repetición. ¿Qué hemos aprendido? Nada. El lawfare se normaliza, los bulos nacen de comisarías, y las víctimas del aparato sucio siguen siendo siempre las mismas: las disidencias políticas, las luchas sociales, el feminismo, el sindicalismo, el republicanismo.
No hay limpieza posible si no se pone fin a este Estado paralelo que actúa como si la democracia fuese una molestia y no un mandato. Porque si la razón de Estado justifica todo, entonces no vivimos en una democracia, sino en una farsa en la que las urnas conviven con el chantaje, la mentira y la porra invisible.
Lo dijeron los GAL con tiros. Lo repite Villarejo con grabaciones. Y lo seguimos permitiendo. ¿Hasta cuándo?
La basura no se combate con más basura. Se limpia. A fondo. Y con luz.
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