McCrum advierte de «banderas rojas» en la contabilidad de Musk
Dan McCrum, el periodista que destapó el escándalo de Wirecard, ha vuelto a lanzar una advertencia que podría poner patas arriba el mundo financiero. En un artículo publicado en el Financial Times, McCrum revela que Tesla, la compañía de Elon Musk, presenta un descuadre contable de 1.400 millones de dólares en sus cuentas de 2024. El problema es claro: Tesla afirma haber gastado 6.300 millones en inversiones en propiedades y equipamientos, pero el valor reflejado en sus activos solo ha crecido en 4.900 millones. La pregunta es inevitable: ¿dónde están esos 1.400 millones desaparecidos?
LOS NÚMEROS NO SALEN Y LAS EXPLICACIONES SON INSUFICIENTES
McCrum expone una irregularidad contable que desafía la lógica financiera básica. Si una empresa compra una fábrica o un edificio por un millón de dólares, el valor total de sus activos debería aumentar en exactamente un millón. Es lo que ocurre con General Motors y el resto de grandes competidores de Tesla, pero en el caso de la compañía de Musk, esa relación no existe. Faltan 1.400 millones y nadie sabe a dónde han ido a parar.
Tesla ha intentado justificar el agujero con varias hipótesis:
- Podría tratarse de una operación de venta de activos que no se ha reflejado correctamente.
- Podría haber una fusión o adquisición que haya distorsionado los números.
- Podrían haber influido las fluctuaciones en el tipo de cambio.
Pero ninguna de estas explicaciones convence a McCrum. La propia Tesla ha rechazado que haya operaciones de venta no reflejadas y asegura que no ha habido fusiones en el último periodo. Además, el 80% de los activos de Tesla están en Estados Unidos, por lo que las divisas extranjeras difícilmente podrían explicar un agujero de esta magnitud.
El problema no es solo contable. Tesla declaró tener 36.000 millones de dólares en efectivo al cierre de 2024, y aun así emitió 3.900 millones en bonos para financiarse. Si la compañía realmente tiene ese colchón de liquidez, ¿por qué está emitiendo deuda? Apple, por ejemplo, ha aprovechado su liquidez para reducir su deuda en 30.000 millones, mientras que Tesla hace lo contrario: acumula efectivo pero sigue endeudándose. Algo no encaja.
LA SOMBRA DE MUSK Y EL RIESGO DE UN NUEVO ESCÁNDALO
El problema no es solo financiero, sino también político y estratégico. McCrum señala que Musk está cada vez más distraído con su papel en la Administración de Trump. Ross Gerber, CEO de Gerber Kawasaki Wealth and Investment Management, ya ha advertido públicamente que Musk debe elegir entre Tesla y su implicación política, porque está descuidando la gestión de la compañía. Lo mismo opina Dan Ives, analista de Wedbush, que ha señalado que Musk está demasiado distraído para afrontar el desafío de la creciente competencia china en el sector automovilístico.
El problema de fondo es que Tesla está apostando todo a la inteligencia artificial (IA). Musk quiere transformar Tesla de una compañía de coches a una empresa de software y automatización, pero mientras el valor de las acciones sigue inflado por las expectativas de la IA, las cuentas reales reflejan otra cosa. Y la historia ya nos ha mostrado cómo terminan estas burbujas cuando la realidad golpea.
Wirecard fue una compañía valorada en 24.000 millones de euros que, al final, resultó ser un fraude contable a gran escala. Tesla no está todavía en ese punto, pero las similitudes con Wirecard empiezan a ser inquietantes:
- Las cifras no cuadran.
- La empresa niega los problemas.
- El CEO está distraído y cada vez más alejado de la gestión diaria.
Si Tesla no logra aclarar este agujero de 1.400 millones, las consecuencias podrían ser devastadoras. McCrum lo deja claro: las «banderas rojas» están ahí, y si Tesla no explica pronto qué está ocurriendo con ese dinero, el mercado podría dejar de creer en Musk y en su visión. Cuando eso ocurra, las valoraciones basadas en el potencial de la IA podrían evaporarse tan rápido como aparecieron.
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