El problema no es solo una cuestión de precios o tecnología. La imagen de marca de Tesla ha entrado en barrena.
Tesla ha pasado de dominar el mercado eléctrico a quedar fuera del ‘top 10’ en España en apenas un año. Lo que hace poco parecía imbatible, hoy tambalea. Y la explicación no está solo en el avance de la competencia, sino en la figura de su fundador, Elon Musk, quien parece haber confundido su influencia en la industria con un cheque en blanco para hacer y decir lo que quiera.
UN DESPLOME HISTÓRICO: TESLA PIERDE EL 75% DE SUS MATRICULACIONES
El mercado español le ha dado la espalda a Tesla. En enero de 2025, la marca ha registrado solo 268 matriculaciones, un derrumbe del 75,5% respecto al mismo mes del año anterior. El Model 3, que en 2024 fue el eléctrico más vendido con 11.043 unidades, ha caído hasta unas insignificantes 130 matriculaciones, un hundimiento del 82,36%. Su otro gran modelo, el Model Y, que había superado las 5.495 unidades en 2024, se ha desplomado hasta 129 unidades, un descenso del 62,39%.
Mientras Tesla se hunde, KIA, BYD y Dacia se reparten el pastel. En el primer puesto, el KIA EV3, con 417 matriculaciones, seguido del BYD Dolphin, que ha crecido un impresionante 1.025,7%, alcanzando 394 unidades. El Dacia Spring, otro modelo económico, se cuela en el podio con 374 matriculaciones y un crecimiento del 434,29%.
El mercado habla claro: Tesla ya no es sinónimo de coche eléctrico. Y lo más preocupante para Musk es que el problema no es solo una cuestión de precios o tecnología. La imagen de marca de Tesla ha entrado en barrena.
EL PROBLEMA DE TESLA ES ELON MUSK
La caída de Tesla en España no es un hecho aislado. El informe de Brand Finance, basado en más de 16.000 encuestas, muestra que la reputación de la marca se desploma en Europa. En 2024, el índice de deseabilidad de Tesla era del 21%, pero en 2025 ha caído al 15%. La valoración media de la marca ha pasado de un notable 8,2 a un mediocre 4,3 sobre 10.
Las razones son evidentes: el activismo político y las posturas extremas de Musk han desgastado la imagen de Tesla. Su relación con Donald Trump, su defensa de teorías conspiranoicas y su deriva ideológica están costando caro a la compañía. Lo que antes era una marca asociada a la innovación y la sostenibilidad, hoy se ve como un juguete de un multimillonario con aspiraciones de emperador digital.
Los datos del mercado español son solo un reflejo de una tendencia global. Mientras Tesla pierde posiciones, otros fabricantes chinos y europeos se refuerzan, ofreciendo coches con autonomías similares, precios más accesibles y sin la polémica constante que rodea a su CEO. Elon Musk está consiguiendo lo impensable: que la gente deje de querer un Tesla.
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