18 Oct 2024

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Reino Unido marca el camino para frenar a los ultras: más control, condenas exprés y movilización ciudadana
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Reino Unido marca el camino para frenar a los ultras: más control, condenas exprés y movilización ciudadana 

En los últimos días, el Reino Unido ha sido escenario de un desafío formidable: frenar el avance de la violencia ultra y el discurso de odio alimentado por la extrema derecha. En un contexto donde la retórica xenófoba ha sido enardecida durante años por ciertos sectores políticos y mediáticos, la respuesta del Gobierno y de la sociedad ha sido contundente. Las calles han sido ocupadas no por el odio, sino por un clamor popular a favor de la paz y la inclusión.

LAS MEDIDAS DEL GOBIERNO Y LA RESPUESTA CIUDADANA

El Gobierno del Reino Unido, encabezado por Keir Starmer, ha implementado una serie de medidas drásticas para hacer frente a los recientes disturbios provocados por grupos de extrema derecha. El despliegue de un número significativo de agentes de policía y la implementación de juicios exprés han sido parte de una estrategia que busca enviar un mensaje claro: la violencia no será tolerada. En tan solo una semana, más de 400 personas han sido detenidas, con condenas que van desde dos hasta tres años de prisión para aquellos involucrados en actos de violencia especialmente graves.

El primer ministro, Keir Starmer, ha dejado en claro que estas acciones son solo el comienzo de una respuesta más amplia y sostenida. Durante un discurso reciente, Starmer destacó la importancia de actuar con celeridad para asegurar que el sistema de justicia penal funcione de manera efectiva, disuadiendo futuros disturbios. Este enfoque ha sido respaldado por el despliegue de fuerzas policiales en lugares estratégicos, lo que ha contribuido a prevenir que los disturbios se propaguen.

Sin embargo, el aspecto más alentador de esta crisis ha sido la movilización masiva de la ciudadanía en contra del racismo y la xenofobia. Miles de personas se han congregado en ciudades como Londres, Birmingham, Liverpool y Oxford, portando pancartas con mensajes de solidaridad hacia las comunidades migrantes y minoritarias. Estas contraprotestas han enviado una señal inequívoca de que la mayoría de la población británica rechaza la violencia y aboga por una sociedad más inclusiva.

EL PAPEL DE LAS REDES SOCIALES Y LA INFLUENCIA EXTRANJERA

En paralelo a las acciones del gobierno y la movilización ciudadana, las redes sociales han sido un campo de batalla crucial en esta confrontación. Plataformas como Telegram y X (anteriormente conocida como Twitter) han sido utilizadas no solo por extremistas locales, sino también por actores extranjeros para fomentar la división y la violencia. Investigaciones realizadas por medios como la BBC y Bloomberg han revelado que troles rusos han estado detrás de varios grupos y cuentas que difunden desinformación y organizan actos violentos.

Telegram ha respondido cerrando al menos uno de estos grupos, “Southport Wake Up”, que contaba con 15.000 miembros y donde se promovían ataques contra inmigrantes y policías, así como la fabricación de bombas caseras. No obstante, la plataforma X, bajo la dirección de Elon Musk, ha sido criticada por su falta de acción frente a la difusión de amenazas y mentiras. De hecho, Musk ha sido señalado por insultar a Keir Starmer y por difundir falsedades sobre la respuesta del gobierno británico, lo que ha exacerbado las tensiones en el país.

La presencia de cuentas rusas que se hacen pasar por ciudadanos británicos y que difunden bulos no es un fenómeno nuevo, pero sí uno que ha cobrado mayor relevancia en el contexto actual. Según un informe de BBC Verify, estas cuentas han estado activas en la difusión de mensajes antisemitas y divisivos, incluyendo un falso pantallazo de la BBC que aseguraba que el rabino jefe del Reino Unido había pedido el cierre de mezquitas. Este tipo de desinformación ha sido utilizada para azuzar el odio y la violencia, buscando fragmentar aún más el tejido social británico.

LA VIOLENCIA EN EL FÚTBOL COMO PUNTO CRÍTICO

Un aspecto que ha surgido como foco de preocupación es el vínculo entre la violencia en los estadios de fútbol y los recientes disturbios. El activismo violento que se ha visto en las calles tiene raíces en las organizaciones de hinchas ultras, que han sido históricamente problemáticas en el fútbol británico. Figuras como Stephen Christopher Yaxley-Lennon, conocido como Tommy Robinson, han utilizado su influencia en estos círculos para propagar su agenda extremista. Robinson, con un largo historial de violencia y desobediencia civil, fue arrestado recientemente por ignorar una orden policial, aunque logró huir del país antes de comparecer ante el tribunal.

El gobierno británico está en contacto con los clubes de fútbol para implementar medidas que restrinjan la entrada de individuos involucrados en disturbios recientes. Utilizando la legislación vigente sobre delitos en el fútbol, las autoridades locales están explorando la posibilidad de prohibir la asistencia a partidos de aquellos identificados como participantes en actos violentos. Esta iniciativa es un intento de cortar de raíz uno de los principales caldos de cultivo de la violencia ultra en el país.

A pesar de la gravedad de la situación, el Gobierno de Starmer ha recibido el respaldo de una parte significativa del Partido Conservador, que, aunque en el pasado alimentó retóricas agresivas, ahora se alinea con la postura de mano dura del gobierno. Sin embargo, persisten voces dentro de la derecha que buscan aprovechar la situación para impulsar agendas más extremas, como el endurecimiento de las penas para quienes participan en protestas pro-palestinas.

En conclusión, el Reino Unido se encuentra en una encrucijada donde la violencia y el odio intentan imponerse, pero la respuesta del Estado y la sociedad ha sido firme y decidida. El mensaje es claro: no hay espacio para la intolerancia, y cualquier intento de desestabilizar la cohesión social será enfrentado con todas las herramientas del Estado de derecho y con la resistencia activa de una ciudadanía comprometida con los valores democráticos.

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