La democracia no es un concepto inmóvil, y el país está aprendiendo que restaurar las normas democráticas es un proceso que requiere paciencia y perseverancia.
Donald Tusk llegó al poder con la ambiciosa promesa de deshacer el retroceso democrático tras ocho años de dominio ultraconservador, pero se está topando en el camino con la oposición del presidente Andrzej Duda y las diferencias en el seno de su coalición gubernamental. A pesar de estos desafíos, la Comisión Europea ha planteado cerrar el expediente contra Polonia por las violaciones del estado de derecho tras el cambio de Gobierno, señalando un posible resurgimiento de la democracia en el país.
A orillas del río Vístula soplan vientos de cambio, pero desmantelar el profundo legado del partido Ley y Justicia (PiS) no está resultando fácil. Tusk asumió el gobierno en diciembre con la promesa de deshacer el retroceso democrático, despertando grandes expectativas. Sin embargo, algunos polacos no están contentos con el ritmo de cumplimiento de estas promesas. Otros, en cambio, piensan que aún es pronto para sacar conclusiones.
La oposición, liderada por Tusk, logró una mayoría parlamentaria récord en las elecciones de octubre, formando una coalición gubernamental para desalojar a los ultraconservadores del poder ejecutivo. Sin embargo, a la hora de avanzar con el proceso de reformas, el nuevo Gobierno se enfrenta a la oposición legislativa del presidente Duda, aliado del PiS.
“CAMPO DE MINAS LEGAL”
El Gobierno está navegando por lo que algunos expertos llaman el “campo de minas legal” dejado por el PiS, que llenó instituciones y organismos clave de leales. Polonia está viviendo una fase de postpopulismo en la que hay que volver a establecer los fundamentos del Estado a través de un verdadero campo de minas legal. El engranaje creado por el Gobierno ultranacionalista estaba basado en politizar las instituciones y estaba concebido para durar para siempre.
Al calor de las protestas en defensa de la independencia judicial, Paulina Kieszkowska-Knapik y otros abogados fundaron Tribunales Libres para luchar contra los ataques al Estado de Derecho.
La reconciliación con la Unión Europea es crucial en este contexto. El regreso de Tusk ha sido recibido con alivio en las instituciones comunitarias. La Comisión Europea ha cerrado el procedimiento sancionador contra Polonia al considerar que ya no hay un “claro riesgo” de agresiones al Estado de Derecho. El Ejecutivo comunitario también ha desembolsado los primeros fondos del plan de recuperación que tenía bloqueados por las dudas sobre la independencia judicial.
La magnitud de los cambios requerirá más tiempo. La coalición gobernante tiene en el punto de mira las elecciones presidenciales de 2025, y confía en tener mucho más margen para actuar si logra una victoria en las urnas.
LOS DESAFÍOS INTERNOS Y LA ESPERANZA DE REFORMA
El primer gran campo de batalla del intento de Tusk de resetear Polonia fue la cadena pública de televisión TVP, considerada ampliamente una máquina de propaganda del anterior partido gobernante. Los despidos en la alta dirección y la reestructuración de la cadena han sido días convulsos, pero necesarios para restaurar el equilibrio informativo en los medios públicos.
El Gobierno polaco ha sido blanco de críticas por cumplir solo una pequeña parte de las 100 políticas que Tusk prometió introducir en sus primeros 100 días en el cargo. Una de las mayores asignaturas pendientes es revocar la prohibición casi total del aborto que rige tras la vuelta de tuerca de la era del PiS. El debate sobre el aborto ha sacado a flote las diferencias dentro de la ecléctica alianza gobernante.
Los derechos reproductivos se han convertido en una prueba de fuego para el Gobierno. “Tusk ha declarado que apoya el aborto legal, el problema es que no tiene poder sobre su coalición”, dice Mateusz Bieżuński, coordinador de incidencia internacional de la Federación de Mujeres y Planificación Familiar.
En la frontera con Bielorrusia, la situación de los migrantes sigue siendo preocupante. Miles de personas han intentado cruzar enfrentándose a abusos y devoluciones sistemáticas. Tusk se ha comprometido a fortificar más la zona y ha mantenido una retórica dura contra la inmigración.
Polonia está viviendo algo más que un simple cambio de guardia de un gobierno a otro. La democracia no es un concepto inmóvil, y el país está aprendiendo que restaurar las normas democráticas es un proceso que requiere paciencia y perseverancia.
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