Han cambiado las camisetas negras por trajes y corbatas, pero su intolerancia y su odio siguen intactos
Hace tres décadas, Pedro Zerolo, un defensor de los derechos de la comunidad LGBTQ+, denunció las agresiones y persecuciones que la comunidad sufría durante las celebraciones del Orgullo en Madrid. Habló de «cacerías neonazis», un término espeluznante que ilustraba el horror y la injusticia a la que se enfrentaban las personas simplemente por expresar su identidad y amor.
Hoy, Zerolo ya no está entre nosotros, pero su legado perdura. Y lamentablemente, sus denuncias también siguen siendo relevantes. Algunos de los fascistas que una vez organizaron estas cacerías, y aquellos que los idolatran y siguen su retorcido ideario, se encuentran ahora en puestos de poder, en la política, como diputados y concejales. Han cambiado las camisetas negras por trajes y corbatas, pero su intolerancia y su odio siguen intactos.
Estos individuos están utilizando su influencia para propagar su ideología de odio, colgando carteles que degradan y deshumanizan a la comunidad LGBTQ+. Han reemplazado las «cacerías» físicas por campañas de difamación y desinformación, pero su objetivo sigue siendo el mismo: marginar y silenciar a aquellos que no se ajustan a su estrecha visión del mundo.
Este es un grito de advertencia y un llamado a la acción. No podemos permitir que estas actitudes y comportamientos se normalicen o se conviertan en la norma. Tenemos la responsabilidad, como sociedad, de enfrentar estas actitudes de odio y de trabajar juntos para construir un mundo en el que todos seamos respetados y valorados, independientemente de nuestra identidad sexual o de género.
Pedro Zerolo luchó por un mundo donde cada individuo pudiera vivir y amar libremente, sin temor a la violencia o la discriminación. No podemos permitir que su lucha sea en vano.
Es hora de que tomemos una postura contra la homofobia, la transfobia y todas las formas de odio. Tenemos que trabajar para erradicar estos peligrosos prejuicios de nuestras instituciones y de nuestra sociedad. No es suficiente condenar en privado; debemos alzar nuestras voces en público, exigir políticas inclusivas y proteger a aquellos que son más vulnerables.
En memoria de Zerolo y de todos aquellos que han luchado por los derechos LGBTQ+, debemos continuar la batalla contra el odio y la intolerancia. Porque no hay lugar en nuestra sociedad para las «cacerías neonazis», ni en las calles ni en las instituciones de poder.
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