La corrupción obstaculiza el desarrollo sostenible y socava el bienestar social.
Según Lachezara Stoeva, presidenta del Consejo Económico y Social de la ONU, la corrupción representa más del 5% del PIB mundial. De los aproximadamente 13 billones de dólares en gasto público mundial, hasta un 25% se pierde debido a la corrupción. Sin embargo, el costo no se limita solo a aspectos financieros. La corrupción también exacerba la pobreza, la desigualdad, erosiona la confianza y la cohesión social, y socava la estabilidad económica y política de un país.
EL PAPEL DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE (ODS)
Stoeva considera fundamental acelerar la implementación de los ODS, especialmente el Objetivo 16, que busca promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas. El avance en este objetivo puede generar un «círculo virtuoso» que permite dar respuestas más eficaces a la corrupción.
A pesar de los desafíos, hay progresos en la lucha contra la corrupción. Algunos países han aumentado la concienciación y han mejorado sus marcos legislativos y normativos. Las estrategias nacionales son cada vez más comunes, y los gobiernos locales están involucrados. El potencial de las tecnologías de la información y la comunicación, así como el uso de datos, se está aprovechando para combatir la corrupción. Los ciudadanos y la sociedad civil también participan en el monitoreo de riesgos y respuestas anticorrupción.
FORTALECER LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN
Stoeva enfatiza la necesidad de reforzar el seguimiento y la evaluación en la lucha contra la corrupción. Por su parte, Ghada Waly, directora ejecutiva de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, informó que su agencia está creando una red de centros regionales para combatir la corrupción. Estos centros ayudarán a mejorar las necesidades en el terreno y promoverán la cooperación interregional. El primer centro se inauguró en México el año pasado, y pronto se abrirán otros en Kenia y Colombia.
Es fundamental reconocer que la corrupción tiene un costo enorme en términos económicos, sociales y políticos. La lucha contra la corrupción requiere la cooperación de gobiernos, organizaciones internacionales, empresas y ciudadanos para garantizar un futuro más justo, pacífico e inclusivo. Debemos aprovechar las herramientas disponibles, como los ODS y las tecnologías de la información, para abordar este desafío global y asegurar un desarrollo sostenible para todos.
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