Por Adrián Juste en Al Descubierto
Teniendo el que sea posiblemente su antecedente más antiguo en los ultrarrealistas o ultramonárquicos que defendieron los privilegios de la nobleza tras la Revolución Francesa, la ultraderecha ha pasado por varios ciclos y etapas, adaptándose al contexto social y político de cada momento y siempre con el firme objetivo de recuperar y preservar los privilegios de diferentes sectores sociales.
El fascismo que surgió en Europa en los años 20 y 30 fue el máximo exponente de las ideas de ultraderecha. Benito Mussolini contribuyó a dar forma a un movimiento político con el que alcanzó el poder en Italia, imponiendo una dictadura de carácter totalitario con elementos que inspiraron a las generaciones venideras, incluyendo al nacionalsocialismo (nazismo) alemán o al nacionalsindicalismo (falangismo) español.
Sin embargo, con la derrota de las potencias de El Eje en la Segunda Guerra Mundial y tras los horrores provocados por el totalitarismo ultraderechista, incluyendo el genocidio de la población judía en Alemania en lo que se ha llamado Holocausto, el fascismo e incluso la extrema derecha en su totalidad sufrieron una pérdida de popularidad evidente.
Así, durante las siguientes décadas, la extrema derecha permaneció en un segundo plano en el panorama político de la mayoría de los países, con la excepción de las dictaduras militares que se desarrollaron en America Latina apoyadas y promovidas por Estados Unidos en el Plan Cóndor, o el caso de España y Portugal, que mantuvieron dictaduras de inspiración fascista hasta los años 70 con Francisco Franco y António Oliveira Salazar.
Por lo demás, el nazismo y el fascismo quedaron relegados a pequeños grupúsculos y partidos políticos que, si bien en algunos casos fueron apoyados y/o utilizados por ciertos poderes fácticos, llegando a gozar de cierta impunidad, su influencia real en la sociedad y en la política siempre fue muy limitada.
No obstante, los años 60 fueron una época de cambios y transformaciones sociales que afectaron profundamente a las ideas políticas, tanto del lado izquierdo como derecho del tablero.
Mientras en Estados Unidos y en Europa se vivía el auge de movimientos de protesta social como el Movimiento por los derechos civiles de las personas negras, las protestas estudiantiles que desencadenaron en el Mayo del 68 francés o la aparición de movimientos contraculturales, los teóricos de la derecha buscaban nuevas formas de ganar apoyo popular, que luego desencadenarían en el neoconservadurismo y el neoliberalismo de los años 70 y 80.
En este sentido, la extrema derecha tampoco se quiso quedar atrás. Arrastrando durante décadas los fantasmas del nazismo y el fascismo, diversos autores trataron de adaptar la agenda reaccionaria a los nuevos tiempos, un largo proceso que empezó en los años 60 y que culmina con la eclosión de la nueva derecha radical o alt-right de la actualidad, reflejada en personalidades como Donald Trump, el expresidente de Estados Unidos; o partidos políticos como Alternativa para Alemania (AfD).
De todos ellos, el máximo exponente es sin lugar a dudas Alain de Benoist, del que podría decirse que es uno de los autores y precursores de la extrema derecha moderna.
¿Quién es Alain de Benoist?
Alain de Benoist de Gentissard es un filósofo y escritor francés nacido en 1943 en Saint-Symphorien, en la región central del país galo. Estudió derecho constitucional, filosofía, sociología e historia de las religiones en la Sorbona, una de las universidades más prestigiosas de Francia.data:image/gif;base64,R0lGODlhAQABAAAAACH5BAEKAAEALAAAAAABAAEAAAICTAEAOw==Alain de Benoist dando una conferencia organizada por el lobby ultraderechista Instituto de Política Nacional, en Estados Unidos
Dedicó prácticamente toda su vida al activismo político de derechas, escribiendo ensayos y libros, participando en organizaciones políticas y editando revistas, entre otras actividades.
Ganó fama a partir de finales de la década de los 60 con la creación del think tank Groupement de recherche et d’études pour la civilisation européenne (Grupo de Investigación y Estudios para la civilización europea, GRECE).
GRECE es, a su vez, precursor del movimiento conocido como La Nouvelle Droite (La Nueva Derecha), considerado uno de los más influyentes dentro de la extrema derecha, inspirando al Frente Nacional (hoy Agrupación Nacional) liderado entonces por Jean-Marie Le Pen e incluso a la esfera política europea, incluyendo a Fuerza Nueva, partido neofascista español liderado por Blas Piñar.
Su influencia es clave para entender el resurgimiento de los movimientos identitarios del nuevo milenio, basados en el ultranacionalismo y el supremacismo blanco, así como el cuerpo teórico y parte del impulso de la alt-right.
Juventud y primeros años
Alain de Benoist cumple con prácticamente todos los tópicos de un teórico derechista. Nació en el seno de una familia burguesa y católica. Su padre incluso pertenecía a la nobleza belga, la Casa de Benoist.
No obstante, es cierto que vivió en un ambiente familiar donde se cruzaron ideas políticas diversas. Su madre era más bien de izquierdas, mientras que su padre era de derechas. La familia de éste se dividió entre quienes apoyaban la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial y quienes apoyaban a la Resistencia. Por otro lado, Alain de Benoist está emparentado con el pintor Gustave Moreau, asesinado durante la Revolución Francesa por su ascendencia aristócrata.
A principios de los 60, sus mayores influencias fueron Henry Coston, periodista firme defensor de las teorías de la conspiración alrededor de la masonería y de la población judía, y la Guerra de Argelia, que finalizó en 1962 con la independencia de este país, marcando el fin de la Cuarta República francesa.
Así, en 1960 debuta como periodista en escribiendo artículos y panfletos para la revista Coston Lectures Françaises, donde se manifestaba en contra de la independencia de Argelia e incluso defendía a la Organisation de l’Armée Secrète (Organización del Ejército Secreto, OAS), un grupo terrorista de extrema derecha (si bien en algunas regiones incluso estuvo apoyado por comunistas y socialistas) que trató, mediante acciones violentas, de oponerse a la independencia de Argelia.
Esto último le llevó en 1961 a ser el editor de France Information, un periódico clandestino dedicado a apoyar al OAS. Ese mismo año, cumplidos los 18, entró en la Sorbona, donde se unió a la Federación de Estudiantes Nacionalistas (FEN).
Autores como Pierre Milza (Europa con camisa negra: la extrema derecha europea desde 1945 hasta la actualidad, 2002) o Pierre André Taguieff (Bajo la Nueva Derecha: hitos para un análisis crítico, 1994) describen a Alain de Benoist como alguien profundamente convencido de su ideología de derechas y nacionalista prácticamente desde los 15 años. Taguieff destaca también su capacidad creativa y de influencia.
El salto a la política de Alain de Benoist
Inmerso en sus estudios y en el ambiente político universitario, era cuestión de tiempo que se lanzase al activismo político. Es en los años 60 donde empieza a dar forma a una nueva manera de entender el supremacismo blanco y el nacionalismo, ejes principales sobre los que asentaría sus ideas posteriores.
En 1962 entró en contacto con el historiador francés Dominique Venner, con quien funda Europe-Action, un periódico de ideología nacionalista blanca, donde Alain de Benoist publicó sus primeros ensayos políticos.
Pasó de manifestarse en contra de la independencia de Argelia, a justificar el apartheid en Sudáfrica (La verdad para Sudáfrica, 1965) e incluso defender el Estado de Rodesia, un país no reconocido controlado por una minoría de personas blancas (Rodesia, país de los leales leones, 1966).
Incluso llegó a publicar algunos de sus artículos en la revista neofascista Défense de l’Occident (Defensa de Occidente).
Alain de Benoist concibió una nueva forma de nacionalismo europeo que superara a los nacionalismos étnicos, uniendo a todos los países europeos (donde incluía a Rusia) en una suerte de nacionalismo basado en la “raza blanca”. Estas ideas fueron resumidas en dos ensayos políticos en 1966: Les Indo-Européens (“Los indoeuropeos”) y Qu’est-ce que le nationalisme? (“¿Qué es el nacionalismo?”)
Junto con activistas del FEN y Venner, fundó el Movimiento Europeo por la Libertad (REL), partido cuyo programa bebió directamente de estos ensayos políticos. El REL destacó por postulados anticomunistas y antiinmigración, defendiendo “la expulsión de los elementos que ponen en peligro la seguridad y la salud” y la unión de Europa con respeto a las tradiciones.
En las elecciones legislativas de 1967, el partido sacó el 2,5% de los votos, sin sacar representación. El REL, que no dejó de tener contactos con grupos neofascistas como el Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) y que incluso incluyó en sus listas a antiguos nazis, terminó por disolverse en 1969.
Influido por las ideas del escritor Antonio Gramsci (entre otros autores), Alain de Benoist se dio cuenta de la necesidad de disputar las creencias e ideas culturales hegemónicas para poder conseguir apoyo popular. Esto lo reconocería más tarde, en 1982, en su ensayo Orientaciones para años decisivos. Adeptos de Alain de Benoist llegaron a llamarse a sí mismos “gramscianos de derechas”.
Otra de sus influencias conocidas vino de los autores del movimiento revolucionario conservador, una corriente de derechas surgida en Alemania a principios de siglo y que mezclaba aspectos del socialismo con elementos nacionalistas y conservadores con el objetivo de adaptar el conservadurismo a los tiempos modernos.
La batalla cultural de Alain de Benoist: GRECE y la Nueva Derecha
Tras los sucesos de 1968, donde hubo una gran protesta social de corte progresista en Francia, Alain de Benoist observó que la izquierda francesa no había sido elegida para ocupar cargos públicos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero que, no obstante, las ideas de izquierda sí que tenían una profunda aceptación social, especialmente entre las personas con estudios y de un nivel cultural alto. Y que la centro derecha y la derecha tradicional se adaptaban a estas ideas.
Alain de Benoist pretendía cambiar los valores de la sociedad francesa de forma similar, modificando la ideología predominante (la llamada hegemonía cultural) sin necesidad de obtener victorias electorales.
Así, en este intento por introducir sus ideas ultranacionalistas, conservadoras y supremacistas, junto a 40 militantes del REL, del FEN y del Movimiento Nacional del Progreso (MNP), fundó en 1968 el think tank Groupement de recherche et d’études pour la civilisation européenne (Grupo de Investigación y Estudios para la Civilización Europea, GRECE).
Este laboratorio de ideas de extrema derecha utilizó como piedra angular el programa político del Movimiento Europeo por la Libertad. Posteriormente, iría transformando y adaptando sus ideas al contexto social y político de los años 70.
Así, Alain de Benoist abandonó sus posturas colonialistas para hacer una defensa de los países tercermunidistas frente al globalismo y la defensa frente al capitalismo estadounidense y el comunismo de la Unión Soviética en plena Guerra Fría. También adoptó un supremacismo basado en la cultura y no en la “raza”.
A lo largo de la década, el think tank empezó a ganar fama a través de sus autores, periodistas, universitarios y otro tipo de profesionales que realizaban seminarios y conferencias por todo el país, además de escribir en numerosas publicaciones escoradas a la derecha.
Recibió también el apoyo de organizaciones conservadoras como el círculo Pareto, el Instituto de Estudios Políticos de París, el círculo “Galilée” en Dijon, el círculo “Jean Medecin” en Niza, el círculo “Henry de Montherlant” en Burdeos, el CLOSOR (Comité de Conexión de Oficiales y Suboficiales en Reserva) o el GENE, (Grupo de Estudios para una Nueva Educación), entre otros.
En 1971 se creó incluso una rama del GRECE en Bélgica.
Lanzaron también varias publicaciones que existen a día de hoy: Nouvelle École desde 1968; Études et recherches, desde 1974; y Éléments pour la civilisatión européenne, desde 1973.
En septiembre de 1976, numerosos miembros del GRECE fundan las Éditions Copernic, una editorial que sirvió de plataforma de lanzamiento de diversos autores como el psicólogo Hans Eysenck o Paul Edward Gottfried, corresponsal de Nouvelle École en Estados Unidos.
El objetivo de GRECE eran dos: por un lado, penetrar en las élites políticas de las fuerzas de derecha y, por otro, introducirse en las creencias sociales y culturales de Francia, lo que hoy se denomina “la batalla cultural”.
Así, GRECE buscaba que la sociedad aceptara una agenda reaccionaria no muy distinta de la extrema derecha tradicional, pero con nuevas formas y métodos.
Llegaron a infiltrarse en periódicos conservadores, destacando el caso de Le Figaro Magazine, donde el redactor jefe adjunto era miembro de GRECE.
Esto no pasó desapercibido para los medios y organizaciones políticas y sociales de la época, que ya en 1979 empezaron a criticar a GRECE por protagonizar el resurgimiento de una nueva extrema derecha, bautizando al movimiento como Nueva Derecha.
En los años 80, GRECE da un nuevo giro, coincidiendo con la transformación de las ideas de Alain de Benoist: centran su crítica en el globalismo, el neoliberalismo y el conservadurismo tradicional, llegando a acercarse a postulados de izquierdas.
A su vez, también al igual que Alain de Benoist, GRECE se enfrentó a la religión judeocristiana, reivindicando las tradiciones paganas europeas, especialmente el paganismo y el ocultismo nórdico, una herencia directa de las corrientes fascistas alemanas y que, de hecho, dieron forma al nazismo.
Postulados, ideas y propuestas de Alain de Benoist y la Nueva Derecha
La Nueva Derecha se define no únicamente por sus ideas, sino también por su estrategia política, que es probablemente una de sus influencias más destacadas.
Influenciados por las ideas de Gramsci, desarrollaron una estrategia a la que denominaron “metapolítica”, esto es, tratar de ganar apoyo popular influyendo y cambiando progresivamente las creencias culturales a largo plazo, adaptando constantemente el discurso y las ideas. Esto se oponía firmemente a las formas de la derecha e izquierdas tradicionales, enfocadas en la campaña política para postular candidaturas a las elecciones.
De hecho, la evolución ideológica de Alain de Benoist (y, por lo tanto, de GRECE, al ser uno de sus mayores ideólogos) coincide con la adopción de esta estrategia, por lo que se pone en duda que realmente sea una evolución ideológica y, en lugar de ello, se trate de una estrategia política.
De hecho, tanto GRECE, como la Nueva Derecha y el propio Alain de Benoist rechazan situarse en el espectro político tradicional. Historiadores como Roger Griffin, expertos en extrema derecha, asumen esta premisa.
Por otro lado, también es cierto que Alain de Benoist rechazó hasta tal punto el racismo basado en rasgos biológicos que desaprobó algunas publicaciones amparadas por GRECE, como La colonización de Europa, verdadero discurso sobre la inmigración y el islam (2000), de Guillaume Fauye, que tachó de “fuertemente racistas”.
Las ideas de la Nueva Derecha se sintetizaron en el Manifiesto contra la muerte del espíritu y de la tierra en 2002, firmado por diversos autores, entre ellos, Alain de Benoist, pero también Albert Boadella o Fernando Sánchez Dragó.
Oposición a la globalización y al multiculturalismo
Tanto la Nueva Derecha como el propio Alain de Benoist hacen una defensa de la identidad europea que lleva al rechazo de la globalización, de la inmigración y del multiculturalismo, señalándolos como una consecuencia del capitalismo y del liberalismo que conlleva a la destrucción de los valores tradicionales, de la identidad cultural y, en última instancia, de la libertad.
Sin embargo, sí que se muestran a favor de preservar la diversidad étnicaexistente en las naciones. Alain de Benoist ha ido más allá hasta el punto de defender una “identidad paneuropea” que “respete las tradiciones y nacionalidades de las regiones”, lo que se ha llamado etno-pluralismo o etno-regionalismo.
También defienden en este sentido lo que denominan “democracia orgánica”, en contraposición a la democracia liberal, donde la toma de decisiones proviene de los grupos sociales y no de parlamentos elegidos, además de apostar por la descentralización y la federalización de las regiones.
Todas estas ideas influenciaron a lo que se ha denominado como paleoconservadurismo, una corriente ideológica conservadora que reúne estas ideas uniéndolas al ultraconservadurismo cristiano, adaptándose así al contexto social y político estadounidense, de la mano de Paul Gottfried.
De hecho, si Alain de Benoist es el padre de la nueva extrema derecha, Paul Gottfried lo es en su versión estadounidense, lo que sería más tarde el génesis de la alt-right.
La oposición al globalismo y la defensa de las identidades culturales llevaría a la Nueva Derecha a rechazar las injerencias externas y la política exterior agresiva, rasgo que más tarde heredaría también Paul Gottfried.
Oposición al igualitarismo y al progresismo
Tanto Alain de Benoist como GRECE se oponen firmemente a lo que denominan como “ideología de la igualdad” o igualitarismo, esto es, la creencia en que la sociedad debe asegurar a sus miembros los mismos derechos y oportunidades.
El igualitarismo lleva a los gobiernos y a los Estados a aprobar leyes que corrijan las desigualdades estructurales asumidas socialmente debido a valores o creencias que las justifican, como el racismo o el machismo.
Debido al tradicionalismo inherente al pensamiento de la Nueva Derecha, y a pesar de que la oposición a las leyes igualitarias se ha argumentado también incluso desde posturas de la derecha tradicional y de posturas libertarias por entender que suponen una restricción de las libertades, defienden que el igualitarismo es una ideología que atenta contra la identidad cultural y el “orden natural” de la sociedad.
Como consecuencia, esto lleva a la Nueva Derecha a realizar una firme oposición a la izquierda y a agitar la bandera del anticomunismo, que consideran una perversión, además del antifeminismo.
En este sentido, Alain de Benoist declaró que firmó el Manifiesto de 2002 porque “me pareció que reacciona contra el materialismo práctico que es parte de una ideología dominante, una ideología para la cual no hay nada más allá de las preocupaciones materiales”. Es decir, el filósofo francés renuncia al análisis materialista de la sociedad que propone el marxismo, que argumenta que los conflictos sociales tienen su origen en la lucha de clases.
Oposición al neoliberalismo y al neoconservadurismo
La Nueva Derecha buscó distanciarse de la derecha tradicional rechazando el conservadurismo y el neoliberalismo surgido de las Escuelas de Austria y de Chicago y que buscaron relanzar a las fuerzas de derecha tras la Crisis del Petróleo de 1973 y de 1979, vendiéndolas como un fracaso del modelo económico de corte más intervencionista y social defendido por Milton Keynes (motivo por el cual se denomina keynesianismo).
Así, junto al argumento contrario a la globalización, se criticaron las lógicas capitalistas. Por ejemplo, un argumento en contra de la inmigración es que convertía a las personas migrantes en víctimas del sistema al ser empleados como mano de obra barata.
De esta forma, rescataron los postulados antiliberales propios del fascismo de los años 20 y 30, acercándose de esta forma a ideas defendidas usualmente por la izquierda, como el proteccionismo económico, también justificado en base a ideas nacionalistas. Frente a esto, desde la Nueva Derecha han argumentado que su critica antiliberal es diferente de la del fascismo de la época.
Influencia de Alain de Benoist en la extrema derecha
Alain de Benoist es señalado por historiadores como una de las mayores influencias en la extrema derecha moderna.
Su escuela de pensamiento, la Nueva Derecha, influyó notablemente en la estrategia e ideas políticas del Frente Nacional de Francia, que trató de liderar en los años 80 y 90 lo que se denominó la Nueva Derecha Europea, una estrategia política basada en alianzas comunes y que implicó a grupos políticos de todo el subcontinente, como Fuerza Nueva de Blas Piñar.
De hecho, a pesar de que Alain de Benoist criticó en varias ocasiones al Frente Nacional, militantes de GRECE, del REL y del FEN, así como grupos neofascistas inspirados en la Nueva Derecha como Occident, se unieron al Frente Nacional.
En este sentido, las ideas de Alain de Benoist han inspirado al Movimiento identitario, precursor de partidos políticos y grupos de ultraderecha por toda Europa, especialmente en el norte, pero también en todo el mundo, y cuya relación con el racismo, la xenofobia e incluso con movimientos neonazis está probada.
Así lo aseguran analistas como Christoph Gurk, Anna Thalhammer o Gudrun Hentges. Gurk llegó a escribir en 2013 que uno de los objetivos del identitarismo es que el racismo sea moderno y esté de moda.
Así, la victoria de fuerzas políticas ultranacionalistas, populistas y supremacistas en el norte de Europa puede atribuirse, entre varios factores, a la influencia de la Nueva Derecha, así como la consecución de triunfos políticos en Francia en los inicios del nuevo milenio.
Por otro lado, buena parte de la nueva derecha radical o alt-right estadounidense se asienta sobre las ideas de GRECE. La primera persona que utilizó el término “derecha alternativa” fue, precisamente, Paul Gottfried, miembro de GRECE, en colaboración con el conocido supremacista blanco estadounidense Richard B. Spencer.
Este, a su vez, relacionado con el medio Radix Journal y considerado portavoz de la rama más conservadora de la alt-right, estuvo en contacto con Alain de Benoist. Es más, el filósofo francés acudió en 2013 a un congreso sobre identidad étnica organizado por el Instituto de Política Nacional (NPI), think tank presidido por Spencer considerado uno de los mayores lobbies de la nueva derecha radical.
La periodista Dana Kennedy escribió en 2017 un completo artículo en The Daily Beast donde relacionaba la alt-right con la Nueva Derecha en Francia, así como las redes que existían entre ellos.
Paul Gottfried se unió en 2018 al think tank creado por la exdiputada de Agrupación Nacional Marion Maréchal, el Instituto Superior de Economía, Sociología y Política (ISSEP), que ha abierto filiales por toda Europa, incluyendo España en 2020, apadrinada por Vox y personalidades de la extrema derecha como Julio Ariza.
Al respecto, el periodista Antonio Maestre llegó a la conclusión de que el ISSEP busca continuar con la estrategia de las “guerras culturales” marcadas por GRECE.
Por otro lado, Steve Bannon, asociado al medio Breitbar News, asesor de campaña de Donald Trump en 2016 y otra de las cabezas visibles de la alt-right en su vertiente más informal, desenfadada, juvenil y anti-establishment, adoptó una estrategia comunicativa, adaptada a la sociedad moderna y a las nuevas tecnologías, donde buscaba precisamente los objetivos planteados por Alain de Benoist con GRECE, unido a tácticas propagandísticas y populistas de la ultraderecha clásica para catapultar a Trump a la Casa Blanca.
Tácticas que, por cierto, fueron rechazadas por Alain de Benoist, si bien dada la reformulación de las ideas del filósofo a lo largo del tiempo, es difícil saber si las acepta o rechaza de forma explícita, como la identificación entre el “nosotros” y el “ellos” a modo de falsa dicotomía para crear enemigos de “la nación” y facilitar el discurso político, táctica empleada por ejemplo por el nazismo contra la población judía o por los partidos de extrema derecha actual contra inmigrantes o rivales políticos (comunistas, feministas…).
Otra influencia que a menudo se obvia tiene su origen en la relación entre el escritor ruso Alexander Duguin y Alain de Benoist, hasta el punto en el que entre 1990 y 1993, el primero fue corresponsal de GRECE en Rusia.
Aleksandr Duguin es considerado el máximo exponente y difusor del nacionalbolchevismo, una corriente ideológica que mezcla aspectos del comunismo (como el antcapitalismo y la colectivización de la economía) con ultranacionalismo, conservadurismo, tradicionalismo y supremacismo étnico.
Duguin guarda relación con partidos y personalidades de extrema derecha de todo el mundo, como Jobbik de Hungría, o el propio Steve Bannon, y ha tratado de desarrollar una Cuarta Teoría Política alternativa al capitalismo, comunismo y fascismo, pero que la mayoría de expertos tilda de extrema derecha, y cuyos antecedentes históricos guardan relación con el strasserismo.
Estando Duguin considerado como uno de los pensadores más influyentes en Rusia, podría establecerse que la ultraderecha rusa también ha bebido de algún modo del filósofo francés.
Sobre las ideas de Alain de Benoist y la Nueva Derecha, se ha expresado Jean Yves Camus en su libro Alain de Benoist y la Nueva Derecha (2019) donde también expresa su influencia en personalidades como Spencer o Julius Evola, conocido neofascista italiano.
Alain de Benoist en la actualidad
Entre 2010 y 2020, la extrema derecha ha multiplicado sus cuotas de poder, llegando a gobernar en países como Polonia o Hungría y condicionando gobiernos en países como Francia, Alemania, Bélgica, Finlandia, Italia, España o Grecia.
Alejada del fascismo clásico tradicional, apoyándose en un contexto favorable y en estrategias políticas y redes de influencia que llevan fraguándose durante más de cuarenta años, una ultraderecha disfrazada de modernidad está poniendo en peligro las libertades básicas, la estabilidad social y política y la cooperación internacional a costa de los privilegios de grupos y élites concretas.
Mientras tanto, Alain de Benoist ha seguido escribiendo. Sigue siendo editor de Nouvelle École y de Krisis (desde 1988). Desde entonces hasta la actualidad, ha seguido publicando en numerosos medios de extrema derecha.
Sin embargo, se ha ido distanciando progresivamente de la extrema derecha moderna en algunos de sus postulados, sobre todo en las cuestiones relacionadas con el racismo, y también se ha manifestado contra el cristianismo, que define como “inherentemente intolerante”.
En 2002, en una nueva publicación de su libro Vu de droite, reiteró lo que escribió en 1977: el “mayor” peligro en el mundo de hoy es la “desaparición progresiva de la diversidad del mundo”, incluida la biodiversidad de los animales, culturas y pueblos.
También se ha distanciado tanto de Aleksandr Duguin como de Richard B. Spencer, y ha explicitado críticas contra Donald Trump. Sin embargo, en 2014 aplaudió las sucesivas victorias que la extrema derecha europea empezaban a tener, diciendo que el Frente Nacional se había convertido en un partido capaz de aspirar al poder.
Recientemente, ha criticado tanto a la izquierda como a la derecha tradicionales, definiendo al actual presidente de Francia, Emmanuel Macron, como un “liberal autoritario”, y defendiendo que “la izquierda ha abandonado la nación” y “la derecha ha abandonado al pueblo”, una postura en la línea de las ideas basadas en lo que se denomina “Tercera Posición”, al que se acogen muchas formaciones de extrema derecha.
En resumen, Alain de Benoist es un autor que, partiendo de posturas e ideas de derecha y de ultraderecha, contribuyó a transformar la política en Europa, en América y en parte de Asia debido a su concepción de la política y, más concretamente, de qué camino debía seguir la extrema derecha para cambiar la sociedad.
Y que, aunque haya ido modificando, adaptando y redefiniendo sus postulados e ideas, que a menudo caen en el sincretismo y/o en la contradicción interna, e incluso aunque la nueva derecha radical actual entre en contradicción con elementos que él defiende, no puede entenderse el auge de este tipo de formaciones sin Alain de Benoist, sin duda, el padre de la extrema derecha moderna.
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