Estamos asistiendo al triunfo supremo de la idiotez: la moda de la antipolítica. Es el discurso cobarde de quien, desde el sofá y con la barriga llena, proclama que «todos los partidos son iguales» mientras el programa de Nacho Abad se convierte en el vertedero ideológico donde terraplanistas y negacionistas explican, muy serios, que las farmacéuticas nos fumigan. Esta neutralidad impostada es el caldo de cultivo perfecto para que crezca la basura: un espacio financiado con dinero público que da voz a un supuesto «sindicato de policías trans» inventado por cuatro ultras para mofarse de las personas trans, con el presentador haciendo de cómplice boquiabierto.
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