Ayham Al-Salamiyah, un niño palestino de solo 14 años, será el prisionero más joven en las cárceles israelíes, donde cumplirá un año de condena en una prisión para adultos tras ser juzgado bajo leyes militares. Su delito: arrojar una piedra contra colonos que ocupan de forma ilegal viviendas palestinas en su barrio, Ras Al-Amud, en Jerusalén Este. No, no es solo Gaza ni la excusa de Hamás.
Este caso evidencia la cruel maquinaria de un sistema que borrará a toda una generación.
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