El volumen 3 del #15meme llega incluso con más vergüenza ajena que los anteriores, destacando una foto que refleja una actitud contagiosa: el Capitán Españita aparece desganado, evolucionando desde ser imagen de una manifestación a ser acusado de infiltrado policial. Menos gente en manifestaciones implica mejor filtración de contenido, destacando a unas señoras que, aunque dicen levantar el brazo solo para saludar, gritan consignas contra los moros, mostrando una contradicción evidente en su comportamiento y discurso.
En la manifestación pidieron llevar muñecas hinchables, ridiculizando a las ministras del gobierno. Además, una devota del rosario afirma que los verdaderos científicos deben creer en Dios, mostrando una mezcla de religión y ciencia.
Además, Ndongo aclara que sigue vivo tras rumores de su muerte, pero nadie le cree. Expresa confusión y sorpresa sobre cómo empezaron los rumores y cómo la gente reaccionó al saber que estaba vivo, mostrando el impacto de la desinformación. Sin embargo, muchos son los que ponen en duda que esto sea real y se preguntan si es una inteligencia artificial lo que está detrás.
Related posts
SÍGUENOS
Cuando la música se arrodilla ante la ultraderecha
Los escenarios se han convertido en púlpitos de odio y propaganda conservadora
El miedo en el cuerpo y la transparencia en el cajón
El Partido Popular bloquea cualquier comisión de investigación sobre los incendios que arrasaron 400.000 hectáreas y busca desplazar la responsabilidad hacia el Gobierno central.
La Vuelta ciclista blinda a Israel: boicot convertido en “acto de violencia”
Cuando ondear una bandera se convierte en delito mientras se normaliza un genocidio.
Vídeo | París marca el camino
París acaba de plantar un bosque en pleno centro. Donde antes había cemento y calor, ahora hay sombra, frescor y vida. Si ellos pueden, ¿qué excusa tienen nuestras ciudades? La crisis climática no espera: lo público debe apostar por espacios verdes, habitables y resilientes.
Vídeo | Jefaza
Cuando la ciudadanía se rebela, cuando una mujer de 87 años se atreve a pegar una pegatina contra el genocidio, mandan a cinco policías a por ella como si fuera peligrosa.