El mar es el basurero de una economía que antepone los beneficios empresariales a la sostenibilidad y a la vida de las personas.
The Guardian ha puesto el foco en una realidad que en España se sigue tratando con sordina: la destrucción de uno de los ecosistemas más productivos del país y el impacto brutal sobre miles de trabajadoras y trabajadores del mar. El colapso del marisco en Galiza no es un accidente ni una mala racha. Es la consecuencia directa del cambio climático, la contaminación descontrolada y la sobreexplotación pesquera.
Las cifras son demoledoras. En 2023, la recolección de berberechos cayó un 80% respecto al año anterior, mientras que algunas variedades de almejas descendieron un 78%. La producción de mejillón ha alcanzado su nivel más bajo en 25 años, pasando de 250.000 toneladas en 2021 a 178.000 en 2024. El desastre es evidente, pero las respuestas brillan por su ausencia.
Según María del Carmen Besada Meis, presidenta de la asociación de mariscadores de San Martiño, la causa principal es el cambio climático: lluvias torrenciales han reducido la salinidad de las rías, afectando gravemente la reproducción de moluscos. Pero también hay responsables con nombres y apellidos. La contaminación industrial y agrícola ha convertido las rías gallegas en vertederos de residuos tóxicos. A esto se suma la sobrepesca, que ha llevado al agotamiento de los recursos y ha impedido la recuperación de las poblaciones marinas.
UNA POLÍTICA DE DESIDIA Y SILENCIO CÓMPLICE
Mientras en Reino Unido se alarman por la situación, en España la respuesta política es la inacción. El gobierno gallego y el estatal han dejado que las empresas viertan sus residuos sin control, que las mineras se preparen para reabrir explotaciones altamente contaminantes y que proyectos como la gigantesca planta de celulosa sigan avanzando a pesar del impacto ecológico evidente.
La empresa de aguas de Galicia reconoce que más de 2.000 veces al año se vierten desechos al mar, un 10% de ellos superando los límites tóxicos legales. Sin embargo, no hay medidas concretas ni inversiones significativas para frenar la contaminación. El mar es el basurero de una economía que antepone los beneficios empresariales a la sostenibilidad y a la vida de las personas.
El impacto del cambio climático tampoco se combate. Las aguas de las rías, tradicionalmente frías y ricas en nutrientes, se están calentando. Esto no solo afecta a las especies autóctonas, sino que ha provocado la proliferación de especies invasoras como el cangrejo azul, que devora los recursos locales y amenaza la ya maltrecha economía pesquera. La sobrepesca y la destrucción del hábitat marino están agravando aún más la crisis, dejando sin margen de recuperación a los ecosistemas.
The Guardian ha puesto sobre la mesa lo que en España muchos prefieren ignorar: sin una acción decidida, el colapso del marisco en Galicia es solo un preludio del desastre que se avecina.
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España, tierra de memoria frágil.
El cambio climático unido al vertido de residuos tóxicos al mar, tiene un impacto muy negativo en la economía gallega. Es urgente que los políticos tomen medidas para evitar agravar este enorme problema y conseguir revertirlo
Es cierto que no se están adoptando las medidas adecuadas para luchar con eficacia contra este problema. Pero hacer falta una política decidida y unión de los sectores afectados y corresponsabilidad. Este es un problema multifactorial, climático, de falta de control anti contaminación y de sobre explotación.