31 May 2025

Blog

Telegram es una app rusa, Grok es una IA estadounidense: ¿quién te escucha cuando hablas?
DERECHOS Y LIBERTADES

Telegram es una app rusa, Grok es una IA estadounidense: ¿quién te escucha cuando hablas? 

El control de datos ya no es solo una cuestión de privacidad, es una cuestión de soberanía.

GUERRA FRÍA DIGITAL: DATOS COMO ARMA, USUARIOS COMO BOTÍN

Lo que hasta hace poco parecía paranoia, ahora se llama geopolítica. La noticia del acuerdo entre Pável Dúrov y Elon Musk para integrar Grok, la IA de X (antes Twitter), en la app Telegram, debería encender todas las alarmas. Según anunció Dúrov el 29 de mayo, Musk pagará 300 millones de dólares al año para que su IA se integre de forma obligatoria en la app de mensajería, accediendo a datos de usuarios que interactúen con ella según informó eldiario.es.

Telegram, nacida en Rusia, blindada en Dubái y popular en América Latina y Europa del Este, ha sido utilizada tanto por disidentes como por neonazis. Mientras tanto, Grok, el juguete de Musk con ADN estadounidense, ya ha demostrado su docilidad ideológica: niega el genocidio en Gaza, responde con sesgo republicano y ha sido entrenada con la misma impunidad que define el proyecto político-empresarial del magnate.

La pregunta es simple: si chateas en Telegram y te responde una IA entrenada por xAI en EE.UU., ¿quién escucha, almacena y decide sobre tus datos?

En un mundo fragmentado entre bloques tecnológicos, este tipo de acuerdos no son neutrales ni inocentes. El Sur Global se convierte en un terreno de extracción, no solo de litio o gas, sino también de información. Y Europa, incapaz de construir soberanía tecnológica, mira hacia otro lado mientras sus ciudadanos se comunican en plataformas sin regulación, sin transparencia y con sede en paraísos fiscales.

UN MERCADO DE VIGILANCIA A TRES BANDAS: RUSIA, EEUU Y SILICON VALLEY

La idea de que Telegram es “más segura” que WhatsApp ha sido vendida durante años por quienes confunden cifrado con privacidad. Pero Telegram nunca ha sido realmente transparente. Su código no es completamente abierto, su sistema de cifrado no está activado por defecto en los chats normales y su estructura jurídica es opaca. Grok, por su parte, está diseñada para absorber conversación, simular empatía y derivar beneficios para su dueño: Musk.

¿Qué puede salir mal cuando combinas un chat popular sin sede clara con una IA diseñada por un ideólogo neoliberal y racista? Que millones de usuarios acaben entregando sin saberlo sus hábitos, emociones, creencias políticas, ubicación y lenguaje a dos potencias en guerra por el control narrativo del mundo.

No es casual que esta integración llegue en pleno año electoral en EE.UU., en medio de la ofensiva militar israelí y con una Europa sumisa ante los gigantes tecnológicos. La Comisión Europea lleva años anunciando leyes de protección de datos, mientras Google, Meta y ahora xAI continúan extrayendo información masiva del continente. Como documentó el informe de Privacy International, la extracción de datos se ha convertido en un negocio global con consecuencias políticas directas.

En América Latina la situación es aún peor. Gobiernos enteros dependen de servicios alojados en nubes extranjeras, sin capacidad de supervisión, mientras líderes de oposición, movimientos sociales o periodistas críticos usan apps como Telegram creyendo que están “protegidos del espionaje”.

Están cayendo en una trampa.

Cuando Grok accede a sus chats, no están hablando con una IA neutral. Están alimentando a una infraestructura diseñada por y para los intereses del complejo tecno-militar estadounidense.

Mientras tanto, Rusia no se queda atrás. Aunque Dúrov niega vínculos con el Kremlin, Telegram ha servido como plataforma para propaganda prorrusa, operaciones de desinformación y coordinación de redes extremistas, como denunció la Universidad de Stanford.

Es decir: entre la propaganda y el mercado, entre Moscú y Texas, queda atrapado el cuerpo digital de millones.

Europa, América Latina y África no tienen un solo servicio de mensajería competitivo propio. Se usan sistemas diseñados para recolectar, monetizar y, si es necesario, intervenir en tiempo real las conversaciones, protestas, hábitos o búsquedas de cualquier población.

Estamos siendo colonizados sin cables.

El futuro no se parece a 1984. Se parece a Telegram preguntándote qué quieres comer mientras Grok se lo cuenta a Musk, y Musk se lo vende a un contratista militar.

Related posts

Deja una respuesta

Required fields are marked *