Tanto si pasa a la oposición, como si vamos a elecciones, Ayuso se enfrenta a un momento clave para su futuro personal y el de su partido a nivel estatal.
Cómo es la política, aunque se construya a poquitos, parece que todo cambia en un día. Parecía que iba a ser el gobierno de coalición el que pendía de un hilo, pero finalmente son los gobiernos de Murcia, Castilla y León y la Comunidad de Madrid los que pueden quebrar. Hay declaraciones de paz en Andalucía, en la ciudad de Madrid y en varios ayuntamientos más, pero visto lo visto, quién sabe.
En cuanto a qué ha ocurrido, estos días iremos conociendo los sucesos detrás del titular, y gente con mejores contactos nos lo narrará. Aquí vamos a hablar de las posibilidades en Madrid, perdonen el madridcentrismo. La capital tiene como presidenta a la nueva líder al alza de la derecha, no solo la del PP, si no también de esa derecha que está más allá de los confines ideológicos de Génova. Ella representa la única tabla de salvación que le queda a Casado y al Partido Popular. Tanto si pasa a la oposición, como si vamos a elecciones, Ayuso se enfrenta a un momento clave para su futuro personal y el de su partido a nivel estatal.
¿Qué va a pasar con el gobierno de la Comunidad de Madrid?
Si alguien les dice qué va a ocurrir, desconfíen. Por lo pronto hay dos escenarios posibles. Cuál se materializará, dependerá seguramente de los jueces.
El primero es que alguna de las dos mociones de censura, la de Más Madrid o la del PSOE, fructifique y se forme un nuevo gobierno. Ahora bien, dependen de Ciudadanos, que por fuerza, debe votar a favor o abstenerse para no ir a elecciones. Difícil decisión para los naranjas, que tienen en Madrid su mayor activo político tras la caída en Cataluña. En sus opciones están 1) subir la apuesta y exigir la presidencia; 2) aceptar el segundo puesto, seguramente a cambio de dejar a Más Madrid y a Unidas Podemos fuera del gobierno; 3) pasar a la oposición y ceder el gobierno a la izquierda; 4) Negarse a todo e ir a elecciones. En el caso de continuar la legislatura, vayan buscando resguardo, subirán mucho los decibelios y una nueva ola de trumpismo llegará con acusaciones de gobierno ilegítimo.
El segundo escenario es que la justicia, si finalmente toma la decisión, conceda validez al decreto firmado por Isabel Díaz Ayuso y se convoquen nuevas elecciones. En este caso las posibilidades se disparan. Las últimas encuestas realizadas, publicadas por ABC (octubre 2020) y Público (noviembre 2020), parecen coincidir en que el PP se situaría como primera fuerza, con un marcado ascenso a costa de Ciudadanos, que se dejaría un buen número de diputados. La tendencia de Vox es al alza, mientras que la de los partidos de la izquierda (PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos) es de mantenimiento o de ligero descenso. Pero son encuestas de hace 6 meses y aún no había comenzado la vacunación, ni Bárcenas había empezado a tirar de la manta, ni se habían celebrado las elecciones en Cataluña, ni se habían recrudecido las tensiones entre los de Sánchez e Iglesias.
¿Qué factores jugarían en estas elecciones?
- Asumiendo la imposibilidad de enumerarlos todos y que surgirán nuevas variables imprevisibles, podemos contar con que estos tendrán peso sin lugar a duda.A quien se le coloque la culpa de las nuevas elecciones, será penalizado. Ayuso no ha tardado en acusar de traición a Ciudadanos. En redes, seguidores de Vox siguen también esa línea, saben que es su oportunidad de entrar en el gobierno. Por su parte Ciudadanos ya ha dicho que Ayuso está cometiendo una irresponsabilidad, línea que también reforzarán desde la izquierda. Seguramente, si consiguen responsabilizar a Ayuso, la aún presidenta de la Comunidad lo tendrá complicado.
- ¿Se movilizará un bloque antifascista? Puede ser que desde parte de la izquierda se movilice el voto en contra de una presidenta que se ha erguido como azote del gobierno de coalición, que su discurso compite con el de la ultraderecha y que el único aliado posible que le queda es Vox. Es decir, que movilicen al electorado en torno a evitar que la extrema derecha y quien la necesita lleguen al gobierno. Este discurso de bloques benefició en las generales al PSOE. Al votar en ese marco, es fácil hacer el razonamiento del voto útil y olvidar por qué surgieron los partidos a su izquierda. Este voto según bloques no depende de ellos nada más.
- Se movilizará un bloque antisocialcomunista. A las pocas horas del anuncio de elecciones, el PP ya había anunciado en las redes sus dosideas fuerzapara la campaña: 1) votar contra el socialismo; 2) votar por la libertad. Ideas que ya abanderaba Vox, desde que echó a andar el gobierno de coalición y la pandemia. ¿Quién recogerá los réditos de esa polarización? Está claro que Ciudadanos no, que se ahoga entre la polarización y su incapacidad.
- ¿Se unificará la izquierda? Suenan peticiones desde la base, como de costumbre, para una reunificación al menos puntual entre Más Madrid y Unidas Podemos para estas elecciones. Es un escenario difícil. El tiempo, la historia vivida y los egos no son terreno abonado para una alianza así. Además, Más Madrid es todavía un partido en construcción. Y Unidas Podemos es una coalición cuya construcción quedó parada hace años y que no se ha fortalecido lo suficiente como para sumar a un nuevo actor. Menos aún cuando Podemos, acostumbrado a ser el socio mayoritario, se vería en inferioridad respecto al partido que seguramente encabezaría Mónica García, la oposición más clara a Díaz Ayuso durante la pandemia.
- Las y los candidatos: Ayuso es una diva de la derecha y la extrema derecha, su estilo y sus políticas encienden de admiración y repulsa a partes iguales. Monasterio lo tendrá difícil para competir contra ella. En tierra de nadie queda Aguado, un perfil que no recibe demasiados elogios ni dentro de sus filas y que no ha sabido marcar carácter en sus disputas con Ayuso. Puede que en el PSOE esperaran este momento para apartar con dignidad a Gabilondo. Para sustituirle suena el nombre de Margaritas Robles, que ocupa la cartera de Defensa y es una de las mejores valoradas entre los votantes de la derecha. De confirmarse, parece que buscarían repetir la jugada de Cataluña, intentando atraer a una población que parece escorada a la derecha de forma permanente.
- Una campaña muy ruidosa. La estrategia de la extrema derecha en los últimos diez años en Europa ha sido aprovechar los pocos espacios que tenían y hacer mucho ruido a base de declaraciones exageradas, buscando romper consensos sociales y sacando polémicas inexistentes. De esa manera consiguieron horas de televisión y millones de citaciones en Internet, de repente estaban en todos lados y los medios que querían alertar de lo que decían acabaron funcionando como sus altavoces. Y esta estrategia es la que está usando con éxito tanto Vox como Ayuso. Así que es de esperar que de ir a elecciones, cada día nos encontremos polémicas surrealistas que solo pretenden atraer el foco. De cuánto caigan la izquierda y los medios de comunicación en esta dinámica dependerá en parte el éxito de la campaña. Probablemente lo consigan.
- La abstención. Que nunca se presenta a las elecciones, pero siempre participa. En todos los países en los que se han realizado comicios durante la época de pandemia, la participación ha bajado varios enteros, así que es probable que afecte más al electorado que esté menos movilizado. No parece ser que pueda ocurrir en la derecha, que está muy movilizada en los últimos años y sentirá estas elecciones como un robo y una traición. La llamada contra Ayuso y Vox, o incluso una alianza electoral, pueden activar a la izquierda, pero es generalizado en las últimas encuestas nacionales que los votantes de izquierdas se están desmovilizando. Tampoco pueden descartarse campañas sucias de marca blanca para desmovilizar a la izquierda, como ya ocurrió en las últimas generales.
Karim Agharbi
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