Hoy en día las nuevas tecnologías inundan nuestras vidas. Si miramos a nuestro alrededor, es muy difícil encontrar a alguien que no utilice un teléfono móvil para buscar información, leer las noticias o comunicarse con los demás a través de mensajes escritos en chats o aplicaciones.
Aunque las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) han supuesto un gran avance en la sociedad, hay personas que piensan que su uso reduce la capacidad de expresión escrita de los jóvenes. Pero ¿es esto cierto? ¿Son las nuevas tecnologías tan perjudiciales para la escritura?
La ubicuidad de las tecnologías
El hecho de que los jóvenes sean nativos digitales ha llevado a realizar cambios en las escuelas, donde poco a poco el lápiz y el papel han sido sustituidos por los portátiles o las tablets.
De este modo, la tecnología se ha convertido en un entorno de aprendizaje mediante el cual se enseñan las distintas materias y competencias básicas, dentro de las cuales se encuentra la escritura.
¿En qué mejoran la escritura?
En las últimas décadas se han realizado diferentes revisiones y metaanálisis para conocer cuáles son los efectos que producen diferentes programas instruccionales centrados en la enseñanza de la escritura y desarrollados a través de las nuevas tecnologías en la mejora de la competencia escrita de los estudiantes, en comparación con programas instruccionales realizados sin este apoyo tecnológico.
Los resultados sugieren importantes beneficios a diferentes niveles de la instrucción mediante tecnologías como procesadores de texto, los sistemas de tutoría inteligente o las aplicaciones educativas.
En primer lugar, las evidencias científicas muestran que el uso de programas y aplicaciones para dispositivos con pantalla táctil mejoran significativamente la caligrafía de los estudiantes mediante juegos en los que deben repasar las grafías de letras con la ayuda de un lápiz óptico o de su propio dedo.
Este tipo de aplicaciones incluyen animaciones para mostrar cómo se escriben las letras y dan la oportunidad de practicar las distintas grafías mediante plantillas que recogen el trazo del estudiante. Asimismo, se ha demostrado que cuando los estudiantes emplean herramientas como los detectores de errores, comenten un menor número de errores ortográficos y gramaticales que aquellos que no utilizan la tecnología.
Textos más complejos y mejor organizados
Sin embargo, los efectos de las tecnologías en el entorno instruccional van mucho más allá. Existen sistemas de tutoría inteligente que guían a los estudiantes durante todo el proceso de escritura, enseñándoles procesos cognitivos complejos, como la planificación o la revisión textual, y estrategias para llevarlos a cabo. Investigaciones previas han demostrado que los estudiantes que utilizan este tipo de herramientas escriben textos más largos, con contenido más complejo, ideas mejor organizadas y, en definitiva, una mayor calidad.
A todo esto se le añade el impacto positivo de las tecnologías sobre la motivación. Cuando las herramientas tecnológicas forman parte de la enseñanza, los estudiantes muestran una actitud más positiva hacia las tareas de escritura, dedicándoles más tiempo que aquellos que no utilizan tecnologías.
Los beneficios de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación parecen innegables, pero ¿cómo se pueden utilizar en las aulas para mejorar la competencia escrita de los estudiantes?
¿Conocen los docentes las posibilidades que brindan estas tecnologías aplicadas a la enseñanza de la escritura? Hemos intentado responder a estos interrogantes, mediante una revisión (de próxima publicación) en la que se analizan distintas prácticas instruccionales realizadas con ellas y enfocadas a la mejora de la competencia escrita.
Variedad de herramientas digitales
Actualmente, existe una gran variedad de herramientas digitales que hacen posible la enseñanza de los contenidos de escritura utilizando distintos formatos (imágenes, vídeos, etc.).
Entre las desarrolladas hasta el momento, encontramos algunas destinadas a mejorar procesos como la ortografía o la gramática. Por ejemplo, hay correctores digitales que permiten escribir un texto y al finalizar presentan ese mismo texto corregido, mostrando los errores cometidos y, en algunos casos, las razones de esos errores junto a consejos de mejora.
Estas herramientas también permiten trabajar procesos de escritura más complejos como la planificación o la revisión textual. Además, hay herramientas que trabajan estos procesos en torno a distintos géneros textuales, desde textos narrativos hasta géneros más complejos como el argumentativo.
No solo escritura digital
Lo más importante es que las herramientas digitales no solo dan la oportunidad de que los estudiantes escriban de forma digital: existen softwares educativos que van más allá, incorporando funciones que permiten realizar distintos tipos de actividades e incluso tareas propias del docente como guías o correcciones explicadas.
Algunas herramientas pueden realizar tareas como la explicación de lecciones, incluyendo vídeos en los que se muestran los contenidos a trabajar y, en muchas ocasiones, también incluyen juegos para practicar los contenidos observados en la lección. Estas tareas reducen la carga de trabajo docente y permiten a los estudiantes trabajar a su propio ritmo.
Lo importante es cómo se usan
En definitiva, la tecnología puede realizar tareas docentes como explicar contenidos y evaluar textos. Además, permite trabajar contenidos más allá de la gramática o la ortografía, enseñando procesos complejos como, por ejemplo, la planificación de un texto. Asimismo, la tecnología permite dar respuesta a las necesidades individuales de los estudiantes, ofreciéndoles los recursos que necesitan para superar las dificultades que encuentran al realizar las tareas.
La revisión que hemos realizado sugiere que la tecnología contribuye a la mejora de la capacidad escrita de los estudiantes. Aunque hay personas que consideran que los estudiantes se distraen o se alejan del aprendizaje por culpa de los dispositivos digitales, nuestra investigación parece apuntar a que la tecnología, bien usada, puede ser una herramienta de enseñanza eficaz.
Esta investigación ha sido apoyada por una beca predoctoral de la Junta de Castilla y León concedida a María Victoria González Laguna (ORDEN EDU/875/2021) y forma parte del proyecto con referencia: TED2021-132647B-I00, financiado por MCIN/AEI/10.13039/501100011033 y por la Unión Europea “NextGenerationEU”/PRTR.
Esta publicación es parte del proyecto Referencia: TED2021-132647B-I00 , financiado por MCIN/AEI/10.13039/501100011033 y por la Unión Europea “NextGenerationEU”/PRTR
Gert Rijlaarsdam no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
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