En el programa de hoy de Hasta el Coño de (HECD), Marina Lobo no dejó títere con cabeza al abordar algunos de los temas más candentes de la actualidad política y social en España. Desde el caso del novio de Ayuso y su peculiar intento de desgravar gastos extravagantes, hasta las querellas absurdas impulsadas por Abogados Cristianos, el episodio fue una mezcla de sátira, crítica social y humor ácido, marca de la casa de Marina y su equipo.
El programa comenzó con el ya clásico desahogo de la audiencia, donde los remolachers compartieron sus frustraciones sobre la situación actual. Desde la explotación laboral hasta la crisis de la vivienda, la audiencia dejó claro que la situación es insostenible para la clase trabajadora. «Estamos hasta el cuello de violaciones múltiples, alquileres que se comen el 70% del sueldo y de que no nos hagan ni caso», resumió Marina tras leer los comentarios de sus remolachers.
Uno de los temas más discutidos fue la reciente querella contra Héctor de Miguel, alias Quequé, quien ha sido demandado por Abogados Cristianos por un chiste sobre dinamitar el Valle de los Caídos. Marina ironizó sobre la facilidad con la que se admiten querellas absurdas como esta mientras los crímenes del franquismo siguen impunes. La presentadora no ocultó su indignación al comparar la rapidez de la justicia en estos casos con la lentitud para procesar casos de memoria histórica, y bromeó diciendo que «Abogados Cristianos deberían querellarse contra los curas pederastas, no contra los humoristas».
El episodio también dedicó un segmento importante a la crisis de la vivienda, uno de los problemas más graves que enfrenta España. La ministra de Vivienda intentó justificar la falta de soluciones inmediatas diciendo que no hay «varitas mágicas», pero tanto Marina como los invitados del programa, como Carlos Sánchez Mato, dejaron claro que lo que falta no son varitas, sino voluntad política. Se criticó duramente la especulación inmobiliaria y el hecho de que, mientras se anuncian más viviendas públicas, estas acaban en manos privadas, perpetuando el problema de la falta de acceso a una vivienda digna. “Construir casas que luego se venden a los bancos no es la solución”, comentó Marina con su tono directo y afilado.
El punto más hilarante del programa vino con el caso del saxofón que el novio de Ayuso intentó desgravar. Carlos Sánchez Mato explicó con detalle cómo estos fraudes fiscales se han convertido en una práctica común entre las élites, y cómo a las grandes fortunas y a los cercanos al poder se les trata con guante blanco. El intento de desgravar un saxofón y otros artículos personales fue un ejemplo claro de cómo se aprovechan de las lagunas fiscales. «Parece que el saxofón lo quería para tocarle una melodía a Hacienda», bromeó Marina, cerrando el segmento con un tono ácido pero certero.
En definitiva, el episodio de hoy fue un repaso feroz a los temas que más afectan a los ciudadanos, desde la justicia que favorece a los poderosos, hasta la crisis de la vivienda que sigue desangrando a la clase trabajadora. Como siempre, Marina Lobo no tuvo miedo de señalar a los culpables y de exponer la hipocresía de una clase política que, mientras promete soluciones, sigue perpetuando los problemas que más afectan a la sociedad.
Related posts
SÍGUENOS
Las horas más bajas de Ursula
Dos bloques opuestos han coincidido en algo: pedir la cabeza de Ursula von der Leyen. Y no es una pataleta: tienen 72 firmas, el mínimo legal para forzar el debate.
Vox y la violencia que nunca quiere ver
El alcalde de Villacastín, detenido por agredir a su mujer en plena romería Otra vez Vox. Otra vez la violencia que su discurso niega mientras se enquista en sus filas. Julio César Sánchez, alcalde del partido ultra en Villacastín (Segovia), fue detenido por la Guardia…
Milei, contra las cuerdas
El peronismo conquista seis de las ocho secciones electorales y abre una grieta en el proyecto de odio del Gobierno nacional.
Vídeo | Queremos más Chikahiros
No hay pancartas masivas ni focos mediáticos. Solo un chef japonés que cada semana se planta ante la embajada de Israel en Tokio y repite lo mismo: “Parad el genodicio”. Una voz sola que vale por miles. Queremos más Chikahiros.
Vídeo | El negocio de matar
Palantir vende tecnología, pero lo que compra el ejército israelí es impunidad: un algoritmo que legitima la masacre. Cada contrato firmado es un misil que despega. Cada sonrisa de Karp es una fosa abierta.