La ocupación israelí de Cisjordania y Gaza, iniciada en 1967 tras la Guerra de los Seis Días, representa uno de los episodios más sombríos y controvertidos de la historia moderna de Oriente Medio. Estos territorios, que una vez florecieron con la cultura y la herencia palestinas, se han visto sometidos a una represión y control constantes que han alterado drásticamente la vida de sus habitantes originales.
En la serie ‘Palestina en la historia‘ exploramos a fondo los sucesos y decisiones que han llevado a esta amarga realidad. Mientras que los primeros artículos de la serie se centraron en los orígenes del conflicto, el día de la Nakba y las repercusiones de las sucesivas guerras, este artículo pretende arrojar luz sobre el impacto directo de la ocupación en la vida diaria de los palestinos, y cómo la supuesta seguridad y protección buscadas por Israel han llevado a innumerables violaciones a los derechos humanos de una población que clama por justicia y autodeterminación.
HISTORIA DE UNA OCUPACIÓN
La ocupación de Cisjordania y Gaza en 1967 marcó el comienzo de una nueva fase de opresión y resistencia en la larga saga de la lucha palestina. Antecedida por la Guerra de los Seis Días, esta ocupación vino a consolidar aún más la expansión territorial israelí a expensas de la soberanía palestina. Para muchos palestinos, este fue un nuevo Nakba, una catástrofe que vino a exacerbar las heridas aún frescas de la expulsión y desplazamiento de 1948.
Las siguientes décadas vieron un cambio drástico en el paisaje político, social y físico de estos territorios. Cisjordania, una vez un mosaico de pueblos y ciudades palestinas, empezó a ser atravesada por una intrincada red de carreteras, asentamientos y barreras de seguridad destinadas exclusivamente para la población judía israelí. Estos asentamientos, considerados ilegales bajo el derecho internacional, no solo eran símbolos del despojo territorial sino que también eran instrumentos activos de colonización y apartheid.
Gaza, por otro lado, se transformó en lo que muchos han llamado una “prisión a cielo abierto”. Con el paso del tiempo, y especialmente después de la toma de poder por parte de Hamas en 2007, Israel ha impuesto un bloqueo casi total sobre la Franja, controlando su espacio aéreo, sus aguas territoriales y todas sus fronteras, salvo el pequeño paso fronterizo con Egipto en Rafah. Esta asfixia ha llevado a una crisis humanitaria de proporciones inimaginables, con escasez de medicinas, electricidad y agua potable.
El intento israelí de fragmentar el territorio palestino ha sido acompañado de una política de “divide y vencerás”, buscando minar cualquier intento palestino de resistencia organizada. Las detenciones masivas, la tortura, las demoliciones de viviendas y la confiscación de tierras han sido herramientas diarias en el arsenal israelí para reprimir y desplazar a la población palestina.
A pesar de este panorama desolador, la resistencia palestina ha continuado. Desde la Primera Intifada en los años 80 hasta la Segunda Intifada en los 2000, pasando por las constantes protestas, manifestaciones y acciones de resistencia cultural, los palestinos han buscado formas de reafirmar su existencia, identidad y derechos sobre su tierra.
VIDA BAJO OCUPACIÓN
Vivir bajo ocupación no es simplemente una cuestión de limitaciones físicas; es una asfixia diaria del espíritu, una interminable lucha por la dignidad y una batalla constante contra la deshumanización. Los palestinos en Cisjordania y Gaza han enfrentado durante décadas la omnipresencia de un régimen que busca controlar cada aspecto de su vida cotidiana.
La movilidad es uno de los primeros derechos que viene a la mente al pensar en la ocupación. Los checkpoints, establecidos por las fuerzas israelíes en numerosos puntos dentro de Cisjordania, no solo impiden el libre tránsito de las personas, sino que además humillan y degradan a quienes deben atravesarlos a diario. Estos controles, lejos de ser una simple revisión, son a menudo escenarios de abusos, demoras arbitrarias y, en ocasiones, violencia.
Más allá de los checkpoints, la construcción del muro de separación ha dividido familias, ha separado a comunidades de sus tierras agrícolas y ha aislado a ciudades enteras. La vida a la sombra de esta barrera de concreto es un recordatorio diario de la opresión y de la usurpación territorial.
En Gaza, la situación es aún más grave. Con el bloqueo israelí limitando severamente la importación de bienes esenciales, y con frecuentes cortes de electricidad, la vida se ha convertido en una lucha diaria por la supervivencia. La escasez de agua potable y las limitadas oportunidades económicas han llevado a la Franja a un punto de casi total desesperación.
La ocupación también ha tenido un impacto profundo en la psicología de los palestinos. La constante presencia militar, los arrestos nocturnos, las incursiones y las demoliciones de viviendas han creado generaciones de palestinos que viven con un trauma colectivo. Los niños, en particular, son los más vulnerables, creciendo en un ambiente de incertidumbre, miedo y violencia.
A pesar de estas adversidades, la vida bajo ocupación también ha sido una historia de resistencia. Desde la creación de escuelas en tiendas de campaña después de que las originales fueran destruidas, hasta la adaptación de la agricultura a la escasez de agua, los palestinos han demostrado una resiliencia y determinación inquebrantables. Las manifestaciones pacíficas, las artes, la música y la literatura han florecido como medios de expresión y resistencia contra la ocupación.
La vida bajo ocupación no es simplemente una existencia; es una declaración diaria de humanidad en medio de la deshumanización. Es un testimonio del espíritu indomable del pueblo palestino y su incansable búsqueda de justicia y libertad.
VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS
Desde 1967, la ocupación israelí ha sido sinónimo de innumerables violaciones a los derechos humanos de los palestinos. Estas violaciones no han sido esporádicas, sino sistemáticas, y forman parte de una estrategia más amplia de represión y control.
Las detenciones administrativas, una práctica que permite a Israel detener a palestinos sin cargos ni juicio, es una de las herramientas más controvertidas y abusivas utilizadas por las autoridades israelíes. Bajo esta política, cientos de palestinos han sido encarcelados sin saber por qué, sin tener acceso a un abogado y sin la posibilidad de defenderse.
Las demoliciones de viviendas son otra táctica utilizada con frecuencia. Ya sea por “razones de seguridad” o como castigo colectivo, miles de familias palestinas han visto sus hogares destruidos, dejándolas desplazadas y desposeídas. Estas acciones, aparte de ser devastadoras para las familias afectadas, son consideradas violaciones flagrantes del derecho internacional.
La violencia y el uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad israelíes han sido ampliamente documentados. Desde el uso de munición real contra manifestantes desarmados hasta asesinatos extrajudiciales, la impunidad parece ser la norma más que la excepción.
Las restricciones al acceso a servicios básicos, como la atención médica, también constituyen graves violaciones a los derechos humanos. Muchos palestinos enfermos no han podido recibir tratamiento debido a los bloqueos o porque a menudo se les niega el permiso para salir de Gaza o Cisjordania.
CONCLUSIÓN
La ocupación israelí, con sus persistentes y graves violaciones a los derechos humanos, ha dejado una cicatriz indeleble en la psique y en la historia del pueblo palestino. Cada demolición, cada arresto arbitrario, cada bala disparada, no solo ha afectado a los directamente involucrados, sino que ha resonado a través de generaciones.
Mientras el mundo sigue siendo testigo de estas injusticias, es imperativo no ser meros espectadores. La historia palestina, con su dolor y resistencia, nos llama a la acción, a la solidaridad y a la constante búsqueda de justicia. La ocupación y sus atrocidades no pueden ni deben normalizarse. Es el deber colectivo de la comunidad global trabajar hacia un futuro en el que los derechos, la dignidad y la libertad del pueblo palestino sean plenamente reconocidos y restaurados.
BIBLIOGRAFÍA
- Finkelstein, N. (2001). La industria del Holocausto. Reflexiones sobre la explotación del sufrimiento judío. Madrid: Siglo XXI.
- Pappe, I. (2006). La limpieza étnica de Palestina. Barcelona: Ediciones Península.
- Khalidi, R. (2007). The Iron Cage: The Story of the Palestinian Struggle for Statehood. Boston: Beacon Press.
- Said, E. (1980). The Question of Palestine. Vintage.
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