Todos hemos escuchado hablar de George Soros, Bill Gates, la Familia Rothschild, los Rockefeller etc., es decir, de los empresarios más poderosos e influyentes del planeta. Pero hay un nombre que no se menciona tan a menudo, siendo en realidad un auténtico desconocido para el público en general. Hablamos de Larry Fink, hijo predilecto del capitalismo estadounidense, y cuyo poder sobre las finanzas es tal que se ha convertido desde las sombras en una de las figuras más importantes e influyentes en el panorama internacional.
Artículo original de OIER ZEBERIO en Eulixe
Cuando Larry Fink habla, todos escuchan: Gobiernos, Bancos Centrales, multinacionales, inversionistas, políticos etc. ponen atención a sus palabras porque las decisiones que adopta Fink impactan directamente en la estabilidad de los mercados, el rumbo de la economía y, en última instancia, en la vida de las personas.
En el mundo existen cuatro tipos de personas en términos de acumulación de riqueza: los que no tienen nada, los que tienen algo, los que tienen mucho y los que tienen más que todos los anteriores juntos. El protagonista de este reportaje, el gurú de las finanzas Larry Fink, es uno de esos que pertenece al último grupo.
“El arreglador”, así le define la BBC, es amante del silencio. Las apariciones púbicas se producen escasamente, y tampoco suele participar, según la cadena británica, en “eventos sociales privados a los que van millonarios y políticos”. Se podría decir que prefiere mantenerse como poder fáctico que se mueve con confianza entre las sombras.
¿Quién es Larry Fink y qué se sabe sobre su fondo BlackRock?
Larry Fink es un empresario y financiero estadounidense que, aunque esté vinculado al partido demócrata (mostró su apoyo a Biden y lo definió como “la voz de la razón”), se lleva bien con todo el mundo, bueno con todo aquel que tenga los bolsillos llenos.
Fink nació un 2 de noviembre de 1952 en Los Ángeles. Creció en una familia judía en Van Nuys, California. Obtuvo una licenciatura en Ciencia Políticas en la UCLA (Universidad de California Los Ángeles) en 1974. Dos años después recibió un MBA en Bienes Raíces en la UCLA Anderson Graduate School of Managmanet.
Es miembro de la sociedad secreta Kappa Beta Phi, que reúne a algunas de las personas más importantes de las finanzas estadounidenses, así como otras figuras de renombre.
Entre los títulos que posee figuran el de “uno de los mayores líderes del mundo”, otorgado por la revista Fortune, y “uno de los mejores consejeros delegados” durante 13 años consecutivos, por la publicación Barron.
Es miembro de la Junta de Fideicomisarios de la Universidad de Nueva York (NYU) y del Foro Económico Mundial, y es Copresidente de la Junta de Fideicomisarios del NYU Langone Medical Center.
También pertenece a las juntas directivas del Museo de Arte Moderno, el Comité Internacional de Rescate etc., al Consejo Asesor de la Escuela de Economía y Gestión de la Universidad de Tsinghua en Beijing y al Comité Ejecutivo de la Asociación para la Ciudad de Nueva York.
Además, junto a Robert Rubin, ex secretario del Tesoro de Bill Clinton, Fink es parte (en su caso como miembro de la junta directiva) del Council on Foreign Relations (CFR), tradicional think tank de política exterior ubicado en la ciudad de New York y que edita la influyente revista Foreign Affairs, que se publica desde 1922.
Entre los miembros del CFR hay, según algunas fuentes, políticos de alto rango, varios ex secretarios de Estado estadounidenses, directores de la CIA, banqueros, abogados, profesores y figuras de los medios de comunicación.
En los años 70, Fink comenzó como banquero e hizo carrera especializándose como agente de compra y venta de activos basados en hipotecas, el mismo tipo de producto que en 2007 denotaría la crisis financiera que hizo quebrar a Lehman Brothers, cuando estalló la crisis subprime que generó un terremoto económico internacional.
En 1988, Fink pasó a dirigir uno de los fondos de la firma Blackstone y lo convirtió en una máquina de amasar dinero. En 1992, por disputas de compensación y participación accionaria, abandonó la firma y fundó BlackRock (presente en el Estado español desde 1994).
Desde 1992 es presidente y consejero delegado de BlackRock, la empresa de gestión de activos más grande del mundo que dispone de entre 6.5 y 7 billones de dólares en activos bajo gestión, unas 18 veces el PBI de Argentina. Debido a este hecho y a la amplia gama de inversiones, BlackRock dispone de un elevado poder sobre el sistema financiero global.
La tarea de la compañía financiera es la de “ayudar a sus clientes a alcanzar sus objetivos y enfrentar retos con una variedad de productos que incluyen cuentas segregadas, fondos mutuos, iShares (ETFs), y otros vehículos de inversión colectiva”.
El fondo dirigido por Larry también ofrece “servicios de gestión de riesgo, asesoramiento y un sistema de inversión empresarial para una amplia base de inversionistas institucionales, a través de BlackRockSolutions”.
“Él decide a dónde va a parar el dinero que invertimos en nuestros fondos de inversión, en los planes de pensiones. Por ejemplo, si Frink dice ‘no vamos a invertir en la industria tabacalera’, las tabacaleras van a tener difícil encontrar financiación a buen precio, y como les será más caro financiarse, sus cuentas se resistirán. En definitiva, marca tendencia y el modus operandi de otros inversores” – Anna Bajo, doctora en gestión empresarial.
A día de hoy, BlackRock es el mayor administrador de fondos del capitalismo occidental, de grandes empresas, tales como Coca Cola, Apple, Microsoft, General Electric, Bayer Monsanto etc., familias ricas, aseguradoras y fondos de pensión. “Es copropietaria de 17 mil empresas y no espera, como un accionista tradicional, los dividendos de fin de año, sino que especula constantemente en las bolsas de Nueva York, Milán, Tokio o Buenos Aires”, afirma el periodista Werner Rügemer.
Sandra Navidi, autora de $uperhubs, how the Financial Elite & their Networks rule the World, que Bloomberg eligió como “el mejor libro” de 2018, llamó a Fink el “rey del riesgo”, concepto en el que se especializó a partir de perder cientos de millones de dólares que previamente le había hecho ganar a su primer empleador, First Boston, en Nueva York. En su libro Navidi afirma que “Fink construyó una red global sin paralelos. Sus contactos con demócratas y republicanos y su discurso público lo han convertido en una personalidad de alto caché”.
BlackRock dispone de miles de computadoras programadas por científicos y matemáticos que monitorean decenas de miles de inversiones con algoritmos de análisis. “El hecho de que Blackrock asesora, analiza y maneja tanto dinero de tantos inversores institucionales de todo el mundo le da una visión única sobre el conjunto del sistema financiero”, subraya Navidi.
A la parte que se podría denominar como “científica”, se suman los contactos. Fink, con el objetivo de expandirse y consolidar su imperio financiero, contrató a políticos o ex funcionarios, como Philipp Hildebrand, ex gobernador del Banco Central de Suiza; y Kendrik Wilson, un ex funcionario del Tesoro de Estados Unidos.
Según Navidi, Fink se pasa la mitad de año “visitando clientes de todo el mundo” y a través de “contratos mandatorios” supervisa Fondos de Riqueza Soberana, Fondos de Pensión, Bancos Centrales, Fundaciones y otros productores de riqueza.
Tras la hecatombe financiera de 2008, el propio Tesoro de Estados Unidos lo contrató para vender 30.000 millones de dólares en “bonos colateralizados” y la gigante de las aseguradoras AIG hizo lo suyo para que Blackrock colocara activos hipotecarios.
Por un lado, se reunía con el secretario del Tesoro y el presidente de la Reserva Federal, y por el otro, con los ejecutivos de JP Morgan, Morgan Stanley y AIG. Entre varias jugadas, BlackRock pasó a gestionar activos tóxicos del banco de inversión Bear Stearns, que terminó adquiriendo JP Morgan – BBC
Según Navidi, que lo trató en una de las reuniones del Foro de Davos, Fink es una “personalidad alfa”, “brillante y seguro de sí mismo”.
La influencia de Fink queda clara. También su capacidad adquisitiva, aunque no aparezca en la lista de los más ricos de Forbes. Pero en 2018 los medios de comunicación estadounidenses celebraron que pasara a formar parte del grupo de los mil millonarios. Se le presume un patrimonio neto de 1.500 millones de dólares, procedente en su mayoría de su participación en BlackRock. Su sueldo tampoco está mal: unos 40 millones de dólares anuales – RevistaGQ
BlackRock y el Estado español
BlackRock está presente en el Estado español desde 1994. Su rol de principal accionista de las empresas del Ibex 35 es conocido, pero pocas veces ha sido cuantificado. A principios de enero de 2020, su cartera de acciones estaba valorada en cerca de 18.000 millones de euros, un 11.9% más que al cierre de 2018, según los datos recopilados por la publicación La información a partir de los registros de la CNMV.
Estaríamos hablando de la mayor posición dentro del Ibex 35 por encima de los más de 12.000 millones que maneja Vanguard, su gran rival en la gestión de fondos, el fondo de Noruega, también la de Criteria Caixa e, incluso, la cartera pública del Estado.
El aumento de 1.900 millones de euros en el valor de sus acciones en los últimos doce meses se debe sobre todo a la fuerte revalorización de Iberdrola, Amadeus, Cellnex y Ferrovial, que contrarrestaron la caída de Santander, Telefónica y Caixabank. En 2019, la gestora declaró su primera participación en la operadora Másmóvil con un 5,22%, al tiempo que aumentó su participación en Amadeus, hasta el 6,15%, y Telefónica, hasta el 5,21%. Al otro lado de la balanza, Blackrock redujo sus participaciones en el Cellnex, hasta el 4,97%, Ferrovial (3,09%), Santander (5,46%) o Sabadell (5,22%) – La información, 17 de enero de 2020
A principios de 2020, en términos absolutos, Santander (3.251 millones), Iberdrola (3.039 millones), Amadeus (2.022 millones), BBVA (1.889 millones) y Telefónica (1.634 millones) agrupaban en el grueso de su inversión declarada en la CNMV.
La gestora estadounidense ha incrementado también su presencia en la bolsa española gracias a los acuerdos de venta de tecnología (Aladdin) y de soluciones financieras para bancos españoles como con Openbank, la filial digital de Banco Santander.
Un “progre” montado en el dólar
Larry Fink se presenta al mundo cómo “la vanguardia de una forma progresista de capitalismo” en el que las ganancias no lo son todo: espera que el dinero promueva la protección ambiental y social.
Cada año, Fink envía una carta dirigida a los consejeros delegados de las compañías en las que BlackRock posee participaciones significativas. Y según algunas fuentes, “les dice cómo deben conducirse y proceder”.
En 2018 y en 2019, aseguran algunas fuentes, la carta decía, entre muchas otras cosas, que las empresas, tanto públicas como privadas, “debían de tener un propósito o misión para contribuir a mejorar la sociedad, estableciendo un vínculo ‘indisoluble’ entre el propósito y los beneficios”. Al respecto, BlackRock ha lanzado fondos hechos para la llamada “inversión de impacto”, en la que el dinero se emplea “en apoyar metas sociales y ambientales”.
Cuando el Gobierno de Trump inició su andadura, Fink era uno de sus aliados. Formó parte de los consejos de asesoría empresarial de la Casa Banca hasta que en agosto de 2017 se produjo la ruptura.
Según subraya la BBC, Fink y varios directores de grandes compañías abandonaron los consejos como “señal de protesta” por los comentarios que efectuó el presidente sobre los hechos violentos acaecidos en Charlottesville. “Desafortunadamente después de los últimos días, he concluido que no puedo continuar participando en este foro con buena conciencia”, escribió Fink.
Después del asesinato del periodista árabe Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudí en Estambul, Fink decidió, “a modo de protesta” ante el brutal suceso, no viajar a una conferencia mundial de inversores en Arabia Saudí. De este modo validó su credencial de “activista social” de Wall Street. Sin embargo, Fink siguió haciendo negocios con los saudíes. “Es un país grande, hay mucha gente buena, como en todos los países. Estas cosas no son blanco o negro, son cosas muy complejas”, se justificó posteriormente.
Si hay algo que se debe tener en cuenta es que si a Fink le importa algo es porque ve oportunidades de negocio en esa cuestión. Subido al carro del “capitalismo verde”, la corriente que defiende que con ajustes de carácter sostenible se puede solucionar el problema climático, eso sí, sin tocar el sistema subyacente, defendió que si tuviera 20 años para empezar como inversor se especializaría en las energías renovables. A principios de 2020, Fink anunció que su empresa “tomaría decisiones de inversión con la sostenibilidad ambiental como objetivo principal”.
En la edición de 2020 de la carta anual de Fink dirigida a los directores ejecutivos de las empresas más grandes del mundo, afirmó, según subraya The New York Times, que “BlackRock comenzaría a salir de ciertas inversiones que ‘presentan un alto riesgo relacionado con la sostenibilidad’, como los productos de carbón”. Su intención sería alentar a todas las empresas, no solo a las empresas de energía, a repensar sobre sus huellas de carbono.
“La conciencia está cambiando rápidamente y creo que estamos al borde de una remodelación fundamental de las finanzas”, escribió Fink en la carta, que fue obtenida por The New York Times. “La evidencia sobre el riesgo climático está obligando a los inversores a reevaluar los supuestos básicos sobre las finanzas modernas”, afirmó.
Además, según mencionó, la firma también introducirá “nuevos fondos que eviten las acciones orientadas a los combustibles fósiles, se moverán de manera más agresiva para votar en contra de los equipos de gestión que no están avanzando en sostenibilidad y presionarán a las empresas para que revelen los planes para operar en un escenario donde el objetivo del acuerdo de limitar el calentamiento global a menos de dos grados se cumpla plenamente”.
Relacionado también con la problemática ambiental se encuentra un ejemplo que atañe a México. En 2019, Fink se dirigió por carta al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y posteriormente mantuvo un encuentro con él. Al parecer, según subrayan algunas fuentes, Fink expresó su deseo de invertir en infraestructura en el Sureste.
Al respecto, entre los proyectos de infraestructura más ambiciosos del Gobierno mexicano están el desarrollo de un paso interoceánico en México, en el Istmo de Tehuantepec, y la construcción del Tren Maya, un proyecto que atraviesa 5 estados mexicanos y recorrerá 1.400 km por zonas de enorme riqueza ambiental y biodiversidad. Éste proyecto ha sido muy criticado por expertos de diferentes ámbitos por “la falta de transparencia, de una adecuada evaluación del impacto ambiental y la participación de las comunidades afectadas”.
A continuación, analizamos algunos casos que muestran la verdadera cara de Larry Fink y el fondo BlackRock, que bajo el slogan de “progreso social”, impulsan el capitalismo salvaje y ponen el beneficio por encima de todo lo demás.
La fusión de Bayer y Monsanto
Los dos gigantes de la agroquímica, una alemana y otra estadounidense, se fusionaron en 2018. Mejor dicho, se puede afirmar que fue Bayer quien compró Monsanto, gracias, en parte, a la presión ejercida por Black Rock que posee (12 de abril de 2020) más del 7% de las acciones del nuevo grupo. Y esto le da poder en la asamblea directiva.
Una de las características de ese fondo [BlackRock] es concentrar operaciones que implican concentrar y monopolizar. Ya lo hizo en las grandes aerocomerciales de su país, a partir de lo cual el precio de los tickets de avión subió muchísimo en Estados Unidos. También desplegó esa estrategia en otros sectores en Norteamérica y en Europa. En la era neoliberal, los Estados y los reguladores anti monopolio se debilitaron en detrimento del poder de los jugadores del “nuevo” capitalismo, como BlackRock – Néstor Restivo
La operación Bayer-Monsanto involucró 63 mil millones de dólares. “Fue una de las transacciones más importantes de la historia” subraya el periodista Néstor Restivo, agregando que se encuentra “apenas detrás de otras fusiones como las de los gigantes de las telecomunicaciones Vodafone de Gran Bretaña y Mannesmann de Alemania, que luego absorbieron a la estadounidense Verizon; la de América Online (AOL) y Time Warner en el sector de medios; la de las petroleras Exxon y Mobil; y la de las farmacéuticas Pfizer y Warner Lambert”.
Bayer compró Monsanto y creó un coloso de semillas y pesticidas sin conocer en detalle, según han denunciado en Alemania, los millonarios juicios contra la firma productora de glifosato. Bayer es una marca emblemática para los germanos. Y para la humanidad es sinónimo de la aspirina, aunque también de la menos benévola heroína y, al menos entre los más informados, de complicidad con el nazismo, cuando la marca formaba parte del grupo IG Farben. El supuesto desconocimiento de Bayer acerca de los conflictos legales de Monsanto con víctimas con cáncer por el uso del herbicida “Roundup” con glifosato levantó muchísimo debate. ¿BlackRock lo sabía? – Néstor Restivo
La fusión de Bayer-Monsanto, además de enloquecer a los agentes antimonopolistas de la Unión Europea y Estados Unidos, generó críticas, y no solamente en Alemania. Por ejemplo, el Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración, una ONG que dirige propuestas a Naciones Unidas, señaló que “las megafusiones agroquímicas buscan controlar los datos masivos (big data) sobre agricultura, concentrando cada vez más su poder”. “No existen condiciones bajo las cuales esas megafusiones sean buenas para agricultores, campesinos ni la seguridad alimentaria mundial”, aseguró la ONG.
Según Néstor Restivo, en este proceso, “el rol de BlackRock ha sido central” y añade los siguiente:
Jan Pehrke, dirigente de CBG, una asociación de consumidores de Düsseldorf, sostiene que al fondo no le interesa si el producto de una empresa es mejor o peor, porque se limita a obtener rendimiento de una acción y menos de otra. Al final, recibe la misma ganancia. Invierte en todas las empresas del sector y cuando un oligopolio sube el precio, todo el sector lo hace y así aumenta sus ingresos. Eso es lo que busca BlackRock
Fueron varios los eurodiputados que plantearon sus objeciones en su momento, sin embargo. Una de ellas, Michèle Rivasi, perteneciente a la alianza Verdes/Alianza Libre Europea, planteó que la concentración “favorece la destrucción masiva del medio ambiente y la salud y la administración fiduciaria de los agricultores atrapados entre los precios y el aumento del costo de los insumos agrícolas, la reducción de la diversidad de semillas etc.”
BlackRock y Argentina: una historia de amor
El fondo BlackRock dispone de 1600 a 2000 millones de dólares de la deuda argentina. “BlackRock es uno de los fondos de inversión acreedores de Argentina, del club de los que más títulos de su deuda posee y en el cual coordina acciones para negociar”, afirma el periodista Néstor Restivo.
La cercanía de Larry Fink con el ex presidente Mauricio Macri, con quien se vio dos veces en su gobierno, se puede catalogar como “intensa”. “De lo que el Estado argentino emitió alegremente y sin beneficios a la vista en esos años, compró miles de millones de dólares. Cuántos exactamente, no se sabe”, subraya el periodista Néstor Restivo.
A día de hoy, el país, que lucha contra la pobreza y la pandemia, está sumida en la bancarrota. Busca que se le condonen 66.000 millones de dólares en bonos. Sin embargo, BlackRock se opone a un acuerdo propuesto por el Gobierno y anima a otros acreedores a rechazarlo.
Fink se ha involucrado en las negociaciones y ha hablado en dos ocasiones con el ministro de Economía de Argentina. “Los términos propuestos por el Gobierno y sus acreedores solo difieren en tres centavos de dólar”, subraya, al respecto The New York Times.
“Los tipos de BlackRock se han puesto al teléfono con una cantidad significativa de acreedores”, afirmó Hans Humes, presidente de Greylock Capital Managment, otro acreedor en la negociación. “Convencieron a mucha gente de que si todos apoyábamos su acuerdo los argentinos aceptarían. Ha resultado ser un enfrentamiento brutal”, subraya.
Y es que la postura de BlackRock ha enfrentado al fondo incluso con el Fondo Monetario Internacional, que otorgó a Argentina un paquete de rescate con valor de más de 50.0000 millones de dólares hace dos años y ha respaldado (datos del 31 de julio) la propuesta de Argentina.
BlackRock también se ha enfrentado con un grupo de economistas destacados, entre ellos un par de ganadores del Nobel, Joseph Stiglitz y Edmund Phelps. En mayo publicaron una carta en la que alentaban a los poseedores de bonos a ponerse de acuerdo con el Gobierno.
“Argentina ha presentado una oferta responsable a los acreedores que refleja la capacidad de pago del país”, afirmaron en la misiva, que fue firmada por 138 economistas, entre los que se encontraba también Carmen Reinhart, ahora economista jefa en el Banco Mundial.
En un comunicado BlackRock afirmó que “trabajaba diligentemente para llegar a un acuerdo y al mismo tiempo recuperar tanto como fuera posible para sus clientes”. Al respecto, según The New York Times, alrededor de dos tercios de las inversiones que maneja proviene de los ahorros para el retiro de trabajadores de todo el mundo.
“En este proceso de reestructuración, los gerentes del fondo cargan la obligación fiduciaria de tomar decisiones en interés de estos ahorradores y al mismo tiempo reconocen las difíciles circunstancias que enfrenta el gobierno argentino, entre ellas el desafío de la Covid-19”, decía el comunicado de empresa dirigida por Fink.
El caso de Argentina refleja la complejidad de las discusiones en torno a la deuda “en una era en la que las personas comunes y corrientes están de hecho, en la mesa de negociación”, subraya The New York Times. Es decir, en décadas pasadas, los bonos que emitían los países en desarrollo eran en gran parte controlados por los grandes bancos: cuando los Gobiernos no podían pagar, los directivos de los bancos llegaban a un acuerdo.
Hoy en día, sin embargo, los inversores que poseen bonos de mercados emergentes abarcan toda una gama: desde fondos especializados con alta tolerancia al riesgo hasta fondos de pensiones conservadores.
“Que la empresa de Fink juegue un papel protagonista al presionar a Argentina contrasta con su campaña por hacer que los negocios impulsen el progreso social”, subraya The New York Times.
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