José Antonio Kast salió vencedor del primer envite en los comicios de Chile celebrados este pasado domingo.
Comenzaba la noche con Gabriel Boric en cabeza, pero a medida que se siguió el conteo la candidatura de José Antonio Kast sobrepasaría y se afianzaría en primer lugar, solamente consiguiendo un recorte final desde la candidatura de izquierdas.
Hace apenas unos meses hubiera sido de ilusos pronosticar este desarrollo en el que un pinochetista de pusiera en cabeza y fuera a enfrentarse a la candidatura de Boric en una segunda vuelta.
Estos resultados, sin duda, suponen una ruptura con los partidos tradicionalistas que han bipolarizado el espectro político en un prisma de bipartidismo imperioso, pero para muchos Kast sigue siendo una incógnita.
Por un lado Boric ha alcanzado y preservado los 1,79M que fueron a la primaria de Apruebo Dignidad, pero no consigue sumar más. El voto a Kast, por el contrario, 1,95M, trasciende el voto del rechazo (1,6M).
¿Cómo ha pasado Kast de ser visto como un trasnochado pinochetista a un firme candidato a la presidencia?
La derecha de Sebastián Sichel se ha visto arrollada en estos últimos meses por la campaña mordaz del ultraderechista, sin duda, que ha apostado por destacar sus ideales reaccionarios como una posición antisistema. «La moderación dejó de estar de moda en Chile», ha escrito Rocío Montes, y así es.
Las posiciones más rancias de Kast siguen latentes, pero durante la campaña electoral ha trabajado en rebajar los estigmas que le sobrevolaban a base de la picaresca y contemporánea idea de «rebeldía».
Esta es una estrategia ya reconocida en España, donde desde VOX y desde plataformas relacionadas con la ultraderecha se encastran en el manido relato de la «lucha contra la dictadura de lo políticamente correcto», pero también el enclaustrar el concepto de ‘libertad’ bajo las premisas de estabilidad y orden, que a priori parecen antónimos, pero tan bien le ha funcionado al Partido Popular madrileño.
Libertad y atrevimiento
‘Sapere aude’ proclamaba Kant en un manifiesto en el que reclamaba el pensar por uno mismo como camino para alcanzar la «mayoría de edad», la «libertad de pensamiento». Y en un giro paradigmático la ultraderecha chilena – como la española – se ha propuesto darle la vuelta al precepto, que en este caso se propugnaba para alcanzar las resoluciones de una nueva Constitución que olvidara el tutelaje impertérrito del pinochetismo.
«Atrévete a pensar por mucho que te hablen mal de mi, que yo te haré libre», parece ornamentar Kast, que se esconde bajo la sombra del ente dictatorial. La sombra esconde, como siempre, las mismas propuestas programáticas de siempre de la extrema derecha, pero revestidas con un nuevo léxico.
Jaime Bordel explica que «en este aspecto, el Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen y Florian Philippot fue uno de los primeros partidos en cambiar el léxico de la extrema derecha. Tal y como cuenta Guillermo Fernández-Vázquez en su libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa, desde el año 2011 (y más acusadamente tras los atentados de Charlie Hebdo), la libertad pasó a situarse en el centro del discurso del FN. Esta defensa de la libertad operaba en seis dimensiones: como soberanía popular, como capacidad de decisión sobre la vida propia, como seguridad, como recuperación de la independencia nacional, como capacidad de encarnar el interés general y como liberadora de los complejos nacionales. Detrás de estas dimensiones se hallaban los mismos elementos de siempre de la derecha radical populista, el nativismo (con fuertes dosis de islamofobia), el autoritarismo y el populismo, pero la manera de presentar el mensaje había cambado radicalmente».
La perversión conceptual
Resulta cuanto menos paradójico que frente al despojo y la lucha frente al sometimiento heredado del pinochetismo la idea de ‘libertad’ se presuponga ensalzada por alguien abiertamente partidario de la dictadura.
No obstante, la conceptualización en el marco del neoliberalismo globalizado ha permitido la germinación de las semillas de las que ha brotado una realidad alternativa, desde donde se ha transmutado la vertebración democrática a los parámetros del capitalismo individualista.
Tampoco es nueva esta sordidez y en España estuvo claramente formalizada tras la figura de José Antonio Primo de Rivera, quien mantenía que la única libertad posible era “la libertad de obedecer”.
Boric y las posibilidades de la izquierda en Chile
A pesar de las justísimas diferencias, varios sondeos ya comienzan a dar una ligera ventaja al candidato de la ultraderecha, pero frente a este se mantiene Gabriel Boric, que según el balotaje sería el vencedor de una hipotética segunda vuelta por 52 a 48 %.
El exlíder estudiantil de izquierdas reafirmó la idea de que Chile “necesita un nuevo contrato social”, tratando de hacer hincapié en una demanda que emanó de las calles durante la crisis social iniciada en 2019.
“La estabilidad solo es real y duradera si está construida sobre la base de una red de seguridad social robusta. Todos los chilenos necesitan estar protegidos de los riesgos de la enfermedad y la vejez”, expresó en una entrevista.
Para ello su plan económico se basa en puntos clave sobre los que pivotan los elementos de lo público, además, en su programa se detallan «53 cambios concretos para un nuevo Chile».
Entre sus propuestas más codiciadas están las de aumentar el salario mínimo para superar los 500 mil pesos al finalizar el gobierno, reducir la jornada laboral a 40 horas semanales, condonar la deuda educativa, y una reforma tributaria para que «quienes tienen más contribuyan más», con impuesto a los «súper ricos», un royalty minero, combatir la evasión tributaria, generar un sistema único de salud y el plan de disminución del precio de la vivienda, que iría acompañado de la creación de 260 mil viviendas públicas.
Los retos de Boric en segunda vuelta
Como comentábamos al principio Boric no ha logrado arrastrar más votantes que aquellos que votaron por el Apruebo en el plebiscito de reforma de la Constitución, mientras que Kast ha sobrepasado y movilizado, contra todo pronóstico, a gente que no votó por el rechazo.
De este modo se plantea imperioso el ensanchamiento de la base de Boric, que aún no ha recibido de forma clara un apoyo mayoritario de los otros partidos de centroizquierda de cara a la segunda vuelta.
Como datos, nunca en la historia de la época democrática de Chile ha perdido en segunda vuelta el vencedor de la primera, Kast en este caso, y tampoco ha perdido nunca el vencedor de la Metropolitana, Boric este pasado domingo. Todo sigue abierto y cabe esperar a como se van cerrando los acuerdos de cara a la segunda vuelta.
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