El Juzgado de lo Penal 30 de Madrid ha absuelto al redactor del digital de Eduardo Inda, Okdiario, de los cargos de acoso a los hijos de la ministra Irene Montero y Pablo Iglesias.
El Ministerio Fiscal pedía un año de prisión para Alejandro Entrambasaguas por considerar que acosó al acudir repetidamente al domicilio de la cuidadora de los hijos de la pareja e intentar contactar telefónicamente con ella, lo que provocó angustia y miedo en la niñera y en los padres hasta tal punto que tuvieron que cambiar las rutinas de los pequeños.
Sin embargo, el juez considera en su fallo que «ni los actos por sí mismos, ni por la forma en que fueron ejecutados, ni por su número, ni por el lapso temporal en que se realizaron permiten considerar la existencia de hostigamiento».

El juez no otorga la cualidad de perjudicados directos a Irene Montero y a Pablo Iglesias, pese a que ellos son los responsables de sus hijos, centrando en la cuidadora los efectos de la actividad de Entrambasasguas.
«Dada la transcendencia que la interposición de una denuncia tiene para quien la efectúa en este tipo de delitos, no cabe aceptar que la misma la interponga una tercera persona que se pueda considerar agraviada también pero que no está sufriendo directamente el acoso y que priva a la víctima de su facultad personalísima de decidir si le interesa o no ponerla».
Según el juez, «los querellantes no fueron sujetos pasivos del delito, pues ni vieron ni escucharon nunca nada de lo que pudo hacer el acusado. Tampoco se puede otorgar tal cualidad a sus hijos quienes, con poco más un año en la fecha de los hechos, con toda seguridad eran ajenos a lo que ocurría a su alrededor y concretamente a las llamadas a la puerta o por teléfono que pudiera hacer el acusado».
Respecto al acusado, el juez indica: «Este último de hecho sólo va a la casa de la cuidadora y toca a la puerta dos veces, tal como consta en los hechos probados por lo que se descarta tajantemente que los mismos pudieran ser sujetos pasivos del delito, estuvieran o no en la casa en dichos momentos».
El juez sostiene que la ansiedad generada en los padres ante el testimonio que les trasladaba la cuidadora, que decidió cesar en su trabajo ante la angustia que le provocaba la seguridad de los pequeños a su cargo ante la presencia del periodista de Okdiario, no fue un efecto directo del presunto delito de acoso.
«Pero es que yendo más allá–consta en la sentencia–, tampoco se puede decir ni siquiera que los querellantes fueran perjudicados directos por los hechos objeto de acusación pues las restricciones que hubiesen podido sufrir los niños en su régimen de estancia en la guardería o el hecho de que la cuidadora cesase en su relación contractual y su efecto consiguiente de tener que llevar a los niños a la otra guardería, son derivados del perjuicio causado al sujeto pasivo, esto es de la ansiedad e intranquilidad generada a la cuidadora, pero no son efectos directos del supuesto delito cometido. Dicho de otra manera, no se estima que su perjuicio fuese inmediato a la supuesta actividad criminal desplegada sino una consecuencia del causado a otra persona, en este caso, la cuidadora».
Related posts
SÍGUENOS
Las horas más bajas de Ursula
Dos bloques opuestos han coincidido en algo: pedir la cabeza de Ursula von der Leyen. Y no es una pataleta: tienen 72 firmas, el mínimo legal para forzar el debate.
Vox y la violencia que nunca quiere ver
El alcalde de Villacastín, detenido por agredir a su mujer en plena romería Otra vez Vox. Otra vez la violencia que su discurso niega mientras se enquista en sus filas. Julio César Sánchez, alcalde del partido ultra en Villacastín (Segovia), fue detenido por la Guardia…
Milei, contra las cuerdas
El peronismo conquista seis de las ocho secciones electorales y abre una grieta en el proyecto de odio del Gobierno nacional.
Vídeo | Queremos más Chikahiros
No hay pancartas masivas ni focos mediáticos. Solo un chef japonés que cada semana se planta ante la embajada de Israel en Tokio y repite lo mismo: “Parad el genodicio”. Una voz sola que vale por miles. Queremos más Chikahiros.
Vídeo | El negocio de matar
Palantir vende tecnología, pero lo que compra el ejército israelí es impunidad: un algoritmo que legitima la masacre. Cada contrato firmado es un misil que despega. Cada sonrisa de Karp es una fosa abierta.