El caso se encuentra en los juzgados desde 2020, un año después de que el marido de Consuelo falleciera.
En diciembre de 2019 y tras la muerte de su marido Consuelo fue a pasar la Navidad y el duelo a casa de su hijo a Quart de Poblet.

Inmersos ya en el Covid-19 Consuelo pasó también el confinamiento en casa de este, hasta abril de 2020, cuando decidió volver a su casa, pero al llegar se dio cuenta que le habían cambiado la cerradura y que habían vaciado el piso por completo.
Un fondo buitre, Cerberus, con su filial en España, Global Pantelaria, llevó a cabo el proceso de forma extrajudicial y sin contactar con la afectada.
Ahora y tras una demanda el caso está siendo investigado por el juzgado de instrucción número 6 de Sueca, que ha imputado a una apoderada de Haya Real Estate, que es la gestora del fondo buitre.
Consuelo, informan desde Caso Abierto, desde entonces ha cogido una fuerte depresión, por la que está medicalizada: «Habría preferido una riada. No me queda nada, las fotos, los vídeos de mi marido para escuchar su voz, la ropa, los muebles… Han tirado a la basura 50 años de mi vida y ahora solo me queda lo que recuerdo en mi memoria», explica Consuelo al medio.
«Me fui a casa de mi hijo con miedo, pero en el juzgado me dijeron que cualquier cosa que sucediera con la vivienda me la tenían que notificar con tiempo porque yo vivía ahí», ocurriendo por el contrario aquello que terminó pasando.
Related posts
SÍGUENOS
Milei se rinde al dólar: volantazo desesperado con aval del FMI
El gobierno que prometía “no intervenir jamás en el mercado” se arrodilla ante la divisa y dinamita su propio dogma.
Cómo frenar el hambre en Gaza
El genocidio se sostiene sobre un crimen antiguo: convertir la comida en un arma. Frenarlo es una obligación colectiva.
Aznar dicta y Feijóo obedece: FAES llama “emboscada” al pacto climático mientras el PP arde en sus propias cenizas
El laboratorio ideológico de Aznar protege a los barones del PP y convierte la prevención de incendios en munición política, mientras las comunidades gobernadas por la derecha suman récords de abandono forestal.
Vídeo | Queremos más Chikahiros
No hay pancartas masivas ni focos mediáticos. Solo un chef japonés que cada semana se planta ante la embajada de Israel en Tokio y repite lo mismo: “Parad el genodicio”. Una voz sola que vale por miles. Queremos más Chikahiros.
Vídeo | El negocio de matar
Palantir vende tecnología, pero lo que compra el ejército israelí es impunidad: un algoritmo que legitima la masacre. Cada contrato firmado es un misil que despega. Cada sonrisa de Karp es una fosa abierta.