Rubiales, o ‘Kennedy’, se encuentra ahora en el ojo del huracán, enfrentando no sólo la justicia sino también su propia familia y la sociedad casi al completo.
A menudo, detrás de los dorados escenarios deportivos, se ocultan oscuros entresijos. Esta vez, el epicentro de la tormenta es Luis Rubiales, otrora máximo dirigente de la RFEF, quien ha visto sus ambiciones eclipsadas no sólo por desaciertos administrativos sino por su conducta personal. Su reciente caída, temporal de momento, se ha vuelto más estrepitosa gracias a las revelaciones de un allegado, Juan Rubiales, su tío. El Huff Post recoge sus declaraciones.
EL ECO DE SALOBREÑA
Aquella famosa celebración en Salobreña ha hecho más eco que cualquier gol. Aunque la intención inicial parecía ser una simple «reunión de trabajo con algún momento de descanso», las evidencias apuntan a lo contrario. Las palabras del tío de Rubiales lo atestiguan: «chicas de 18 años que podían ser sus hijas». ¿Un descanso laboral o una falta de ética clamorosa?
La respuesta parece ser evidente para Juan Rubiales: «Luis siempre ha sido un hombre con un claro tinte machista, muy arrogante, con actitudes propias de Torrente». Un dardo envenenado hacia una figura que, hasta hace poco, gozaba de respeto. Poco, eso sí.
LA SEPARACIÓN DE DOS RUBIALES
La distancia entre tío y sobrino no se traza solamente en los festejos escandalosos. Las fisuras comenzaron en el mismo núcleo profesional. Luis, insistiendo en ser llamado «presidente» por su familiar, mostró un ego inflado que contrastaba con su título. ¿Era acaso ‘Kennedy’, como sarcásticamente comenzaron a apodarle tras su actitud imperiosa?
Y, como si no bastase con el ego, emergió la cuestión económica. Juan recuerda un intento de maniobra poco ética por parte de su sobrino: «tío, tenemos que buscar la fórmula para que a mi padre le llegue dinero todos los meses desde la RFEF». Una clara brecha entre dos visiones de administrar, entre la integridad y la conveniencia.
La ya mencionada fiesta, que está siendo objeto de investigación, pone de relieve que las apariencias engañan. Juan rememora cómo, bajo la premisa de una ‘reunión de trabajo’, se topó con un escenario que poco tenía que ver con el ámbito laboral. Las «chicas de imagen», presentes en la celebración, pusieron en evidencia las predilecciones de Luis.
CONCLUSIONES: ¿UN FINAL CANTADO?
Salobreña, Nueva York, la trama parece inagotable. Las peripecias personales de Luis, según su tío, van más allá de simples deslices. De hecho, habla de un viaje de «amor de cinco días» bajo la cobertura de la federación.
Las revelaciones de quien fue su mano derecha en la federación son reveladoras: «nunca imaginé que iba a terminar de esta manera tan esperpéntica, y esta especie de sainete berlanguiano. Ahora, ¿que sabía que tarde o temprano iba a caer? Sin duda alguna».
Un pronóstico acertado y una historia que invita a la reflexión. Porque, más allá del poder y la fama, la ética y la integridad son las que al final dictaminan el legado de una figura pública. Rubiales, o ‘Kennedy’, se encuentra ahora en el ojo del huracán, enfrentando no sólo la justicia sino también su propia conciencia.
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