Un cazador que arrastraba a un perro desde su todoterreno ha sido denunciado.
El pasado viernes la Plataforma No A La Caza difundía un vídeo en el que se podía apreciar a un cazador arrastrando a un perro desde su todoterreno.

«Nos llega este video de un cazador arrastrando a su perro en la Mariña lucense», expresaban.
[LUGO]
— Plataforma NAC #NoALaCaza (@plataforma_NAC) September 10, 2021
Nos llega este video de un cazador arrastrando a su perro en la Mariña lucense
Ya está denunciado y esperamos que @Policianacional y @guardiacivil actúen
3891 DLV pic.twitter.com/81bWC6uQ2k
En el vídeo que acompaña la información se puede apreciar la extrema crueldad con el can, que llega a ser literalmente arrastrado por el coche por no poder seguirle el ritmo y que cabecea, dolorido, debido a la presión de la cuerda que lo mantiene atado.
Tras ello, confirmaba que habían denunciado al cazador, tal y como corrobora La Voz de Galicia.
Las imágenes, que se han viralizado, han provocado un aluvión de quejas por parte de particulares y asociaciones animalistas, que han dado la voz de alarma. El medio gallego también ha alertado que el cazador podría tener otros animales en su propiedad.
Agentes de Seprona y técnicos de Medio Ambiente están investigando los hechos tras recibir las pertinentes denuncias. Por el momento, el cazador que conducía el vehículo ya ha sido identificado y se enfrenta a una infracción administrativa grave, con sanciones de entre 501 y 5.000 euros por maltrato animal.
Imágenes recurrentes en ambientes de caza
Este pasado sábado también se publicaba en IDEAL la historia de Mosca, una perra de caza de la raza setter inglés, que «fue encontrada en un pueblo de Granada al borde de la muerte por varias perforaciones en el cráneo».
«Se lo encontraron en el campo tirado y lo llevamos al veterinario. Allí nos dijeron que las heridas de la cabeza se habían realizado con un pico o algo similar», cuenta a IDEAL Míriam Gálvez, presidenta de Rescatadog.
Sobre el estado en el que la encontraron, Gálvez detalla que estaba muy delgada, con señales de desnutrición y que las perforaciones ya tenían larvas e incluso gusanos. «La dejaron tirada pensado que estaba muerta pero se había desmayado a causa del dolor, no estaba muerta», explica. La recogieron «con el último hilo de vida que le quedaba» y las perforaciones eran de tal tamaño que cabían en ellas «casi dos dedos».
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