23 Dic 2024

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Barreras a la implantación de soluciones basadas en la naturaleza en las ciudades
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Barreras a la implantación de soluciones basadas en la naturaleza en las ciudades 

Ivan Kurmyshov / Shutterstock

El mundo urbano actual constituye el núcleo dinamizador de nuestra sociedad. Genera el 80 % del PIB y alberga a la mitad de la población. Se estima que de aquí a 2030 esta se incrementará semanalmente en 1,5 millones de personas. En 2050 las ciudades alojarán al 75 % de la población.

Aunque el área urbana apenas supone el 3 % de la superficie del planeta, su influencia en el medio ambiente es crítica. Representa entre el 60 % y el 80 % del consumo global de energía, más del 60 % del uso de recursos y el 75 % de las emisiones de carbono.

El efecto isla de calor y la contaminación aérea supusieron en 2013 unas pérdidas mundiales en torno a 5 000 millones de dólares. El riesgo económico sanitario urbano aumenta con la falta de naturación. Se estima que el 44 % del PIB mundial de las ciudades está en riesgo por la pérdida de naturaleza y biodiversidad.

Las infraestructuras grises habituales son más costosas y rígidas que las soluciones basadas en la naturaleza. Las soluciones basadas en la naturaleza pueden suponer un ahorro de un 47 % en el coste de la gestión de inundaciones, y las inversiones necesarias son un 33 % inferiores, con un valor añadido de un 28 % en beneficios medioambientales. A pesar de ello, las inversiones en infraestructuras urbanas siguiendo las soluciones basadas en la naturaleza son inferiores al 0,3 %.

Principales barreras

El pasado noviembre, en una conferencia impartida en la sede del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo de la Universidad Politécnica de Madrid, el internacionalmente conocido arquitecto urbanista Dhiru Thadani expresó su preocupación por la crisis del modelo urbano actual y abogó por la naturación, entre otras medidas.

Si sus beneficios están claros, ¿por qué no hay más proyectos para implantar soluciones basadas en la naturaleza en las ciudades?

La falta de formación e información sobre el tema constituye una barrera para su implantación. Otros aspectos son la lentitud en los periodos de respuesta de la naturaleza, la recuperación de los ecosistemas dañados, la adaptación de las especies vegetales adecuadas y las condiciones geográficas y medioambientales.

Falta de inversión

Conseguir una relación de armonía entre ciudad y naturaleza exige movilizar recursos económicos y humanos, con un sistema de gobernanza eficaz y equilibrado, en una planificación urbana efectiva.

La falta de apoyo a las soluciones basadas en la naturaleza mediante inversiones públicas y privadas es un punto crítico. Se considera que el 85 % de lo realizado ha sido gracias a la financiación pública, especialmente instituciones locales y algunas internacionales como el Banco Mundial.

El sector privado no encuentra incentivos, dada la baja rentabilidad obtenida y el planteamiento de un horizonte a largo plazo. Las valoraciones deberían tener en cuenta las externalidades positivas que se generan con la naturación.

Las políticas fiscales, que apoyan el modelo de vida existente, perjudican el equilibrio de la naturaleza. No se han aprovechado oportunidades como la pandemia de covid-19 para efectuar reajustes en el modelo de vida. Las medidas adoptadas en la postpandemia han tenido un impacto negativo en la naturaleza, al tratar de volver a la situación anterior.

Un enfoque equivocado

Tradicionalmente, las actuaciones políticas siguiendo intereses partidistas buscan resultados a corto plazo que coincidan con su ciclo de gobernanza, mientras que los proyectos de naturación ofrecen beneficios a más largo plazo.

Los problemas de habitabilidad, abastecimiento alimentario y energético, transporte y contaminación se enfocan de forma aislada, lo que da más oportunidades a los instrumentos grises, monodimensionales, que dan soluciones parciales y temporales.

La realidad es más compleja y necesita soluciones globales que contemplen el mundo rurbano (la ciudad y su entorno) pues los modelos se ven distorsionados por los indicadores socioeconómicos utilizados. Estos no incluyen externalidades medioambientales, dependencia de recursos ajenos o impactos a terceros, que limitan su sostenibilidad.

Sin responsables claros

La dispersión de las responsabilidades en la sociedad sobre la protección de la naturaleza y los recursos naturales es otro motivo de la inacción total o parcial ante los retos planteados.

Además, las soluciones basadas en la naturaleza deben estar impregnadas de un espíritu innovador que no significa necesariamente incorporar algo nuevo, sino también corregir los errores cometidos y observar las experiencias existentes, pero no incorporadas.

El horizonte se muestra más optimista a raíz de la concienciación emotiva que están provocando las crisis y catástrofes naturales, cuyos efectos se enfrentan mediante inversiones privadas estableciendo los apoyos adecuados, en base a una responsabilidad social corporativa.

Ciudades para las personas

Las ciudades han evolucionado hacia un modelo perjudicial para sus habitantes y el medio ambiente. Un nuevo modelo que promueve megaproyectos con impactos ecológicos muy negativos y escaso beneficio social, priorizando el transporte motorizado y sus efectos contaminantes, así como el consumo elevado de recursos y generación de residuos.

Hay que diseñar una ciudad para las personas y no para los coches, buscando accesibilidad de servicios básicos a una distancia adecuada en un entorno natural que genere un bienestar físico y mental.

Se dice que la primera utopía de la humanidad fue la ciudad. Pero de la urbe con dimensiones adaptadas a las personas en un entorno de relaciones humanas se pasó a una arquitectura gris de cristal, hormigón y acero con infraestructura adaptada al automóvil. El reto es humanizar nuestro espacio urbano naturando los edificios y ubicando los servicios a distancias asumibles.

Julián Briz Escribano es presidente y fundador de Pronatur.

Isabel de Felipe Boente forma parte de la junta directiva de Pronatur.

Teresa Briz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.