17 Dic 2025

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La Tierra se encamina a perder 100.000 glaciares mientras continúa la inacción política
DESTACADA, MEDIO AMBIENTE

La Tierra se encamina a perder 100.000 glaciares mientras continúa la inacción política 

El calentamiento global no es una abstracción científica, es una cuenta atrás con nombres, fechas y consecuencias irreversibles

El planeta entra en una fase crítica del colapso climático con un dato imposible de maquillar: hasta 100.000 glaciares podrían desaparecer en las próximas décadas. No es una metáfora ni una hipérbole activista. Es la proyección central de un estudio publicado el 17/12/2025 en Nature Climate Change, basado en el análisis de más de 200.000 glaciares mediante datos satelitales y modelos climáticos globales. La ciencia ha puesto cifras a lo que la política sigue tratando como un problema futuro. El futuro ya tiene calendario.

El trabajo, liderado por Lander Van Tricht, de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, introduce un concepto tan frío como devastador: el pico de extinción de glaciares. Es el momento histórico en el que el número de glaciares que desaparecen cada año alcanza su máximo. Según el estudio, ese pico llegará pronto y será brutal. A mitad de siglo, entre 2.000 y 4.000 glaciares desaparecerán cada año, dependiendo del nivel de calentamiento global que la humanidad esté dispuesta a tolerar.

No se trata de una dinámica natural. Es una consecuencia directa de decisiones políticas, económicas y energéticas tomadas hoy, en un contexto dominado por el cortoplacismo, la captura corporativa de la agenda climática y la negación encubierta bajo discursos de “transición ordenada”.

EL PICO DE EXTINCIÓN YA TIENE FECHA

El estudio es claro en sus escenarios y no deja espacio para la ambigüedad. Si el calentamiento global se limita a 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales, el pico de desaparición de glaciares se alcanzará alrededor de 2041, con la pérdida de unos 2.000 glaciares al año. Incluso en este escenario, presentado a menudo como “optimista”, la extinción masiva es inevitable. La diferencia es cuántos se salvan, no si el daño ocurre.

Si el mundo sigue la trayectoria actual, que apunta a un aumento de 2,7 ºC, el balance es mucho más severo. En 2100 se conservarían menos de la mitad de los glaciares que podrían sobrevivir bajo el límite de 1,5 ºC. Y si el calentamiento alcanza los 4 ºC, el escenario es directamente devastador: hasta 4.000 glaciares desaparecerían cada año a mediados de la década de 2050, prolongando el colapso durante décadas.

La diferencia entre 1,5 ºC y 2,7 ºC no es técnica, es política. No depende de descubrimientos futuros, sino de decisiones presentes sobre combustibles fósiles, transporte, industria, agricultura y consumo. Cada décima de grado tiene un coste medible en hielo perdido, agua dulce evaporada y territorios condenados.

AGUA, CULTURA Y VIDA EN RETIRADA

Las pérdidas no se repartirán de forma equitativa. Las regiones con glaciares pequeños y medianos serán las primeras en caer. Los Alpes europeos y los Andes subtropicales podrían perder hasta el 50 % de sus glaciares en apenas dos décadas, según el estudio. No es un horizonte lejano: es una transformación visible antes de 2045.

En zonas con grandes masas de hielo, como Groenlandia o los márgenes de la Antártida, el pico llegará más tarde, pero no será menos grave. El deshielo acelerado alimenta la subida del nivel del mar, altera corrientes oceánicas y multiplica los eventos extremos. La pérdida de glaciares no es solo un problema de montaña. Es un detonante global.

Pero hay una dimensión sistemáticamente ignorada en los informes económicos y en los discursos institucionales. La desaparición de glaciares implica pérdidas culturales, espirituales y sociales irreparables. Comunidades enteras dependen del deshielo estacional para su suministro de agua. Agricultoras y agricultores, pueblos indígenas, ciudades enteras aguas abajo verán alterado su acceso a un recurso básico. No es adaptación, es desposesión.

El estudio subraya que el número de glaciares que desaparecen cada año no es solo una proyección científica, sino una medida directa del fracaso colectivo para frenar el calentamiento global. Mientras se negocian excepciones, se diluyen objetivos y se protege a las grandes industrias emisoras, el hielo sigue retrocediendo sin margen para pactos ni retrasos.

Cada glaciar que desaparece es una prueba física de que el sistema económico actual no es compatible con la vida que dice querer proteger.

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