La violencia sectaria estalla tras la caída de Al Asad y deja casi mil muertos en solo una semana
Cuando se cumplen tres meses desde el derrocamiento de Bashar Al Asad, Siria se encuentra al borde de una nueva guerra civil. La violencia ha estallado en las provincias costeras de Latakia y Tartús, donde las tensiones sectarias y los intereses políticos han desencadenado una brutal represión y enfrentamientos armados que han dejado más de 1.300 muertos. La frágil transición democrática prometida por el nuevo gobierno de Ahmed Al Sharaa ha quedado en entredicho, mientras las fuerzas leales al antiguo régimen y las milicias islamistas vinculadas al nuevo gobierno protagonizan la mayor ola de violencia desde la caída de Al Asad. Estas son las claves para entender qué está ocurriendo en Siria:
1. La caída de Bashar Al Asad abrió una transición frágil
Desde que el régimen de Bashar Al Asad fue derrocado en diciembre de 2024, las nuevas autoridades sirias lideradas por Ahmed Al Sharaa prometieron una transición democrática y la reconciliación nacional. Sin embargo, las tensiones sectarias que caracterizaron el régimen de Al Asad —donde la élite alauí controlaba el poder político y militar— no desaparecieron. El nuevo gobierno, de mayoría suní, ha tenido dificultades para integrar a las fuerzas armadas y de seguridad vinculadas al antiguo régimen, lo que ha creado una situación explosiva.
2. El conflicto sectario estalla en Latakia y Tartús
El 6 de marzo, grupos armados leales a Al Asad lanzaron una serie de ataques coordinados contra las fuerzas de seguridad del nuevo gobierno en la provincia de Latakia, históricamente un bastión alauí. Las autoridades respondieron con una ofensiva militar que se extendió rápidamente a la vecina Tartús, desencadenando un baño de sangre en las comunidades alauitas.
3. Casi 1.000 civiles muertos en una semana
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Reino Unido, ha confirmado la muerte de 973 civiles desde el inicio de los enfrentamientos. A esta cifra se suman cientos de muertos entre las fuerzas gubernamentales y los insurgentes leales al antiguo régimen. Se han documentado ejecuciones sumarias y la existencia de fosas comunes en varias localidades de Latakia y Tartús.
4. El papel de las milicias islamistas en el nuevo gobierno
Ahmed Al Sharaa llegó al poder al frente de una coalición de grupos islamistas, muchos de los cuales tienen vínculos con organizaciones yihadistas. Según informes de seguridad, combatientes vinculados a Al Qaeda y a otros grupos extremistas participaron en los enfrentamientos en las provincias costeras. Esta situación ha alimentado las sospechas sobre la verdadera naturaleza del nuevo gobierno y su capacidad para garantizar la estabilidad del país.
5. La ofensiva de las nuevas autoridades: ¿venganza o seguridad?
El Ministerio de Defensa sirio ha declarado que la operación militar en Latakia y Tartús ha concluido, pero ha prometido que las fuerzas de seguridad continuarán persiguiendo a los insurgentes leales a Al Asad. Sin embargo, hay denuncias de ejecuciones, saqueos y represalias contra la población civil alauí. Según fuentes locales, algunos combatientes vinculados al nuevo gobierno han participado en matanzas en comunidades alauitas como represalia por los ataques de las milicias pro-Asad.
6. La sombra de una nueva insurgencia pro-Asad
Según Muhsen Al Mustafa, analista del Centro Omran para Estudios Estratégicos sobre Siria, los ataques de la semana pasada no fueron acciones aisladas, sino parte de una estrategia coordinada para desestabilizar al nuevo gobierno y recuperar el control de las provincias costeras. Al Mustafa advierte que los leales a Al Asad podrían estar organizando una insurgencia armada para prolongar el conflicto y forzar concesiones políticas.
7. El delicado equilibrio de las fuerzas kurdas
En medio del caos, el líder de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), Mazlum Abdi, ha anunciado un acuerdo con el gobierno de Ahmed Al Sharaa para integrar las estructuras civiles y militares kurdas en la administración estatal. Este acuerdo representa un importante respaldo político para el nuevo gobierno, pero también podría provocar tensiones con Turquía, que considera a las FSD como una organización terrorista vinculada al PKK.
8. La comunidad internacional reacciona con cautela
La Unión Europea ha expresado su preocupación por las informaciones sobre matanzas de civiles y abusos contra la población alauí. La Comisión Europea ha pedido una investigación independiente sobre las violaciones de derechos humanos y ha exigido que los responsables rindan cuentas. Por su parte, Estados Unidos ha condenado la participación de combatientes islamistas extranjeros en los combates y ha instado a las nuevas autoridades sirias a proteger a las minorías religiosas.
9. Rusia mantiene su influencia en Siria
Moscú, que fue el principal apoyo de Al Asad durante la guerra civil, ha evitado condenar directamente las acciones del nuevo gobierno, pero ha ofrecido protección a las comunidades alauitas en Latakia y Tartús. Decenas de refugiados alauíes han buscado amparo en la base militar rusa de Hameimim, donde las fuerzas rusas mantienen una fuerte presencia militar.
10. Israel aprovecha la inestabilidad para ampliar su presencia militar
Israel ha desplegado tropas en la frontera con Siria y en los Altos del Golán, argumentando que la presencia de grupos islamistas vinculados a Al Qaeda representa una amenaza directa para su seguridad. Tel Aviv ha declarado que el acuerdo de desmilitarización de 1974 ya no es válido y ha comenzado a construir nuevas posiciones militares en el área.
La violencia de los últimos días ha puesto en evidencia las tensiones estructurales que atraviesan Siria desde hace más de una década. La caída de Al Asad no ha traído paz ni estabilidad al país; al contrario, ha abierto una nueva fase de enfrentamientos sectarios y conflictos de poder que amenaza con sumir a Siria en una espiral de violencia aún más profunda.
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