Rubén Sánchez
Llevo ya más de una década perseguido por el sindicato del bulo. Qué le vamos a hacer… Soy uno de sus objetivos porque minar mi reputación es la mejor forma de intentar destruir a FACUA.
Según Luis Pineda y su gente, no existía en España nadie más corrupto que Rubén Sánchez. Me describían como un defraudador de dinero público mafioso pistolero pedófilo acosador de mujeres que oculta su homosexualidad casado con una prostituta que se acuesta con su padre y tiene a sus órdenes sicarios dispuestos a partir piernas. Y claro, se vieron en la obligación moral de llenar las calles de la ciudad donde vivo de carteles con mi cara para alertar a todo el mundo de que soy un peligrosísimo delincuente.
Después de todas las historias sobre mí salidas de la imaginación de los señores de Ausbanc y Manos Limpias, ese sindicato del bulo lo tiene un tanto difícil para ser original. Pero siempre hay alguien dispuesto a doblar la apuesta.
Un señor de Murcia soltó que destino el dinero de las subvenciones que recibe FACUA a la compra de cocaína.
El corredor de los 100 metros bulos Vito Zopperalli Quiles debió leer el montaje que me hicieron para hacer creer que tengo tendencias pedófilas y lo versionó deslizando que soy un pederasta que acosa a niñas en los colegios.
Alvise Pérez afirmó que soy un hacker que hundió una tienda online que montó para salvar España de la tiranía para dedicarme a amenazarle, coaccionarle y extorsionarle. Y como con esa película que se montó batió todo un record de espectadores, decidió rodar una secuela en la que me denunciaba en los tribunales por otros cuatro delitos pidiéndome 10 años de cárcel. En la tercera parte de esta mítica saga de fantasía patriótica, una jueza decidió primero imputarme y después juzgarme… para finalmente ser yo quien ha llevado a Alvise a los tribunales por habérselo inventado todo. Lo mismo que he hecho con el velocista y el murciano.
Corre por las redes una leyenda urbana que dice que siempre gano en los tribunales. No es cierto. Tengo veintidós sentencias a mi favor pero también he perdido algunas demandas. Aunque, eso sí, nunca me han condenado por difundir ningún bulo.
Es cierto que gracias a abogados que valen su peso en oro he logrado algunas sentencias pioneras. Pioneras incluso a nivel mundial, como obligar a un difamador a publicarla durante treinta días consecutivos. El tipo tuvo que hacerlo desde la cárcel. Y también es verdad que he recibido una de las indemnizaciones más altas que se han conseguido nunca en España por intromisión ilegítima en el derecho al honor. Pero creedme. Batallar en los tribunales contra gente que hace caja intentando destruir la reputación de los demás cansa. A veces, incluso agota. Y vivir siendo objeto de continuas difamaciones no me divierte en absoluto.
Pero no me queda otra. Yo me lo he buscado por ser el portavoz de una organización que se enfrenta a los abusos de empresas y gobiernos. Y también por tener el atrevimiento de señalar y desmontar las mentiras y los oscuros negocios de ciertos personajes, sobre todo personajes de la ultraderecha patria.
Así que me toca dar la cara para contestar a cada nueva falsedad que lanzan sobre FACUA o sobre mí. Y a veces, arriesgar los ahorros de mi familia llevando a los tribunales a sus responsables si lo que han dicho ha sido de especial gravedad y ha logrado un alto nivel de repercusión. O defendiéndome de demandas y querellas con las que algunos intentan hundirme mediática y económicamente.
La parte positiva es poder comprobar que sigue habiendo más gente buena que seres podridos de odio. Es ver cómo tantas personas hacen piña con quienes somos víctimas de este tipo de ataques. Personas que nos motivan, a mí y a muchos como yo, a seguir enfrentándonos y seguir tumbando a los intoxicadores que, desde una triada política, económica y mediática, viven del negocio de la mentira, el fango y el odio.
Soy Rubén Sánchez y en ocasiones veo fraudes.
—
Editorial del episodio 44 del pódcast En Ocasiones Veo Fraudes
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