Canarias se ha levantado en una protesta sin precedentes contra el turismo de masas, que ha sido simultánea en las ocho islas del archipiélago, así como en ciudades de Europa y la península española como Berlín, Londres, París, Barcelona, Málaga y Granada. La comunidad insular, bajo el lema «Canarias se agota», clama por un cambio en el modelo de organización social y económico que, hasta ahora, ha promovido un turismo que perjudica el entorno natural, contamina las aguas, daña el patrimonio cultural, dificulta el acceso a la vivienda y empobrece a la población local.
La chispa que encendió estas manifestaciones fue la reactivación de dos proyectos de construcción considerados ilegales por los activistas: un hotel en La Tejita y otro en El Puertito de Adeje, en el sur de Tenerife. Ante la falta de respuesta adecuada por parte del Gobierno canario, seis activistas comenzaron una huelga de hambre hace diez días, situación que ha deteriorado gravemente su salud, obligándolos a usar sillas de ruedas debido a la debilidad física extrema que enfrentan. Los activistas y sus apoyos denuncian que no ha habido un diálogo constructivo con las autoridades, enfrentando en su lugar actos de intimidación policial.
La manifestación ha reunido a miles de personas, con estimaciones de participación que varían significativamente. Mientras la organización señala que en Santa Cruz de Tenerife se congregaron al menos 50.000 personas, la delegación del gobierno reduce la cifra a 20.000, con 5.000 más en Las Palmas de Gran Canaria. Las calles de Tenerife se vieron especialmente abarrotadas, con multitudes reunidas desde una hora antes del inicio oficial de la protesta, y la actividad no se disipó hasta bien entrada la tarde. La comunidad canaria exige medidas concretas, como la implementación de una ecotasa, una moratoria a nuevas plazas turísticas y una redistribución más justa de los ingresos derivados del turismo, buscando proteger y preservar su rica herencia natural y cultural para las futuras generaciones.
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