Por Iván Igea Durán – Muévete a tu bola Podcast
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“Cuando la iglesia católica quiso cerrar la parroquia a Javier Baeza, las primeras cartas de apoyo que recibió fueron del Partido Comunista”
“Esta es tu última oportunidad. Después de esto, no hay vuelta atrás. Tomas la píldora azul: la historia termina, te despiertas en tu cama y crees lo que quieras creer. Tomas la píldora roja: te quedas en el País de las Maravillas y te enseño lo profunda que es la madriguera del conejo. Recuerda: todo lo que ofrezco es la verdad. Nada más”. Así habló Morfeo a Neo en la película Matrix, mientras con las manos extendidas mostraba ambas píldoras frente al protagonista que debía enfrentarse al dilema de seguir viviendo su vida acomodada y convencional, o enfrentarse a la realidad: que el mundo que hasta ese momento habitaba no era más que una sombra, un espejismo, una ficción, un sueño.
Neo, que llevaba tiempo percibiendo señales y sentía que no encajaba en el mundo, decide sin duda enfrentarse al despertar, y tras un duro proceso de transición aparece en el mundo real, una civilización apocalíptica arrasada por las máquinas, en el que los humanos son los esclavos que les proporcionan la energía para subsistir y mantener su imperio.
Esta película de 1999, que se rodó cuando la mayoría de las llamadas telefónicas aún las hacíamos desde teléfonos fijos o cabinas telefónicas, y comenzaban a popularizarse los primeros teléfonos móviles, predijo entre otras cosas la esclavitud voluntaria a la que nos vemos hoy en día sometidos los seres humanos en mayor o menor medida. Entre grupos de WhatsApp, redes sociales y canales de streaming, vivimos gran parte de nuestra vida en una realidad virtual. Otro debate es si la realidad tangible es mejor que la virtual, o si una sana combinación de ambas es un mundo ideal que nos ofrece más posibilidades de conocimiento de lo que ha tenido jamás el ser humano.
Isaac Asimov vaticinó en 1988 que llegaría el momento en el que cada individuo tendría una computadora en su hogar con acceso a bibliotecas en las que se almacenarían todo el conocimiento, y que eso facilitaría un nuevo modelo de aprendizaje en el que podíamos formarnos en las materias que de verdad nos apasionan, a nuestro propio ritmo y movidos por nuestras pasiones, de tal modo que en base a nuestros intereses “todos pueden tener un profesor en la forma de acceso al vasto conocimiento de la especie humana”.
Siempre tendremos la tentación de recurrir a los “Crypto Bros” o a los “Trolls” como prueba irrefutable de la decadencia de este nuevo escenario, y así desprestigiar esta nueva era en la que las nuevas generaciones se relacionan de formas que a los cuarentones (y de ahí para arriba) nos generan todo tipo de prejuicios. Pero yo desde luego tengo que ser una de esas personas agradecidas a esta nueva era, ya que si tú en este momento me lees es gracias a esta nueva forma de comunicarnos que ofrecen las redes (y a que Spanish Revolution me brinda la oportunidad de opinar libremente).
Además, desde el podcast Muévete a tu Bola, hemos tenido el privilegio de poder acceder, en la mayoría de los casos gracias a las redes sociales, a más de cien protagonistas a los que hemos podido entrevistar en nuestro programa que se emite vía Twitch y Youtube. Periodistas, políticos, activistas y artistas a quienes seguíamos en muchos casos desde hace muchos años y admirábamos sinceramente, y de pronto teníamos la oportunidad de conversar con ellas o ellos durante casi una hora conociendo los pormenores de su trayectoria y descubriendo en ocasiones secretos antes nunca confesados. En la práctica totalidad de estas entrevistas se terminaba generando un clima de complicidad y de sinceridad, que han hecho que la relación traspasará en algunos casos la frontera digital y les hayamos podido conocer en persona para tomar un café.
Una de las últimas entrevistas que hemos podido realizar, y que me ha impactado profundamente, ha sido al párroco de San Carlos Borromeo, Javier Baeza, conocido popularmente como el cura rojo de Vallecas. Cuando me puse a documentarme, leí una entrevista suya en El Salto, en la que ya dejaba una serie de pinceladas de su filosofía vital con las que incluso me sentí identificado. Por ejemplo, cuando critica que la propia iglesia como institución no denuncie problemas sociales, ya que la propuesta de Jesús es el “anuncio y la denuncia”. “Hay que proponer hacer cosas, pero denunciando las causas. Vamos a cuestionar por qué este sistema, estos políticos, estos economistas, estos quien sea, siguen permitiendo que haya montones de familias para quienes comenzar el colegio sea un suplicio porque no tienen recursos”.
También denunciaba en esta entrevista en El Salto que la iglesia no escucha a las luchas sociales porque “La institución tiene miedo a no controlar lo ideológico”, o que le desespera que “las fundaciones de empresas eléctricas anuncien que van a auspiciar eventos… ¡Bajen los precios de la luz o dejen de cortar el servicio a familias que no pueden asumirlo por falta de recursos!”.
No paraba de entusiasmarme al ver que, a diferencia de otros representantes de la iglesia, utilizaba su visibilidad para denunciar las causas de la precariedad, que no es otra que el capitalismo despiadado, en lugar de aprovechar la más mínima oportunidad de influir en la sociedad para criticar a los homosexuales, lanzar loas al caudillo o rezar para que pusieran una bomba en el Vaticano, como hicieron recientemente un grupo de curas con sotana en un podcast de YouTube.
“Pensé que si la iglesia quería convencernos de la utilidad de su misión, quizá debería hacer más visible la obra de Javier Baeza”
Seguí indagando sobre Javier Baeza y encontré una entrevista en YouTube de hace aproximadamente diez años. Contaba como fueron los orígenes de la parroquia de San Carlos Borromeo, y como debido a su ubicación, en pleno centro de Vallecas, junto al mercado de la droga del Pozo del Tio Raimundo, había tenido que convivir con el drama de toda una generación, la que en los años ochenta y noventa fueron víctimas de la heroína y el virus del SIDA, y como había tenido que enterrar a cerca de cuarenta compañeros de piso con los que convivió (como decía su abuela, convivir es compartir cocina y baño). Javier comparte habitualmente su hogar con personas sin hogar, ya sea porque fueron víctimas de un desahucio, o porque llegaron a España en patera y están esperando a que su situación se regularice, o porque han salido de la cárcel y están en busca de trabajo para rehacer su vida.
Mientras escuchaba este relato del cura rojo de Vallecas, no paraba de venirme a la cabeza el ático de lujo de Rouco Varela, de 370 metros cuadrados, en cuya reforma se gastó más de medio millón de euros de dinero público. Pensé que si la iglesia quería convencernos de la utilidad de su misión, quizá debería hacer más visible la obra de Javier Baeza, mostrando a toda la sociedad como predica con su ejemplo, en lugar de publicitar tantas ruedas de prensa de Rouco alertando de la desprotección de las familias tradicionales por culpa del matrimonio homosexual.
Hacia el final de la entrevista, comencé a leer entre líneas de las declaraciones de Javier Baeza, ciertas máximas de pensamientos más filosóficos que religiosos. Por ejemplo decía que en muchas ocasiones su centro pastoral (Rouco les quitó la denominación de parroquia por una larga historia que puedes escuchar en la entrevista que hicimos a Javier Baeza en Muévete a tu Bola podcast) se tenia que convertir en un punto de reparto de ropa y alimentos, ya que los estragos de la crisis de 2008 habían sido tan acusados que había que solucionar lo urgente, pero que esa caridad no solucionaba el problema de raíz, y que las personas no podían ser permanentemente objeto de limosna y paternalismo ya que tenían que poder valerse por si mismas. Ahí vi de pronto la crítica de Nietzsche en el Anticristo, que decía que “nada es menos sano, en medio de nuestra misma modernidad, que la compasión cristiana”.
También criticaba Baeza el auge de las ONG, que en muchos casos venían movidas por el efecto de las subvenciones, pero que no tenían un interés real por afrontar los problemas de los más desfavorecidos. Javier contaba como en su parroquia tienen un grupo de abogadas que daba asistencia legal a las familias que estaban al borde del desahucio, o como en un momento dado tuvieron que utilizar la parroquia para alojar a veinte familias que se habían quedado sin hogar ya que el empresario que les trajo a España desde Bolivia había edificado sus viviendas sin licencia. Durante ese tiempo oficiaron las misas en la calle.
Más allá de la fe que profeses, los corazones movidos por la empatía se conectan para convertir este mundo en un lugar más justo, con más luz y con más humanidad
Cuando escuchaba esto, no podía evitar recordar las palabras de nuestro querido maestro Manolo Vázquez, que allá por 2010 hacía una dura crítica a las ONG´s que efectivamente solo servían en la mayoría de los casos para acallar las conciencias de jóvenes aburguesados, que en un momento de su juventud viajaban a África o Latinoamérica para hacer un voluntariado de dos meses para luego volver a España sin mirar atrás. Manolo decía “¿Quieres colaborar de verdad? Porque yo te puedo decir un sitio en Vallecas donde hace falta mucha ayuda”. Ahora se que probablemente ese lugar al que se refería Manolo podría ser la parroquia de Javier Baeza, ya que eran amigos y colaboradores, mas allá de que Manolo era ateo. Como bien señaló Baeza en nuestro programa “Manolo era un ateo por la gracia de Dios”. Otra muestra de que los extremos se tocan, en este caso el extremo de la bondad y la solidaridad. Mas allá de la fe que profeses, los corazones movidos por la empatía se conectan para convertir este mundo en un lugar más justo, con más luz y con más humanidad.
Pero para eso tienes que estar dispuesto a elegir la pastilla roja, y adentrarte en un mundo que a todos nos es difícil asumir que existe. Es más cómodo elegir la pastilla azul y continuar con nuestra vida cómoda, en la que la televisión nos dará una visión edulcorada de la realidad y en todo caso calmaremos nuestras conciencias haciendo donaciones periódicas a ONG o dando una limosna en la puerta de la iglesia los domingos.
Decía Lex Luthor en la primera película de Superman “Hay personas que leen Guerra y Paz y cierran el libro pensando que solo han leído una novela de aventuras; hay quien lee los ingredientes de una pastilla de chicle y descubre en ella todos los secretos del universo”. Esa sensación tengo cada vez que vuelvo a ver Matrix. La primera vez que la ví en 1999 salí del cine dando saltos por los bancos de los parques y pensando que si me concentraba lo suficiente podría caminar por las paredes o suspenderme en el aire durante segundos antes de hacer una volea jugando al fútbol. Años después descubrí que la película estaba plagada de referencias cristianas: Neo es el elegido (el mesías), guiado por Trinity (la Trinidad), es traicionado por Cifra (Judas), al final de la película resucita… Y no digamos como muere en la tercera parte de la saga, con los brazos en cruz. Este es un resumen brevísimo, ya que hay ensayos escritos sobre estas teorías.
Pero más adelante lo que escuche es que Matrix es una alegoría del Mito de la Caverna de Platón… ¡Claro! Los seres humanos que viven en una cueva encadenados viendo en la pared sombras de objetos, que para ellos son la realidad; de pronto uno es liberado y después de salir de la cueva y adaptar su mirada a la luz comienza a ver los objetos que hasta ese momento solo había visto representados como sombras (Cuando Neo sale del recipiente en el que ha vivido y despierta en la nave dice que le duelen los ojos al mirar, y le responden que es normal, ya que nunca los ha usado). Cuando este esclavo vuelve a la cueva para liberar al resto y les cuenta lo que ha visto será tomado por loco. Otra referencia a Platón en Matrix es cuando Neo va a ver al oráculo y esta le muestra uno de los principios de la sabiduría señalándole el cartel que tiene colgado sobre la puerta de su cocina donde dice en latín “Conócete a ti mismo”. Esa misma inscripción es la que está en el Oráculo de Delfos donde Sócrates, protagonista de los diálogos de Platón, fue a preguntar quien era el hombre más sabio de Atenas y descubrió que era él, ya que “solo sabía que no sabía nada” y por eso se hacía permanentemente preguntas para conocer la verdad.
¿Entonces Matrix es una alegoría del cristianismo o de la filosofía de Platón? Quizás ambas afirmaciones son correctas, ya que para Nietzsche “el Cristianismo es Platonismo para el pueblo”. Esta frase no tiene un trasfondo peyorativo, es una realidad que Roma quiso implantar una religión que unificara la fe de todo el Imperio y aprovechó el auge de una secta de seguidores de Jesús para instaurar el Cristianismo como religión exclusiva del Imperio en el año 380, de la mano del emperador Teodosio I el Grande. Es cuanto menos irónico que fueran los romanos los que hicieran asimilaran el Cristianismo a su población, sustituyendo la adoración politeísta del pueblo por la de un Dios único, su hijo Jesús y una multitud de santos que en su mayoría habían sido martirizados por el propio Imperio.
Y para una más fácil asimilación del pueblo, transformaron una gran cantidad de ideas de la teología platónica en parábolas más fácilmente comprensibles por el pueblo, de ahí la afirmación de Nietzsche. Por ejemplo, para Platón el mundo real era el de las ideas, los que trasciende a lo tangible, a lo físico: la metafísica. Lo que está más allá de lo físico. De ahí puede haber trascendido la idea cristiana de que el más allá, la vida espiritual después de la muerte, pueda ser una recompensa a nuestro paso por la vida física. Del mismo modo, para Platón, que buscaba en los valores intangibles las ideas perfectas , inmutables e inmortales, decía que a valores como la verdad o la justicia les era común y les superaba en perfección la idea de bien. Por lo tanto para Platón la máxima aspiración era alcanzar el “Sumo Bien”. Otro concepto que se puede trasladar a los valores del Cristianismo en la caridad como virtud suprema de su dogma. Quizás la idea más compleja que se asumió del platonismo fue la del “Ser”, que se extrae del diálogo “Parménides”, donde el maestro de Sócrates relata ante él la idea de que nada puede provenir del “no-ser” y que por lo tanto el Ser siempre ha sido, y eso le convierte en inmortal; y que “lo mismo es el pensar que el ser”. Quizás la idea que se trasladó al Cristianismo para tratar de entender la esencia del mundo es el de “La Trinidad”, que el Padre, el hijo y el Espíritu Santo forman parte indivisible de Dios.
Cuando Javier Baeza pudo haber elegido la pastilla azul, la que le hubiera ofrecido quizás una visión más conservadora de su fe, haber acatado las tradiciones de la iglesia católica, sus vestimentas, sus homilías tradicionales y haber continuado predicando en un “Matrix” en el que hubiera tenido unas mayores comodidades, hubiera calmado su conciencia y la de sus feligreses con algunas limosnas los domingos y no se hubiera encontrado con persecuciones sistemáticas de los “Agentes Smith” de la institución católica.
“Yo he querido hacer una labor de periodista de investigación y revisando las sagradas escrituras, leyendo a Mateo, no dice nada de que Juan Bautista tras bautizar a Jesús en el rio Jordán rellenara el acta con boli azul o negro”
En cambio Javier tomó la pastilla roja, y tras un periodo de transición que implicó mucho sufrimiento, se encontró en el mundo real, en el mundo asolado por el sistema del Pozo del Tío Raimundo, y donde él entendió que para que un drogadicto acostumbrado a ser detenido por hombres de uniforme pudiera llegar a confiar en él para aceptar su ayuda, lo último que necesitaba era ver a un cura de uniforme, por lo tanto decidió colgar el hábito y ser uno más, sin necesidad de imponer una autoridad jerárquica. En el barrio se admira más la autoridad moral. Y en el barrio se valora la fortaleza de las madres que tenían que afrontar el día a día de la falta de recursos, por eso Javier las hacía participar de la lectura de los evangelios, aunque los “señoros” de la cúpula eclesiástica le dijeran que eso no se podía. También se opusieron a que comulgaran con rosquillas o con turrón porque había que hacer las cosas como “Dios manda”; pero para Javier lo que mandaba la palabra de Jesús era compartir lo que se tenía y celebrar la vida. Les quisieron cerrar la parroquia los Rouco Varela y sus secuaces argumentando que en los libros de bautismo había renglones escritos en boli azul y posteriormente en boli negro… “¡Explíquenos esto!” le decían. “pues que se me habrá terminado la tinta del boli” respondía. Yo he querido hacer una labor de periodista de investigación y revisando las sagradas escrituras, leyendo a Mateo, no dice nada de que Juan Bautista tras bautizar a Jesús en el rio Jordán rellenara el acta con boli azul o negro. Platón tampoco dice nada al respecto. Ni Matrix.
Quizás la mayor enseñanza de esto, es que una vez más, en cualquier cultura, país o religión, estamos más unidos por la clase que por el dogma. Finalmente los jerarcas de la iglesia predicarán una idea de bien que será la que le interese a las clases dominantes, a los que les interesa un rebaño sumiso y resignado. Mientras que a personas como Javier, desde su fe cristiana, se encontraran con luchadores revolucionarios antisistema como Manolo Vázquez, que lucharán por conseguir que los que menos tienen se emancipen intelectualmente gracias a la formación, y que tengan los recursos suficientes para no ser víctimas del sistema.
La clase nos une por encima de dogmas de fe e ideologías. La muestra es, que cuando la iglesia católica quiso cerrar la parroquia a Javier, las primeras cartas de apoyo que recibió fueron del Partido Comunista de España y de la Liga Árabe Española. Sobran las palabras.
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