Edward Snowden, el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EE.UU. y actual refugiado en Rusia, ha intervenido en el debate sobre la posible extradición de Julian Assange a Estados Unidos desde el Reino Unido, alegando que no existen mecanismos legales para llevar a cabo tal extradición debido al carácter político de los delitos imputados a Assange. Snowden, conocido por sus revelaciones en 2013 que expusieron extensos programas de vigilancia del gobierno estadounidense, ha destacado el caso de Assange como un claro ejemplo de persecución política, no solo por el contenido de su trabajo periodístico sino también por las implicaciones de su entrega a un Estado en lugar de a una persona.
Según Snowden, el tratado de extradición entre el Reino Unido y Estados Unidos prohíbe expresamente la extradición de individuos cuando las acusaciones en su contra tienen un carácter político. Esto pone en relieve la complejidad del caso de Assange, quien ha sido acusado de delitos que incluyen la publicación de documentos clasificados a través de WikiLeaks, una plataforma que ha expuesto desde abusos de derechos humanos hasta documentos gubernamentales secretos.
La situación de Assange ha generado preocupación no solo entre activistas de derechos humanos y defensores de la libertad de prensa, sino también entre figuras políticas y periodistas de todo el mundo. Snowden insta a estos actores a tomar una postura firme en defensa de Assange, argumentando que su silencio frente a esta situación sería indicativo de una defensa de principios solo cuando es conveniente o popular, en lugar de una verdadera dedicación a los valores de transparencia y justicia.
Este llamado a la acción se produce en un momento crítico para Assange, cuyo estado de salud ha impedido su comparecencia personal en las audiencias recientes sobre su extradición en Londres. Los abogados de Assange han argumentado que extraditarlo a Estados Unidos, donde enfrentaría cargos por espionaje, equivaldría a entregarlo a aquellos que supuestamente conspiraron para su asesinato mientras se refugiaba en la embajada ecuatoriana en Londres.
El caso de Assange no solo pone a prueba los límites de la libertad de expresión y el periodismo en el siglo XXI, sino que también destaca las tensiones existentes entre la seguridad nacional y los derechos individuales. La decisión sobre su extradición tendrá implicaciones de largo alcance, no solo para Assange y su equipo legal, sino también para el futuro del periodismo de investigación y la protección de los informantes en todo el mundo.
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