¿Qué hubiese pasado si fuese Jorge Fernández Díaz quien negociase la rendición?
En el contexto de la derrota de ETA, una afirmación popular es que “a ETA la derrotamos todos”. Pedro Águeda, periodista, destaca lo falaz de esta afirmación en un hilo de Twitter, donde señala el papel crucial de las fuerzas de seguridad y la inteligencia en este proceso. Sin embargo, Águeda arroja luz sobre un aspecto menos conocido: la desinformación y la resistencia ideológica de ciertos sectores de las Fuerzas de Seguridad del Estado (FSE).
El periodista sostiene que “Mientras el CNI informaba al Gobierno de Zapatero de la descomposición interna de ETA y de la autenticidad del plan de la izquierda abertzale de romper con la banda, un sector de las FSE no paraba de filtrar a los medios conservadores que todo era una trampa“. Aquí, el señor Águeda muestra cómo un sector ideológicamente sesgado de las FSE alimentó la desinformación, en detrimento de la realidad. Esta desinformación, en palabras de Águeda, “partían en muchas ocasiones de miembros de las Fuerzas de Seguridad sin información pero con mucha ideología”.
El rol crítico de las fuerzas de seguridad en la derrota de ETA no puede ser subestimado, pero tampoco puede ser descontextualizado. Al tratar el tema con un pincel tan amplio, se corre el riesgo de ignorar las acciones contraproducentes de aquellos que permitieron que su ideología eclipsara su deber.
Ciertos sectores de la sociedad y la política a reescribir la historia, glorificando selectivamente a aquellos a quienes antes difamaban.
H2: La Estrategia Maestra y el Cuestionamiento de la Capacidad Conservadora
La administración de Zapatero, armada con información precisa del CNI, pudo concebir una estrategia efectiva para derrotar a ETA. Como menciona Águeda, “Alfredo Pérez Rubalcaba diseñó la estrategia maestra de golpear a los sectores duros y dar aire a los posibilistas, con especial brillantez en las cárceles, donde ETA tenía a su mayor colectivo de miembros“. Esta estrategia reconoció la importancia de ganar las cárceles y capitalizar la descomposición interna de ETA.
Sin embargo, Águeda desafía a la audiencia a preguntarse si tal estrategia podría haber sido concebida y ejecutada bajo un gobierno conservador. Se pregunta retóricamente, “¿Alguien imagina que Jorge Fernández Díaz -acusado por Anticorrupción de delitos que ascienden a 15 años de cárcel– y con una habilitad política que, siendo magnánimos, se puede calificar de discutible, hubiera podido articular aquello?”. Aquí, Águeda cuestiona la capacidad y la voluntad de los líderes conservadores para tomar las medidas necesarias para derrotar a ETA.
Es necesario reconocer la complejidad de los factores que contribuyeron a la derrota de ETA y abstenerse de simplificaciones que distorsionan la realidad.
H2: El Legado y la Hipocresía: De Acusaciones a Reivindicaciones
Finalmente, es imperativo examinar cómo ha cambiado la narrativa en torno a los
individuos involucrados en la derrota de ETA. Pedro Águeda señala la diferencia entre cómo se percibía y se trataba a algunas figuras clave durante el proceso y cómo son recordadas hoy. En particular, se refiere al caso de Alfredo Pérez Rubalcaba, quien fue una figura central en la estrategia que finalmente resultó en la derrota de ETA.
Águeda lamenta la ironía y la hipocresía de aquellos que lo critican, afirmando que Rubalcaba “Al menos no tiene que oír cómo le reivindican los que en vida le culpaban de todo. O incluso le querían agredir en los pasillos del Congreso“. Aquí, el periodista enfatiza la disposición de ciertos sectores de la sociedad y la política a reescribir la historia, glorificando selectivamente a aquellos a quienes antes difamaban.
Esto, en el contexto de la derecha y su relación con la derrota de ETA, expone un nivel de hipocresía y oportunismo político. Es importante recordar y reconocer las contribuciones genuinas y las dificultades enfrentadas por aquellos que realmente desempeñaron un papel en poner fin a la violencia de ETA. Al mismo tiempo, es fundamental mantenerse vigilante ante los intentos de manipular la narrativa por razones ideológicas o políticas.
El hilo de Twitter de Pedro Águeda arroja una luz crítica sobre la afirmación de que “a ETA la derrotamos todos”, exponiendo la desinformación, la resistencia ideológica y la hipocresía asociadas con ciertos sectores de la derecha en este contexto. Es necesario reconocer la complejidad de los factores que contribuyeron a la derrota de ETA y abstenerse de simplificaciones que distorsionan la realidad. Más importante aún, es esencial preservar la integridad de la historia, dando crédito a aquellos que desempeñaron un papel significativo y enfrentaron desafíos reales, sin permitir que la ideología o el oportunismo político contaminen el legado de estos eventos trascendentales en la historia de España.
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