Por qué el grito de Rebelión Científica no puede ser ignorado
¿Alguna vez has visitado la Giralda de Sevilla? Esta maravilla arquitectónica, un hito que parece desafiar la gravedad, es un tributo a la ingeniosidad humana. Pero, ¿qué pasaría si esta joya del patrimonio de la UNESCO fuera sistemáticamente saqueada, pieza por pieza, hasta que no quedara nada? No podríamos concebir tal destrucción, pero esto es exactamente lo que está sucediendo con otro invaluable patrimonio, el Parque Nacional de Doñana, aunque su desaparición se esté desarrollando en un escenario mucho menos visible que el del centro de Sevilla.
Recientemente, el grupo activista Rebelión Científica decidió hacer visible lo invisible. En una demostración de protesta escalofriantemente lúcida, se encadenaron a la Giralda de Sevilla, levantando la bandera del hashtag #PlandeAcciónYA, exigiendo un mayor compromiso y acción en la lucha contra el cambio climático.
“#LaCienciaEsClara”, proclamaban. Necesitamos planes de mitigación y adaptación a todos los niveles gubernamentales, “de acuerdo con el consenso científico, realizados con participación real de la ciudadanía”. No es sólo una declaración, es una exigencia de compromiso auténtico y esfuerzo colectivo.
Subrayan con urgencia que “Estamos viendo a Doñana siendo saqueada por encima de sus límites biofísicos”. Esta no es una simple dicotomía entre la agricultura y la naturaleza, como algunos pueden argumentar. Si no frenamos la explotación desenfrenada, “ni habrá Doñana ni habrá fresas”. Las palabras pueden parecer alarmantes, pero la realidad de las que hablan es aún más inquietante.
INSUFICIENTE
Se enfrentan al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 de España, señalando que los objetivos de reducción de emisiones son insuficientes. A pesar de que el plan apunta a reducir las emisiones en un 23% para 2030, Rebelión Científica sostiene que esta reducción “debería ser, como mínimo, del doble”, en línea con las recomendaciones del IPCC.
Enfatizan que “las emisiones en España no hacen nada más que aumentar año a año” y que “la temperatura media de nuestros océanos ha superado por primera vez los 20ºC”. Alertan que un reciente estudio indica que “posiblemente el límite de 1.5ºC se supere de aquí a 2027”. Estos son hechos, no presagios o predicciones infundadas.
Rebelión Científica apunta que “cuando llevamos 5 décadas de inacción por parte de los gobiernos, el deber de la ciencia es salir de los laboratorios para dar la voz de alarma”. Exigen “#PlandeAcciónYA” para descarbonizar nuestras economías.
La solución que proponen es radical, pero necesario: un decrecimiento. Aseguran que “esto solo se puede dar de la mano de un decrecimiento, puesto que no hay energía ni materiales para poder sostener un crecimiento infinito”. Aseguran que solo podemos elegir entre “decrecer ordenada o desordenadamente”.
“Decrecer también significa reducción de la jornada laboral, más tiempo libre, fortalecimiento de servicios esenciales como la salud y la educación, y decrecer en sectores como el armamentístico”, enfatizan. Así, nos dejan con una pregunta crítica: “Y tú, ¿qué eliges?”.
CRÍTICA REFLEXIVA
El mensaje de Rebelión Científica es urgente, pero también es críticamente reflexivo. No piden un retroceso a las cavernas, sino un replanteamiento de nuestras prioridades. Esta es una revolución del pensamiento, un giro hacia un futuro sostenible donde las personas y el planeta prosperen juntos, en lugar de uno a expensas del otro.
La fuerza y el fervor de este movimiento no pueden ser ignorados. Los ecos de su protesta en la Giralda de Sevilla resuenan no sólo en la península ibérica, sino en todo el mundo. Su valentía y convicción al enfrentar el status quo son un recordatorio de que el cambio es posible, pero sólo si estamos dispuestos a escuchar y actuar.
Debemos tomar en serio su crítica y apoyar sus demandas de acción. Porque, al final del día, no se trata de un grupo de científicos encadenados a un edificio. Se trata de nuestra responsabilidad compartida de proteger y preservar nuestro hogar común, antes de que sea demasiado tarde. Y es en este espíritu que me uno a su llamado: #PlandeAcciónYA.
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