Maria Jamardo ha hecho alusiones al comentario de Zelenski sobre Gernika.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha recordado el bombardeo de Gernika en su intervención ante las Cortes para recabar una mayor implicación de Occidente tras la invasión de Rusia de su país.
«Estamos en abril de 2022, pero parece que estamos en abril de 1937», ha dicho a través de español por videoconferencia en un acto en el Congreso.
Posteriormente en un programa de Telecinco la tertuliana Maria Jamardo quiso “matizar” la cuestión. “Yo creo que también hay que tener en cuenta que ese guiño, esa referencia que se hizo también indirectamente por parte de Pedro Sánchez en su alocución posterior, hablando de situaciones críticas, dificultades históricas para el pueblo español me ha parecido mal, porque yo creo que hay que recordar que en aquel momento el socialismo, el Partido Comunista, estaban del lado o tenían el apoyo de Stalin. Entonces ni el que bombardeaba era bueno, ni los bombardeados eran tan buenos tampoco, ni el que bombardeaba era malo, ni los que eran bombardeados eran tan buenos”, ha expresado.
Gernika y Paracuellos
También, tras la referencia de Zelenski a Gernika, la ultraderecha española convirtió Paracuellos en TT en redes sociales.
“Que la derecha convierta Paracuellos en TT después de escuchar a Zelenski mencionar el bombardeo de Gernika, demuestra básicamente que se dan por aludidos cuando se nombran los crímenes del fascismo. En realidad no está mal que reconozcan de dónde vienen…”, expresó Pablo Iglesias.
Y otros cientos de tuiteros publicaron en este mismo sentido:
Cómo ayudó Picasso a luchar contra el fascismo
En enero de 1937, el Gobierno de Juan Negrín pidió a Picasso una obra de grandes dimensiones para la Exposición Internacional de París. El momento era dramático: la Guerra Civil machacaba España y la II Guerra Mundial estaba a las puertas de asolar Europa.
Picasso pintó el Gernika en mayo de 1937, después de que la Legión Cóndor alemana lanzase sobre Gernika el primer ataque aéreo contra población civil. El sufrimiento de la guerra logró inspirar a Picasso, quien pudo representar en su trazos el dolor y la violencia del atentado hacia el pueblo vasco, tratando de reproducir el sufrimiento de la gente, el dolor de los animales, el susto del pueblo, el lamento de los soldados y un claro rechazo a la cruel decisión de Franco. El Gernika se convirtió en emblema contra la barbarie, daría nombre a las víctimas y señalaría una clara postura contra un gobierno fascista y totalitarista.
Picasso era pro-republicano y ardiente opositor a Franco. Y su denuncia se centra principalmente en las víctimas civiles, cuando estos se transforman en objetivos bélicos. La biografía enormemente insuficiente y sesgada que ha preparado El Prado reconoce tímidamente este compromiso del pintor, definiéndolo erróneamente como un liberal. Picasso nunca fue un liberal, por mucho que ahora esta definición esté de moda.
Al poco tiempo del bombardeo se planificó la Exposición Internacional de París en 1937 a la que Picasso fue invitado para realizar una obra que apoyara a la Segunda República de España. Tras desmontarse la Expo y con la guerra del lado nacional, se convirtió en propaganda itinerante al servicio de la República.
Aunque el Gernika a primera vista no tiene relación con el bombardeo, es una pintura plagada de simbolismo. Se le han dado múltiples interpretaciones: mujeres quemándose y huyendo, el toro como símbolo fascista, la paloma que refleja la paz rota, un caballo en tierra, un guerrero herido… componentes que hablan sobre la brutalidad de Franco y sus aliados sobre la sociedad civil. «En mis obras recientes expreso mi execración de la casta que ha hundido a España en un océano de dolor y de muerte», dijo el malagueño cuando lo estaba pintando.
En 1938, el Gernika fue incluido en una muestra que viajó al norte de Europa. Después se mostró en Inglaterra, donde fue requerido por el Comité de Ayuda a los Refugiados Españoles, y embarcó más tarde hacia Nueva York. Picasso había recibido la propuesta de los Comités de Ayuda de que lo enviase a América para recaudar fondos. En EEUU, el cuadro giró por Los Ángeles, San Francisco, Chicago, Boston… hasta que se instaló en el MoMA en 1942, de donde sólo salió para exposiciones puntuales hasta su regreso a España.
A finales de los 60, Franco decidió que esta obra tan incómoda debía volver a casa. Se iniciaron unas gestiones que no dieron frutos hasta 1981, con la democracia consolidada y el caudillo muerto. Y es que aunque el Gernika era una bofetada para su Régimen, el primero en oponerse al regreso era el autor, que solicitó que su obra no fuera exhibida en España hasta que la democracia volviera a las tierra ibéricas. El Gernika llegó el 10 de septiembre de 1981 pero Picasso no llegó a verlo en casa ya que había fallecido en abril de 1973.
La obra sería reconocida, tiempo después, como la más importante e influyente del siglo XX gracias a que Picasso hizo una fuerte declaración ante los movimientos totalitaristas y al terror de los habitantes de Gernika. Picasso con el Guernica dio a entender que el arte también podía convertirse en una herramienta que comunicara pensamientos y sentimientos con fuerza.
La imagen del Gernika ha sido utilizada como significante antibélico en numerosos y diferentes contextos: usada como pancarta tanto por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, como por grupos de la Izquierda Abertzale, en las protestas del 15M, como cabecera de una manifestación contra las bases de la OTAN, como pancarta en una manifestación contra los montajes policiales del “caso 4F” en Barcelona, contra la ocupación israelí de Palestina, como mural en la ciudad de Belfast, etc
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