“Mi hermana y yo tuvimos que buscarnos la vida compaginando estudios y empleos para poder comer”, la emotiva carta de un hijo a su padre enfermo.
Por EDU SÁNCHEZ REY
Probablemente lo que vayas a leer ahora mismo ya te suene de antes, ya que todos conocemos a alguien con una historia similar a sus espaldas. Alguien que perfectamente podría ser tu vecino, tu primo, o incluso tú mismo, pero en este caso hablo de mi padre y nuestra historia.
Nunca había querido hacer público nada de esto, pero a veces llega un momento en el que explotas y necesitas soltarlo todo. Pues bien, ese momento llegó cuando hace poco más de veinte días, recibimos en casa una carta certificada que esperábamos con cierta ilusión, pensando que por fin se reconocería lo que tantos años llevábamos luchando.
Esa ilusión se transformó en miedo una vez la tuve en mis manos y comencé a leerla. No me hicieron falta más de cinco segundos para confirmar todos mis temores: por sexta vez, la Seguridad Social sigue sin reconocer que mi padre no puede trabajar.
Ya son más de diez años esperando ese momento que nunca llega. Diez años posponiendo celebraciones. Diez años desde que tuve que renunciar a estudiar en la Universidad debido a la imposibilidad que tenía mi familia de asumir los costes. Diez años desde que mi hermana y yo tuvimos que buscarnos la vida compaginando estudios y empleos para así poder tener algo que llevarnos a la boca. Diez años desde aquel momento en el que casi perdemos nuestra casa, la que tanto esfuerzo y sacrificio les costó levantar a mis padres. En definitiva, más de diez años con la vida pausada.
Es triste escribir esto, pero es más triste pensar en cómo hemos tenido que renunciar a tantas cosas desde que mi padre enfermó debido a varias operaciones fallidas en su espalda que le impiden trabajar. Aunque el dolor crónico es el que no le permite trabajar, es la Seguridad Social la que no le permite vivir, o al menos hacerlo con cierta dignidad, ya que según ellos, él puede trabajar en múltiples profesiones exceptuando la suya propia, albañil.
Ojalá pudiera hacerlo. Ese es el lamento diario de mi padre, el cual tiene pegados en su cuerpo parches de liberación de morfina combinados con más de una decena de pastillas para poder sobrellevar los dolores que sufre.
Lo mejor de todo, es que la Justicia, al menos por un momento, llegó a darnos la razón. Y digo por un momento, porque fueron pocos los meses en los que cobró su pensión de incapacidad permanente absoluta, ya que la Seguridad Social recurrió la sentencia y volvieron a retirarle este reconocimiento.
Debido a esto que os cuento y cansado de convivir con esta injusticia, hace unos días decidí hacer pública esta historia, solicitando firmas en la plataforma Change.org pidiéndole al INSS el reconocimiento que mi padre merece. Afortunadamente, en muy pocos días hemos conseguido recabar más de 18.000 firmas de todos los rincones de España solicitando al INSS esta revisión, y cuántas más consigamos, mejor.
Pese a la constante sensación de inutilidad que siente mi padre, solo puedo decir públicamente que estoy muy orgulloso de él. A pesar de que ya él ya no tengas fuerzas para seguir luchando por esto, él me enseñó a no rendirme nunca, así que no voy a parar hasta conseguirlo, papá.
Puedes firmar la petición aquí.
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