En la última emisión de «Hasta el coño de» con Marina Lobo, la emoción estaba en su punto álgido: «Ha reaparecido nuestro Pablo Casado», exclamó. Antes de sumergirse en los pormenores de este regreso, Marina invitó a los espectadores a desahogarse sobre aquello que los tiene hartos y cansados.
«Renuncio a mi hasta el co*o», bromeó Marina, «por él, por el rey, el verdadero rey de este programa». Y así comenzó la oda sarcástica a Pablo Casado, el único presidente, referente, musa e inspiración del show.
Con una mezcla de chistes ácidos y observaciones mordaces, Marina describió la «aparición» de Casado como una salida de la jaula después de años de encierro político. Se rió de los rumores sobre cambios en la apariencia de Casado y bromeó sobre su dieta en la «mazmorra de Génova».
Con la habilidad de quien desentraña la política y la realidad con humor afilado, Marina relató cómo Casado había sido «cargado» por su propio partido, destacando la ironía detrás de su «desaparición voluntaria». Cada vez que Casado se dejaba ver, Marina no podía evitar señalarlo, como si fuera un juego de «¿Dónde está Pablo Casado?».
Marina incluso especuló sobre la posibilidad de que a Casado le hubieran cortado la lengua para mantenerlo en silencio político, y le ofreció un espacio en su programa para que «se explayara» cuando quisiera, aunque bromeó con la idea de que probablemente lo obligaron a callar a cambio de no revelar secretos oscuros.
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