¡Vamos Rafa! Sí, ¿pero a dónde? La decisión de Nadal de convertirse en embajador de la Federación Saudí de Tenis es, probablemente, un gran paso en falso en su carrera. En primer lugar, es evidente que esta asociación no es simplemente un acuerdo deportivo.
Arabia Saudí ha estado bajo escrutinio internacional por sus continuas violaciones de los derechos humanos, la represión de la libertad de expresión y las restricciones en la vida cotidiana de sus ciudadanas y ciudadanos.
Al alinearse con este régimen, Nadal está esencialmente prestando su prestigio y legitimidad a un gobierno con un historial abominable. El argumento de que Nadal está ayudando a promover el tenis en Arabia Saudí suena hueco. ¿Cómo puede uno realmente promover valores deportivos y éticos en un país como ese?
Nadal afirma estar emocionado por formar parte de este supuesto «progreso». Su entusiasmo parece, en el mejor de los casos, desvinculado de la realidad. Aún hay tiempo de recapacitar, de dar marcha atrás en una decisión derivada de los beneficios económicos, ¿pero no tienes ya suficiente dinero, Rafa? Vamos, Rafa. Recapacita, y vamos, sí, pero vamos a no promocionar abusos. Que mucha pulsera de España, pero os gusta demasiado el dinero de fuera…
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