La clase trabajadora se esfuerza incansablemente, día tras día, con la ilusión de que su arduo trabajo será recompensado con ascensos, mejoras salariales o, en el sueño más inalcanzable, con llegar a ser dueños de la empresa para la que trabajan. Sin embargo, esta esperanza se estrella contra un muro de realidad: el sistema está diseñado de manera que las posibilidades de ascender a esos niveles de poder y riqueza son mínimas para el trabajador medio.
Esta ilusión, alimentada por una narrativa de “si trabajas duro, lo lograrás”, es una falacia cruel que ignora las estructuras de poder y riqueza profundamente arraigadas que dominan el mundo corporativo. Trabajar por salarios de miseria se ha convertido en una realidad para muchas y muchos, obligándonos a vivir al día, sin posibilidad de ahorrar o planificar un futuro. Esta precariedad no solo afecta la estabilidad económica, sino que también tiene un impacto devastador en la salud mental y el bienestar de los trabajadores.
La indignación es inevitable y justificada cuando las grandes corporaciones y sus ejecutivos acumulan riquezas astronómicas, mientras que sus empleados luchan para llegar a fin de mes. Y si hablas con claridad, si te sinceras y dices que el trabajo es un trabajo, que no te importa lo que le importa a los mandamases, tienes la puerta en la mano y un pie en el culo. Que se lo digan a Carmen.
Related posts
De cuando la ONU reconoció el hambre como crimen y Estados Unidos e Israel dijeron no
En 2021, 186 países votaron a favor de reconocer el derecho humano a la alimentación. Solo dos se opusieron: los mismos que hoy justifican bloqueos y genocidios.
Friedrich Merz declara la guerra al Estado del bienestar alemán
El canciller se arrodilla ante las élites económicas mientras abre la puerta a recortar derechos sociales.
83% de las personas asesinadas en Gaza eran civiles: la mentira de la “guerra limpia” israelí
Los datos secretos del propio ejército israelí desmontan el relato oficial: el asedio a Gaza es un genocidio planificado, con un índice de matanza civil pocas veces visto en la historia reciente.
Vídeo | París marca el camino
París acaba de plantar un bosque en pleno centro. Donde antes había cemento y calor, ahora hay sombra, frescor y vida. Si ellos pueden, ¿qué excusa tienen nuestras ciudades? La crisis climática no espera: lo público debe apostar por espacios verdes, habitables y resilientes.
Vídeo | Jefaza
Cuando la ciudadanía se rebela, cuando una mujer de 87 años se atreve a pegar una pegatina contra el genocidio, mandan a cinco policías a por ella como si fuera peligrosa.