Una nueva ofensiva de la administración Trump amenaza el conocimiento libre en favor de la propaganda estatal.
La administración de Donald Trump ha cruzado otro límite. Esta semana, el Departamento de Justicia, bajo órdenes directas del presidente, ha lanzado una amenaza formal contra la Fundación Wikimedia, responsable de Wikipedia, acusándola de difundir “propaganda” y “permitir la manipulación extranjera de información”. El fiscal interino del Distrito de Columbia, Ed Martin —un fiel soldado al servicio del autoritarismo presidencial— firmó la carta que pone en jaque el estatus de organización sin ánimo de lucro de Wikimedia, amparado hasta ahora en la Sección 501(c)(3) del Código de los Estados Unidos.
Con esta maniobra, Trump pretende golpear el corazón mismo del conocimiento compartido: la información libre, abierta y revisable por miles de editoras y editores de todo el mundo. Es el mismo patrón ya visto en los ataques sistemáticos contra universidades, centros de investigación y publicaciones científicas de prestigio como CHEST Journal, The New England Journal of Medicine y Obstetrics and Gynecology, acusados recientemente también de “partidismo” por no acoger posturas negacionistas o pseudocientíficas.
La acusación no se sustenta en pruebas contrastables. El escrito afirma, sin rubor, que la Fundación Wikimedia estaría “subvirtiendo los intereses de las y los contribuyentes estadounidenses” porque su consejo de administración incluiría «mayoritariamente a extranjeras y extranjeros», y porque permite, supuestamente, “reescrituras de eventos históricos y biografías de líderes estadounidenses” que afectan a la «seguridad nacional». Todo esto bajo el argumento recurrente y paranoide de que el enemigo viene del exterior, como si el problema de la desinformación y el revisionismo no se gestase ya dentro de sus propias instituciones.
La Fundación Wikimedia tiene hasta el 15 de mayo de 2025 para responder a este ultimátum. Mientras tanto, diversas organizaciones de derechos digitales y libertad de expresión, como la Electronic Frontier Foundation (EFF), han denunciado la gravedad de la amenaza y el precedente que puede sentar para cualquier plataforma que no se pliegue a la narrativa oficial.
EL BRAZO REPRESOR DEL GOBIERNO DE TRUMP AMENAZA AL CONOCIMIENTO LIBRE
Ed Martin no es un actor menor en esta ofensiva. Desde su despacho en Washington, se ha especializado en redactar cartas que, bajo apariencia jurídica, buscan amedrentar a medios, científicas y científicos, y plataformas educativas que no se doblegan a los caprichos ideológicos del régimen. Su historial reciente incluye amenazas legales contra medios que investigaron al Departamento de Eficiencia Gubernamental y contra legisladoras y legisladores que criticaron las tropelías de Elon Musk tras ser puesto al frente de importantes funciones estatales.
Musk, convertido en socio de facto del Gobierno, ha atacado públicamente a Wikipedia calificándola de “Wokepedia” y acusándola de ser «un brazo más de los medios de comunicación tradicionales», como denunció recientemente The Free Press. No es casual que los esfuerzos de censura apunten también contra la enciclopedia libre: controlar la memoria colectiva es imprescindible para dominar la política contemporánea.
El ataque a Wikipedia forma parte de una estrategia mayor: vaciar de contenido crítico los espacios de conocimiento libre, deslegitimar las ciencias sociales y naturales, borrar los derechos LGTBI de la esfera pública y reescribir la historia para encajarla en un relato nacionalista, machista y racista. Se trata de un asedio contra el pensamiento libre tan evidente como obsceno.
No olvidemos que bajo la administración Trump se eliminaron referencias a la eficacia de las vacunas y a la salud LGTBI en páginas oficiales del Gobierno federal, tal como documentó en su momento The Guardian.
No es una exageración afirmar que el poder actual en Estados Unidos quiere instaurar un Ministerio de la Verdad propio, donde la ignorancia sea un deber patriótico y el escepticismo, un acto criminal. En nombre de una supuesta defensa de la “libertad de expresión”, están pisoteando todo espacio de pluralidad real.
La historia demuestra que cuando los regímenes temen a las y los editores voluntarios de una enciclopedia libre, es que su legitimidad se tambalea. Ninguna carta, por muy oficial que sea, podrá borrar lo que millones de personas saben: el conocimiento colectivo siempre es más poderoso que cualquier autócrata envalentonado.
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Típico de dictadores,y fascistas.