La Fiscalía indica que en los registros practicados en el domicilio y en el despacho de Rato se encontraron documentos que lo vinculan con la sociedad
A Rodrigo Rato, ex ministro de Economía de José María Aznar, le crecen lo enanos. Si ayer nos enterábamos de que volverá a sentarse en el banquillo de los acusados por delitos contra la Hacienda Pública, blanqueo de capitales y corrupción en los negocios en el marco de la causa sobre el presunto origen «ilícito» de su patrimonio, hoy sabemos que el calificativo de “organización criminal” empieza a quedársele corto al Partido Popular”.
Y es que Infolibre ha desvelado que Rato mantuvo conexiones empresariales con Abdul Rahman El Assir, un famoso traficante de armas de origen libanés que fue durante años un gran amigo del entonces rey Juan Carlos I, ahora fugado de la Justicia española y condenado en rebeldía en Francia el año pasado por un asunto de corrupción. El nexo de unión entre ambos es una sociedad de Luxemburgo denominada Wheelerdale Corporation Sàrl.
Esta relación empresarial ha sido constatada de acuerdo con documentos del Registro Mercantil de Luxemburgo y de pruebas documentales incautadas a Rato en el marco de la investigación judicial sobre el presunto origen ilícito de su patrimonio.
La Fiscalía lo tiene claro
Abdul Rahman El Assir declaró ante el Registro de Titularidades Reales de Luxemburgo que era el beneficiario último del 75% de la compañía Wheelerdale. El 25% restante estaba controlado por su hermano. Sin embargo, la Fiscalía Anticorrupción española detalla en el recurso de apelación que presentó el pasado 5 de marzo, ante la Audiencia de Madrid, contra el auto que pone fin a la investigación del Juzgado de Instrucción Número 31 de Madrid sobre el conocido como caso Rato, que considera que esa empresa de Luxemburgo forma parte del patrimonio oculto en el extranjero del ex político del PP.
La Fiscalía indica que en los registros practicados en su día en el domicilio y en el despacho de Rato se encontraron “escrituras, certificados, estatutos, documentos y mails” que lo vinculan con la sociedad Wheelerdale, con un patrimonio de más de 77 millones de euros, y destaca que Rato recibió transferencias desde cuentas relacionadas con Wheelerdale.
Ahora, el juez Antonio Serrano-Arnal pretende dejar fuera del juicio todo lo relacionado con Wheelerdale, algo con lo que la Fiscalía Anticorrupción no está en absoluto de acuerdo y el pasado 5 de marzo presentó un recurso de apelación contra el auto con el que el juez finalizaba la instrucción, al entender que “realiza afirmaciones erróneas que no se ajustan a la realidad documental obrante en autos, incurre en omisiones de hechos que forman parte de la instrucción e injustificadamente no se recogen en el auto, y está desajustado al entremezclar confusamente hechos de distintos delitos”.
Señala la Fiscalía Anticorrupción en su esccrito que la documentación incautada evidencia el “presunto manejo de la anterior estructura societaria instrumental” para la “repatriación de fondos del extranjero con origen en GI International/Wheelerdale y con destino, según indicios de la causa, a Rodrigo Rato Figaredo”.
En redes la noticia ha despertado muchas opiniones sobre la deriva judicial de Rato, pero destacamos un mensaje simple por encima del resto:
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