Según un decreto de la Comisión Cultural del Emirato Islámico, fechado el 10 de julio de 2021, en algunas provincias los matrimonios forzosos son una obligación religiosa
Desde principios del siglo XX, las mujeres afganas se han estado movilizando para lograr más libertad e igualdad de género, pero cuando los talibán llegó por primera vez al poder en 1996, los derechos de las mujeres a la educación y empleo quedaron brutalmente suspendidos.
Pero todo vuelve. Ahora, cuando el país comienza otra era bajo el régimen del Talibán, muchos temen que este sea el regreso a una de las épocas más oscuras para las mujeres en ese país. Los talibanes intentarán volver a sus interpretaciones conservadoras del islamismo e intentarán regresar a las mujeres a la esfera doméstica.
Muchas jóvenes afganas solteras no salen de sus casas o de la de sus padres por miedo a ser casadas a la fuerza con un taleb. El temor aumenta en el caso de mujeres residentes en ciudades, mayores de 20 años y sin marido, ya que se considera altamente inmoral.
La exdiputada Fawzia Koofi, primera mujer vicepresidenta del Parlamento, ha advertido a menudo sobre los matrimonios forzosos y ha señalado a Mediapart (socio editorial de infoLibre), en noviembre de 2020, que recibía informes de mujeres y niñas obligadas a casarse con combatientes talibanes que, a diferencia de sus responsables políticos, actuaban de la misma manera que cuando estaban en el poder.
Según un decreto de la Comisión Cultural del Emirato Islámico, fechado el 10 de julio de 2021 y al que ha tenido acceso Mediapart, en algunas provincias los matrimonios forzosos son una obligación religiosa.
En este texto, titulado “Anuncio del Emirato Islámico sobre el derecho de las jóvenes y las viudas a casarse con combatientes del Emirato Islámico”, se afirma claramente que “las jóvenes mayores de 15 años y las viudas menores de 45” están obligadas a casarse con combatientes talibanes. Por supuesto, no se habla de que tengan que dar su consentimiento ni ellas ni sus familias.
Tal y como informa Mediapart, el decreto afecta a Badajshán y a Tajar, dos provincias del noreste de Afganistán que los talibanes acababan entonces de conquistar para “establecer el islam”. Se desconoce si en la actualidad se han emitido otros decretos que ordenen este tipo de matrimonios forzosos en otras provincias afganas.
El texto ordena incluso a las autoridades administrativas y religiosas que elaboren listados “con el fin de erradicar la ignorancia y el ateísmo, así como los problemas sociales que sufren los jóvenes de esta provincia en general”. “Los responsables del Emirato Islámico dan la orden, en colaboración con los habitantes de esta provincia, en particular los jefes tribales, los alcaldes de los pueblos, los mulás e imanes que dirigen la oración en las mezquitas, que proporcionen a la Comisión Cultural de los Combatientes del Emirato Islámico una lista de niñas mayores de 15 años y de viudas menores de 45 años para que, si Dios quiere, estas niñas sean casadas con los combatientes, de acuerdo con la ley de la religión [… ]”.
Si estos matrimonios forzosos se llevan a cabo, las mujeres y las niñas serán llevadas a Waziristán, en Pakistán, para ser reeducadas y convertidas al “auténtico islam”, aunque en esta región se plantean interrogantes, ya que hay muchas escuelas religiosas pero no se consideran centros teológicos de primer orden, si en cambio, se encuentran entre los más fundamentalistas.
Los talibanes de Waziristán se encuentran entre los más vinculados a Al Qaeda, que había establecido campos de entrenamiento en esta región, y encarnan el radicalismo más fuerte dentro del movimiento.
Esta orden ha provocado un profundo temor entre las mujeres y sus familias que viven en estas zonas y las ha obligado a huir y unirse a las filas de los desplazados internos, lo que se suma al desastre humanitario que se está produciendo en Afganistán. Solo en los últimos 3 meses, han sido desplazadas 900.000 personas.
En el triunvirato que ahora dirige a los talibanes está el jefe de las “redes Haqqani”, Sirajuddin Haqqani, ahora encargado de las operaciones militares de los talibanes en el este y el norte del país. Su hermano Anas, se encarga en Kabul de la seguridad desde la toma de la ciudad.
Esclavitud sexual, no matrimonio
Esto es solo una cruda advertencia de lo que se avecina. A pesar de afirmar que han cambiado su postura respecto a los derechos de las mujeres, las acciones de los talibanes y sus últimos esfuerzos por someter a miles de mujeres a la esclavitud sexual demuestran todo lo contrario.
Además, los talibanes han señalado su intención de negar la educación de las niñas más allá de los 12 años, prohibir el empleo de las mujeres y reinstaurar la ley que exige que las mujeres estén acompañadas por un tutor.
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