Una denuncia a la normalización de discursos extremos, que antes se consideraban marginales y ahora llenan las televisiones
En un reciente hilo de Twitter, el aclamado cantautor Ismael Serrano lanza un cuestionamiento acerca de cómo ciertos medios de comunicación han tratado temas políticos, señalando su papel en el blanqueo del fascismo y el efecto que esto tiene en el panorama político y social de España. Sus palabras no son meramente una crítica, sino una llamada a la reflexión y al cuestionamiento de los caminos que recorre la sociedad actual.
Ismael inicia su hilo con un señalamiento directo a aquellos medios que han “blanqueado en los medios de comunicación el fascismo bajo el disfraz libertario”. Es una referencia a la normalización de discursos extremos, que antes se consideraban marginales y que, por razones diversas, han ocupado espacios protagónicos en la televisión. Los medios tienen el poder de definir la agenda y de dar visibilidad a ciertas voces. En esta era de espectacularización, la confrontación y los discursos radicales parecen atraer más la atención del público que un análisis profundo y reflexivo.
¿Cómo es posible? Se preguntan quienes blanquearon en los medios de comunicación el fascismo bajo el disfraz libertario.
— Ismael Serrano (@SerranoIsmael) August 14, 2023
Televisasteis el abismo en prime time para que todos lo mirasen, ahora el abismo es el que mira y ríe. Y ya no es tan gracioso.
Serrano continúa señalando que la desafección política de los jóvenes es una consecuencia directa de sentirse olvidados y marginados por un sistema que parece perpetuar la precariedad y la incertidumbre sobre su futuro. A medida que se desarrolla el hilo, surge el debate sobre el verdadero impacto de los medios tradicionales, especialmente entre las generaciones más jóvenes. ¿Cuántos jóvenes realmente consumen televisión hoy en día? Si el poder de los medios tradicionales ha menguado, ¿de dónde proviene la influencia que lleva a los jóvenes a adoptar posturas extremas? Aquí se abre un espacio para reflexionar sobre el papel de las redes sociales y otras plataformas digitales en la formación de la opinión pública.
Serrano, sin embargo, no pretende culpar únicamente a los medios. La insatisfacción es tan grande que muchos votan por opciones que antes hubieran considerado peligrosas. Esto es un reflejo de la desconfianza hacia las instituciones y los líderes tradicionales. Sin embargo, Serrano insiste en que no debemos subestimar al público ni asumir que no están prestando atención.
La clave puede estar en el poder legislativo, que sigue siendo un bastión de la democracia. Frente a la incertidumbre y la volatilidad de los discursos extremos, las instituciones democráticas pueden ofrecer estabilidad y dirección.
Con humor ácido, Serrano concluye haciendo alusión a la economía de las criptomonedas, tal vez como una metáfora de cómo muchos están dispuestos a sacrificarlo todo en busca de soluciones rápidas y rentables, sin pensar en las consecuencias a largo plazo.
El hilo de Serrano es una invitación a cuestionar y analizar críticamente la dirección que está tomando la sociedad, y la responsabilidad que tienen los medios, las instituciones y cada uno de nosotros en la construcción del futuro político y social. Es una llamada a no rendirse y a seguir luchando por una sociedad más justa y equitativa.
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