29 May 2025

Blog

Google, Musk y Slim: la trinidad del esclavismo digital
DESTACADA, INTERNACIONAL

Google, Musk y Slim: la trinidad del esclavismo digital 

Han pasado de prometer libertad con la tecnología a exigir servidumbre con reloj

LOS NUEVOS AMOS DEL TIEMPO QUIEREN TU VIDA ENTERA

Google ya no quiere cambiar el mundo: quiere exprimirlo hasta que no quede ni una hora libre en tu calendario. Sergey Brin, cofundador de la empresa que prometía organizar la información del mundo, se une ahora a la secta de magnates que sueñan con fábricas de carne humana trabajando 60 horas semanales sin rechistar. Según el New York Times, Brin considera que ese es el “punto dulce de la productividad”. No para ti, claro, sino para él y sus 132.000 millones de dólares.

¿El contexto? El desarrollo de la inteligencia artificial Gemini. Un monstruo tecnológico que, paradójicamente, exige sacrificios humanos para ser construido. A eso se reduce el siglo XXI para la élite digital: herramientas diseñadas para liberarnos que acaban sirviendo para justificar nuevas cadenas. ¿Que tu madre no puede verte porque está en la oficina 12 horas? Es que está “optimizando su rendimiento”. ¿Que te explotan? Tranquilo: lo hacen por el bien de la innovación.

Brin recomienda trabajar todos los días laborables en la oficina. Nada de teletrabajo. Nada de conciliación. Nada de salud mental. Si no te dejas la piel, eres una “influencia negativa” para el equipo. Esta es la misma lógica que criminaliza el descanso y glorifica el agotamiento. La misma que lleva a generaciones enteras a soñar con trabajar en Google para acabar durmiendo en la oficina con una pizza fría por almohada.

EL CULTO A LA EXPLOTACIÓN TIENE NUEVOS PROFETAS

Sergey Brin no está solo. Elon Musk ya ha dejado claro que considera el fin de semana un privilegio inadmisible. Lo dijo en X, lo gritó en Tesla, lo impuso en SpaceX: si no trabajas 120 horas semanales, no mereces tu empleo. El millonario que despide a miles mientras predica la meritocracia ahora afirma que la sobreexplotación laboral es un “superpoder”. No es una metáfora: es una amenaza.

Musk no quiere trabajadores, quiere devotos. Que sacrifiquen su vida personal, su salud, su dignidad. Que renuncien a todo por alimentar sus delirios de grandeza. Mientras él juega a Dios en Marte, tú deberías estar encadenado al teclado en la Tierra.

Y por si faltaba alguien en este aquelarre de opulencia y sadismo, ahí está Carlos Slim, el magnate mexicano que opina que trabajar 48 horas semanales “es bueno para ti”. Que ganar más —trabajando más— es el camino a una vida mejor. Lo dice alguien que jamás ha trabajado como cajero, como obrero, como enfermera o conductor. Lo dice alguien que jamás ha sabido lo que es arrastrarse para llegar a fin de mes mientras otros juegan con tus jornadas como quien lanza dados.

Estos tres hombres, que juntos suman más de 300.000 millones de dólares, se atreven a decirte que no trabajas lo suficiente. Que si estás cansado, frustrado o enfermo, es porque no te esfuerzas como ellos. Como si dirigir imperios desde yates de lujo tuviera algo que ver con partirse el lomo en un hospital mal dotado o en una fábrica en ruinas.

Pero lo más obsceno no es que lo digan. Es que tengan altavoces, titulares, entrevistas, admiradores. Que su discurso se repita como una letanía en medios cómplices, mientras en países como México 8 de cada 10 personas ganan menos de 17.000 pesos al mes, como recuerda Milenio.

Esto no va de productividad. Va de control. Va de instaurar una nueva normalidad donde trabajar 60 horas sea “lo mínimo”.

Y mientras, gobiernos dóciles y sindicatos debilitados miran hacia otro lado. La reducción de la jornada laboral es un debate en México, en Europa, en todo el mundo. Pero los titanes tecnológicos se están organizando para boicotearlo. Quieren convertir el siglo XXI en un regreso a Dickens con servidores en la nube. Quieren que la explotación sea digital, automatizada, invisible. Pero igual de brutal.

No les basta con tus datos. Ahora también quieren tus horas, tus días, tus sueños. Y si no te adaptas, te tacharán de vago, de fracasado, de disidente improductivo.

Hay que decirlo claro: el futuro que están construyendo Brin, Musk y Slim no es un futuro. Es una pesadilla con wifi.

Related posts

Deja una respuesta

Required fields are marked *