La popular de la Tomatina volvió a las calles de Buñol este miércoles con un cargamento de 130 toneladas de tomate maduro.
130.000 kilos de tomates maduros teñían de rojo las calles más céntricas del pueblo valenciano de Buñol en su Tomatina tras el parón del Covid-19.
«A las 12:00 horas en punto ha sonado la carcasa pirotécnica que ha dado inicio al lento desfile de seis camiones cargados con miles de tomates de la variedad pera tienen más jugo-, no aptos para el consumo, pero ideales para usarlos como munición en una batalla campal que se esperaba con impaciencia», resume la Cadena Ser.

«Puede que sea la Tomatina más buñolera y con menos extranjeros», ha explicado la alcaldesa de Buñol, Juncal Carrascosa, quien ha señalado que este año han contado con unos 8.000 extranjeros.
Pero no todo el mundo ha tenido un punto de vista tan positivo como el que ha tenido la alcaldesa de la localidad.
El periodista David Bollero de Público ha sido uno de los más críticos por considerarlo un » desperdicio de 130.000 kilos de tomates se suma este año el malgasto de una cantidad ingente de metros cúbicos de agua para limpiar el estropicio. Una auténtica vergüenza internacional disfrazada de fiesta turística».
«Los dos millones de euros de ingresos que afirman los responsables políticos que aportará la Tomatina a la provincia parecen ser la única gran justificación para un espectáculo que, si se analiza fríamente, es tan ridículo como vergonzoso», añade.
«Criticar una fiesta que reporta tanto dinero siempre es polémico, pero este cuestionamiento debería ser la norma para cualquiera con un mínimo de empatía con quienes peor lo están pasando en el actual contexto económico. No hacerlo nos sitúa en el mal camino, enfilando un horizonte oscuro que no ilumina en absoluto ampararnos en costumbres de imposible justificación. Ni todas las costumbres son buenas ni todo vale para hacer caja. Es así de simple», concluye.
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