Shutterstock / Robert Kneschke
Cuando pensamos en la creatividad aplicada a la educación, lo primero que nos viene a la mente son distintas manifestaciones de expresión artística; pero olvidamos que la creatividad y otro concepto relacionado como innovación se refieren a mucho más, a una forma de “ser” y “estar” en el mundo.
Entre las múltiples definiciones de creatividad, nos quedamos con dos por adecuarse al título y contenido de este artículo. El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) la define como la facultad de crear o la capacidad de creación. Otra definición más específica es “el proceso de tener ideas originales que tienen valor”.
En cuanto a la innovación, la RAE explica que es la creación o modificación de un producto y su introducción en un mercado. Para Ken Robinson, escritor y conferenciante británico, especialista en creatividad y educación, innovar consiste en el acto de aplicar nuevas ideas para potenciar el valor de una empresa, de una organización o de la sociedad de forma general.
Cercanos, pero no iguales
En el contexto educativo, la innovación incluye aquellas iniciativas y propuestas que pretenden mejorar el sistema educativo y hacerlo más eficiente. Se trata de un proceso en constante evolución basado en la investigación, el desarrollo y la implementación de nuevas ideas y enfoques para mejorar la calidad de la educación.
Aunque ambos conceptos están vinculados, no significan lo mismo. Para innovar es necesaria la imaginación, que es uno de los fundamentos de la creatividad, además de más elementos como la observación y el pensamiento crítico. Otro factor de gran valor educativo es la inclusión, que siempre está presente en un aula creativa.
La creatividad como modelo sostenible
Si mencionamos la sostenibilidad en las aulas, nos referimos a la capacidad de permanecer en el tiempo sin agotarse ni causar daños. Aunque el término se asocia con la ecología y el medio ambiente, también puede ser utilizado en otros contextos del ámbito social, como es el caso de las aulas en la educación formal.
Un modelo de educación en el aula es “sostenible” cuando usa parámetros de inclusión y desarrollo del talento único de cada alumno. La educación se personaliza y se vuelve orgánica.
El sistema educativo actual sigue un modelo industrial, estandarizado y conformista; se educa a los niños con las premisas de la comida rápida sin importar las características de cada uno, cuando en realidad los talentos y las capacidades son tan diversos como los alumnos. Aunque esto está cambiando en todo el mundo, pues no es lo mismo la visión de educación en el siglo XX que en el siglo XXI.
Una alternativa sería un modelo agrícola, orgánico: como el granjero, la labor de la educación debe centrarse en crear las condiciones más adecuadas para que el niño crezca y desarrolle sus talentos, como explica Robinson.
Otras formas de aprovechar este concepto es gestionando las aulas de manera cooperativa y colaborativa. Cuando se incluyen elementos como el aprendizaje cooperativo, colaborativo o por proyectos, estamos validando este modelo sostenible de educación donde el alumno no es solo un receptor de contenido, sino un verdadero interlocutor, protagonista de su propio aprendizaje y conocimiento.
Prevención de conductas disruptivas
Estas metodologías y otras utilizadas en las aulas, impulsadas por profesores creativos e innovadores que estimulen la motivación y la autoestima del alumnado, son las que fomentarán un aprendizaje duradero y significativo.
Gracias a ellas se tendrá una apreciación diferente de aquellos momentos en que el alumno es un simple receptor silencioso de conocimiento en una clase. Esta metodología tradicional, aunque a veces necesaria, puede “desconectar” el interés de ese alumnado que incumple las normas de convivencia en el aula. Una manera de volver a atraerlo es mediante dinámicas y métodos que lo hagan movilizarse y responsabilizarse de su aprendizaje.
Allí entra la imaginación, la perspicacia y el conocimiento de estos procesos creativos e innovadores del profesorado y de todo el centro educativo.
Implicación de todo el entorno
Un proyecto creativo, innovador y sostenible, con resultados eficaces a lo largo del tiempo no se circunscribe a una clase sino a todo el entorno educativo, ya que se trata de un modelo constructivista integral.
Todo el proyecto educativo del centro debe involucrarse en su implantación y desarrollo, desde la dirección del centro, los propios docentes, los alumnos más motivados e interesados en el aprendizaje, para luego abordar a aquellos con problemas de conducta en la escuela que podrán sentirse copartícipes de toda la experiencia educativa. También será fundamental el papel de las familias.
La creatividad es una forma de “ser” y “estar” en el mundo, con el talento único y personal que aportan las individualidades al grupo y a la escuela, con la inclusión de todo el alumnado (también aquel tildado de “problemático”) y con la posibilidad de ampliar los procesos creativos e innovadores a las familias.
Claudia Beatriz Alvarenga Capurro no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
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