Pobre sacerdote británico, expulsado de su iglesia solo por hacer el saludo nazi de Elon Musk. Seguro que era un malentendido. Tal vez era un saludo romano. O simplemente abría su corazón. El manual de la ultraderecha es claro: lanzar señales sutiles, negar la intención cuando les pillan y reírse mientras la normalización avanza. No es un chiste, es estrategia.
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