Por Iván Igea Durán – Muévete a tu bola Podcast
Otros artículos del autor: https://spanishrevolution.net/opinion-cual-sera-tu-verso-en-el-poderoso-drama-de-la-memoria-historica/
“La amenaza de una guerra puede no ser inminente pero no es imposible”. Estas palabras son de Ursula Von der Leyen en un discurso en Estrasburgo, donde también apelaba a “pensar a lo grande y empezar a hablar de usar los beneficios inesperados por los activos rusos congelados en la UE para comprar juntos armas para Ucrania. El líder del Partido Popular europeo, Manfred Weber, apoyó a Von der Leyen y celebro que los gobiernos Socialistas europeos estén aceptando esta nueva realidad belicista bajo el eslogan “si quieres la paz, prepárate para la guerra”.
Basta ya de insultar nuestras inteligencias. La única manera de alcanzar la paz es prepararnos para la paz. Educarnos para la paz. Los medios de comunicación afines al sistema, es decir, todos los medios de comunicación de masas, ya se han encargado de hacer calar en la población que esta visión pacifista del mundo es una utopía propia de buenistas moñas, perroflautas o abraza árboles, que no entienden que la vida es dura, que hay que ser realista y que, aunque nos duela, hay que asumir que debemos aceptar el coste de las vidas de inocentes en diversas partes del mundo con tal de alcanzar el objetivo común de la paz global. Pues no, este mensaje es falso y los datos lo revelan.
“Basta ya de insultar nuestras inteligencias: la única manera de alcanzar la paz es prepararnos para la paz, educarnos para la paz.”
Hay un consenso mundial en que la guerra no es la solución a los conflictos. Como ejemplo tenemos la resolución de la Asamblea General de la ONU pidiendo un “alto el fuego humanitario inmediato” en Gaza y la “liberación incondicional de los rehenes”. El resultado de la votación de los países miembros fue, 153 votos a favor, 23 abstenciones y tan solo 10 votos en contra. Estas resoluciones nunca tienen efecto ya que EEUU las ha vetado hasta tres veces.
Luego podemos concluir que la vía de la paz es totalmente factible ya que la respalda una mayoría absoluta y más que cualificada de países, y que solamente los intereses de un reducido grupo de países el que bloquea esta vía, en este caso encabezados por EEUU que, recordemos, es el único país que ha utilizado armas atómicas contra población civil en la historia y el mayor exportador de armas del mundo con una cuota de mercado del 40%.
Es curioso como este relato belicista de nuestros líderes gubernamentales, amplificado por los Mass Media, es aceptado por una gran parte de la población que acepta impasible ver en los telediarios como el gasto militar de la Unión Europea se incrementará hasta los 350.000 millones de euros en 2024 y te argumentan mientras comes el primer plato que “es razonable invertir en defensa para defender nuestras libertades frente a los países dictatoriales del eje del mal” y sin embargo en el segundo plato se escandalizan con la noticia de que se va a subir el salario mínimo o se va vincular la subida de las pensiones al IPC porque “la gente se piensa que el dinero cae del cielo y que el gobierno no es nadie para freírme a impuestos para que los vagos y los inmigrantes vivan de paguitas”.
Este discurso forma parte de la misma estrategia belicista impuesta por el sistema.
Primero porque necesita tener enfrentados a los penúltimos con los últimos, de ese modo nos tiene entretenidos discutiendo de si la culpa de no llegar a fin de mes es por la inflación provocada por el aumento desproporcionado de beneficios de las grandes empresas o si dicha inflación es culpa del aumento de los salarios, y esa cortina de humo nos tiene distraídos del principal despilfarro de dinero público que es el coste de la corrupción y el gasto desmesurado en armas.
“Los Nadies” serán los que empuñen las armas y los que morirán bajo la lluvia de bombas en las guerras de Von der Leyen, de Putin, de Biden o de Macron
Y segundo y más importante, porque al sistema le interesa cronificar la pobreza, ya que necesita un estrato de la población suficientemente desesperado como para empuñar un arma e ir a morir en nombre de la patria o de dios con tal de llevar un plato de comida a su casa. El sistema necesita a “Los Nadies”, que como escribía Galeano “cuestan menos que la bala que los mata”.
“Los Nadies” serán los que empuñen las armas y los que morirán bajo la lluvia de bombas en las guerras de Von der Leyen, de Putin, de Biden o de Macron ¿Sabéis quien no morirá empuñando un arma ni bajo la lluvia de bombas mientras recogen harina de ayuda humanitaria? Correcto, los hijos de Von der Leyen, de Putin, de Biden ni de Macron.
El día que las guerras se resuelvan con un duelo a muerte entre los dirigentes de los países en conflicto, se asumiría inmediatamente que la diplomacia es la mejor de las vías para solucionar cualquier tipo de confrontación. Mientras seamos nosotros o nuestros hijos los que tengamos que asumir los daños colaterales de las guerras preventivas o de las invasiones estratégicas por los recursos naturales, nuestros dirigentes seguirán siendo los principales representantes de las empresas de armamento.
Cuando digo nosotros o nuestros hijos, no me refiero a los españoles ni a los europeos. Me refiero a los ciudadanos de a pie de cualquier parte del mundo, de cualquier cultura, raza o religión. Porque algo que iguala a las élites de cualquier parte del mundo es el desprecio absoluto por las vidas de sus compatriotas más humildes. Esa vulnerabilidad ante la ambición de los poderosos nos une y nos hermana como especie. Por eso el sistema dedica tantos recursos a deshumanizar y radicalizarnos contra los diferentes.
En el capítulo de Blck Mirror titulado “Men Against Fire”, un soldado persigue a unas criaturas con forma de zombi que son llamadas Roaches (cucarachas). El soldado protagonista comienza a tener interferencias hasta que descubre que todos los soldados tienen un chip implantado que hace percibir a sus enemigos como seres crueles y despreciables cuando en realidad son, ni más ni menos, humanos como él. Esta distopía es muy real y ha existido desde siempre y sin necesidad de microchips. Basta con instaurar la cultura del terror y vendernos diariamente en los medios que vivimos bajo la amenaza du un enemigo común para que nuestro cerebro entre en estado de alerta y estemos dispuestos a respaldar detenciones arbitrarias, torturas injustas a inocentes como las de Guantánamo o guerras preventivas como la de Irak, de la que nuestro gobierno fue copartícipe.
Ante esta pandemia mundial de la deshumanización y la cultura de la guerra, existe una vacuna que nos podría inmunizar y salvar si se aplicara de forma generalizada a toda la población mundial, desde pequeños hasta mayores, en un periodo de tiempo tan breve como se consiguió hacer con la vacuna del COVID. Esa vacuna de la que hablo ya está inventada y se llama Declaración Universal de los Derechos Humanos. La diferencia es que la vacuna del COVID fue muy eficaz para salvar vidas y a la vez hizo multimillonarias a las empresas farmacéuticas, pero los Derechos Humanos son infalibles para salvar vidas, pero su implantación arruinaría a las empresas armamentísticas. Eso no lo van a permitir los principales lobbies y comisionistas de las empresas de armamento, que mira tu por donde se encuentran entre las familias de los dirigentes y familias mas poderosas de los países. Recomiendo aquí el artículo de Diario Público titulado “El Rey Juan Carlos I fraguó su fortuna con la venta de armas a países árabes junto a Colón de Carvajal y Khashoggi”.
“A vuestra generación lo que le hace falta es una buena mili”. Soy de 1979 y somos de los que se libraron de la mili por los pelos. Eso nos ha hecho ser objeto de las críticas de nuestros mayores por ser demasiado inmaduros y no comprender que la vida es dura y que hay que aprender a obedecer sin cuestionar y sin quejas las órdenes de los superiores, ya que así lo aprendieron ellos durante un año de instrucción militar en plena adolescencia, que les enseñó a morir y matar por la defensa de la patria.
Ya que he citado anteriormente la serie Black Mirror, vamos a plantear esta distopía positiva. Imaginemos que en lugar de un año de reclutamiento en el que el Estado dispone de los ciudadanos (asumiendo su manutención e incluso dándoles una paguita), alejándoles de sus familias y frenando en seco su desarrollo académico y laboral para instruirles en el manejo de armas y vehículos de guerra, contándoles las batallas y gestas históricas de su nación, el gran Imperio que conformaron nuestros antepasados, las Reconquistas y las muertes heroicas de los “novios de la muerte”, se hiciera lo mismo para formar a nuestros jóvenes adolescentes, mujeres y hombres, en Diplomacia y Derechos Humanos. Imaginad.
El sistema de gobierno mas justo que se conoce hasta el momento es el de la Sociedad de Naciones, y el texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que han ratificado 193 países de culturas, razas y religiones tan diferentes
El primer reproche sería probablemente de los que preconizan la “Política para Adultos”, como Mariano Rajoy y Felipe González, que señalarían que hay que ser serios y realistas y que el coste de un año de manutención de toda una generación de jóvenes sería totalmente inasumible por el Estado, que hay cosas mas importantes a las que tenemos que dedicar el dinero. Sin embargo, este gasto se asumía de forma totalmente generalizada cuando se trataba de formar para la guerra a la juventud. Además, con escaso éxito para los jóvenes españoles ya que nuestra última batalla ganada por nuestro ejército a un enemigo exterior fue en el S. XVII, desde entonces todos los héroes militares de España lo han sido por reprimir ideológicamente a sus propios compatriotas. Es decir, yo pago impuestos para sostener un ejército que eventualmente me reprimiría por pensar diferente. Eso no le parece al conjunto de la ciudadanía un derroche, pero que haya pediatra en mi centro de salud, sí. Es terrible ver como los medios consiguen que el ciudadano humilde sea capaz de votar sistemáticamente en contra de sus intereses. Otro éxito de las Fake News y la cultura del terror.
Otro reproche vendría de los que acusan al Estado de adoctrinar a los jóvenes cuando se propone formar en Derechos Humanos. Esas mismas personas no ven incoherencia en que el Estado subvencione la educación religiosa, porque forma parte de nuestras tradiciones y “toda la vida ha sido así”. Si hablamos de tradición y nos tenemos que remontar en el pasado, Aristóteles gana sin duda a la educación católica y a la mayoría de las religiones posteriores. En Ética a Nicómaco, en el Libro V que habla de La Justicia, dice:
“Igualmente decimos en un proverbio: en la justicia se encuentra resumida toda virtud. Es una virtud perfecta precisamente porque es un ejercicio de la virtud perfecta. Es perfecta, porque quien la posee puede conducirse virtuosamente con los otros y no solo consigo mismo (…) Por eso considera que está bien aquel dicho de Biante – el gobierno revela al hombre – pues el gobernante lo es para con otro y ya en comunidad. Por esta razón parece también que la justicia es la única de las virtudes que es un bien ajeno, porque es para otro: realiza lo que conviene o a uno de la comunidad”.
De ese modo, el sistema de gobierno mas justo que se conoce hasta el momento es el de la Sociedad de Naciones, y el texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que han ratificado 193 países de culturas, razas y religiones tan diferentes. Algo que soñó Aristóteles al determinar que la filosofía debía preocuparse de encontrar los principios universales, es decir, tratar de definir de forma objetiva el significado de conceptos intangibles que se manifestaban posteriormente en la vida práctica (amor, verdad, justicia…) y unificarlos para encontrar una idea común de estos a todos los seres humanos.
Cuando hemos sido capaces como seres humanos de firmar mayoritariamente unos principios universales bajo los que regirnos, pero aceptamos que nuestros gobernantes nos lleven a guerras en nombre de religiones, intereses económicos o tratando de deshumanizar a nuestros semejantes, estamos permitiendo y siendo cómplices de la violación del Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
El progresismo internacional debe abanderar los Derechos Humanos como referente ético frente a la moral religiosa de las mentalidades conservadoras de las diferentes religiones, ya que han demostrado ser capaces de unir a un espectro ideológico, frente a los conflictos sociales e incluso militares que provocan (en casos extremos) las diferentes interpretaciones de los libros sagrados entre los seguidores más fanáticos de diferentes religiones. Por eso no es casualidad ver como ciertos lideres religiosos llaman a la guerra santa, o como Trump posaba Biblia en mano en medio de una tormenta de disturbios raciales.
Kant consiguió determinar mediante la razón y sin haber salido nunca en su vida de su pueblo, una ética universal basada en el Imperativo Categórico, que alumbró los Derechos Humanos. Uno de los beneficios de la globalización y las nuevas tecnologías es que ya no hace falta viajar para curar el racismo (aunque seguiré diciendo que el dinero mejor gastado es en viajar); ahora tenemos a nuestra disposición un universo de posibilidades para conectar con personas de todos los rincones del planeta y constatar que efectivamente, y mayoritariamente, todos los seres humanos compartimos el anhelo común del amor, que independientemente de nuestra raza, cultura o religión todos sufrimos ante la mirada aterrorizada de una niña o niño que sufre los efectos injustos de una guerra, ya sea en Ucrania o en Palestina. Que a todos nos retuerce el alma ver a madres y padres implorando el fin de la guerra tras meses intentando garantizar a sus familias techo, seguridad y comida sin éxito.
Nuestras armas son la palabra y el amor. La fe en que podemos callar con nuestro discurso el sonido de las bombas. La creación de una conciencia universal que no solamente desee, sino que exija la paz
Esa emoción nos atraviesa a todos sin excepción y solo hace falta que los miles de millones de habitantes del planeta tomemos conciencia de que existe la vacuna, que son los Derechos Humanos, que nos hacen libres e iguales en derechos y en dignidad, frente a la codicia de una élite codiciosa y egoísta, que son los que se permiten disponer de nuestras vidas y las de nuestros hijos para perpetuar su poder y sus intereses.
Nuestras armas son la palabra y el amor. La fe en que podemos callar con nuestro discurso el sonido de las bombas. La creación de una conciencia universal que no solamente desee, sino que exija la paz. No es suficiente calmar nuestras conciencias con anuncios de envío de ayuda humanitaria mientras con la otra mano nuestros gobernantes firman acuerdos millonarios de ventas de armas con gobiernos que practican genocidio de forma sistemática. Esa hipocresía queda bien reflejada en la película Apocalypse Now cuando el protagonista cruza un río de Vietnam en barca y ve pasar una lancha de atención sanitaria enviada por su gobierno. La voz en off dice: “Les ametrallamos y luego les ponemos una tirita”.
Esa es la manera que tiene occidente de acallar su conciencia, y la forma de evitar que la sociedad se rebele ante un gobierno mundial que parece dirigido por niños sin la mas mínima formación en empatía y queman hormigas con una lupa.
Recurriendo nuevamente al cine, la mejor escena que ilustra esta idea la he visto en la película Oppenheimer, cuando el protagonista es recibido por el presidente de EEUU tras el lanzamiento con “éxito” de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, y es interpelado con entusiasmo sobre la creación de una nueva bomba aun mas destructiva que la anterior. EL protagonista, que pensaba que el solo hecho de inventar un arma que pudiera destruir en un abrir y cerrar de ojos a toda la humanidad haría que los países tomaran conciencia de que habría que fundar una sociedad de naciones y que jamás se utilizaría, estaba aún en shock por la muerte de decenas de miles de inocentes y le dice entre sollozos al presidente que no se los puede quitar de la cabeza y que siente que tiene las manos manchadas de sangre. El presidente Truman se saca un pañuelo del bolsillo y se lo ofrece de forma burlona, antes de expulsarle del Despacho Oval y ordenar a su equipo que nunca mas quiere volver a ver a ese “llorón”.
Solamente con ciudadanos formados en Derechos Humanos y un ejercito de diplomáticos de élite, incorruptibles y que no cedan ante las presiones de los intereses de las grandes empresas colonialistas que invaden países para obtener a buen precio las materias primas o de las empresas de armamento que necesitan un mundo permanentemente crispado para que sus beneficios sigan siendo cuantiosos, pueden cambiar el paradigma de que “si quieres la paz hay que prepararse para la guerra” y sustituirlo por el poder de la palabra, del amor y de la empatía.
Como dijo Olga Rodríguez en nuestro podcast, Muévete a tu Bola: “Tenemos nuestra palabra y nuestra capacidad de acción. Es el momento de utilizarlas con valentía. No hay que amilanarse en la defensa de los Derechos Humanos”.
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