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Uno de los objetivos recogidos en la Agenda 2030 de la Unión Europea es el de lograr la igualdad entre los hombres y las mujeres. Desde que fue aprobada en el año 2015, los Estados miembro se han esforzado por impulsar su cumplimiento.
Hemos investigado la vinculación entre el lenguaje inclusivo y el objetivo sobre la igualdad de género en un trabajo que se ha publicado como parte del libro Agenda 2030-UAM: teoría y práctica.
¿Afecta el lenguaje a nuestra manera de pensar?
Diversos estudios confirman que el lenguaje y nuestras creencias guardan una estrecha relación. Así, se dice que el lenguaje puede contribuir a modificar los estereotipos que tenemos. El lenguaje es, por tanto, un medio que refleja y construye las desigualdades sociales.
Hay datos científicos que demuestran que la forma en la que una persona utiliza los géneros gramaticales puede marcar una diferencia clara en las actitudes que esta tiene sobre la inclusión social. De ahí el interés que cobra hoy en día el lenguaje inclusivo.
Un debate actual
Según la Real Académica de la Lengua Española, el término “lenguaje inclusivo” consiste en evitar el uso del genérico masculino. Por ejemplo, en lugar de decir “los profesores” se emplearía “el profesorado”. En el caso de que la palabra no tenga un sustantivo no sexuado equivalente, se suele recurrir al desdoblamiento genérico o doblete (“los profesores y las profesoras”), o a usar la vocal “e” (“les profesores”), entre otros recursos.
El empleo del lenguaje inclusivo, por tanto, no consiste solo en duplicar palabras en femenino, sino en ser sensibles al hecho de que el lenguaje puede invisibilizar colectivos. Sin embargo, con frecuencia el lenguaje se suele acomodar mediante el desdoblamiento genérico.
Sus defensores consideran que este tipo de fórmulas tienen un efecto en el comportamiento de las personas. En concreto, creen que el lenguaje inclusivo puede ayudar a debilitar los estereotipos de género.
Aunque este tipo lenguaje es sensible a cualquier grupo minoritario, suele restringirse a una cuestión de género. Sin embargo, como ya se ha sugerido, va más allá que la dicotomía hombre–mujer.
En España hemos vivido en los últimos años un debate social acalorado sobre su uso. Tanto es así, que se ha convertido en una herramienta política en lugar de una práctica en pro de la igualdad social. Las tensiones no son solo visibles en los medios de comunicación, sino que salpican ya el ámbito educativo.
¿Qué opinión tienen los estudiantes de Educación sobre el lenguaje no sexista?
Encuesta entre futuros docentes
Un estudio reciente ha sondeado la opinión de 348 futuros docentes. Los participantes han sido estudiantes de los grados de Educación de la UAM.
El estudio concluye que existe gran aceptación entre los maestros en formación. Sin embargo, cuando a los encuestados se les preguntó si lo empleaban para causar una mejor impresión a sus profesores y conseguir así mejores resultados académicos, el 45,7 % respondió afirmativamente.
Este estudio se ha hecho con estudiantes mujeres en su mayoría. Aunque suele haber mayoría de mujeres entre los estudiantes de los grados de Educación, es un factor para tener en cuenta, ya que existen diferencias de género entre los participantes. Las encuestadas parecen más propensas a usarlo cuando sean docentes.
Retos en el entorno académico
Casi la mitad de los encuestados afirmó usarlo para conseguir mejores notas o dar una mejor impresión a sus profesores. En su argumentario, algunos alumnos reconocieron emplearlo por exigencia u obligación de sus profesores, pudiendo ser penalizados si no lo hacían. A pesar de este hecho, la tendencia general entre el alumnado sigue siendo la convicción propia y su deseo de no ofender a ningún colectivo al expresarse.
No se puede asumir, por tanto, que el uso del lenguaje inclusivo esté ya normalizado en las aulas de universidad. Tampoco está del todo claro que los que lo usan tengan por finalidad acabar con las desigualdades género.
Los maestros, clave del futuro
Para evitar llegar a conclusiones erróneas, se debe debatir (más) sobre el lenguaje inclusivo en las clases. No se trata de cambiar la lengua, sino de hacerla más sensible al contexto plural que vivimos. Así, se podrán sentar las bases para una educación inclusiva y de calidad.
Los maestros en formación son medidores y agentes del cambio social. Por ello, se debe estudiar en detalle su postura para mejorar los programas educativos en el marco de la educación superior reglada.
Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.
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