Ayer Elon Musk dio un paso más hacia la radicalización. En la toma de posesión de Donald Trump, Musk hizo un gesto que muchos señalaron como saludo na*i. Él lo niega y lo disfraza de “ironía” o “malentendido”, pero la extrema derecha lo celebra.
No es un caso aislado: Musk lleva años financiando a partidos ultraderechistas como AfD, imponiendo un algoritmo que amplifica el odio en X, y negando la existencia de su propia hija trans. Todo esto mientras refuerza alianzas con Trump y consolida su poder como el “tecnócrata supremo”. Los fascismos de hoy no llegan con botas y marchas militares. Llegan con algoritmos, con CEOs que controlan redes y con discursos que normalizan lo intolerable.
Y mientras Elon juega con la ironía, el terreno está preparado para que lo impensable se convierta en ley.
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Manuel David Brito Perez, tenemos que preocuparnos, pero sobre todo ocuparnos de no permitir a estia fascistas, por mucho dinero y poder que tengan, a campar a dus anchas, tengamos presente que torres tan altas como el, y aun mucho más altas han caido, y él no va a ser una excepción, está en nanis de todas kas personas de bien que somos muchas más que ellos y que las que les apoyan.