La enseñanza bilingüe en los colegios públicos y concertados ha venido a mejorar el aprendizaje de idiomas y a acabar con los tradicionales bajos niveles de competencia lingüística del alumnado en España.
Bajo los auspicios de la Comisión Europea, en la década de los 90 se diseñó un enfoque metodológico conocido como Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lengua (CLIL/AICLE), que consiste en impartir contenidos curriculares en una lengua no materna, sobre el que se sustenta la enseñanza bilingüe y sobre el que se han realizado numerosos estudios tanto a nivel nacional como internacional.
Aunque la enseñanza bilingüe no está exenta de críticas, la mayoría carecen de fundamento.
Con carácter general se puede afirmar que esta produce grandes beneficios a los alumnos que la cursan.
A pesar de ello, las administraciones educativas son reacias a evaluar sus programas bilingües y tan solo la Comunidad de Madrid realiza pruebas externas finales de etapa que sirven para comprobar el nivel lingüístico que alcanzan sus alumnos.
En esta comunidad es donde se genera más información sobre la enseñanza bilingüe, como muestran los informes de evaluación de la propia Consejería de Educación o de entidades externas.
En el ámbito de la enseñanza concertada, cada vez son más los centros que facilitan a sus alumnos la realización de pruebas de nivel externas, conscientes de que unos buenos resultados certifican la calidad de sus enseñanzas y refuerzan la confianza de las familias.
La enseñanza bilingüe en España lleva funcionando más de tres lustros y, a falta de evaluaciones externas y rigurosas, el mejor indicador de su buena salud es el número de alumnos escolarizados en ese modelo –un tercio del alumnado total, cerca de un millón y medio de estudiantes– y el constante incremento de oferta de este tipo de enseñanza como respuesta a la satisfacción de las familias que, tras 16 años de existencia de los primeros programas de enseñanza bilingüe, la siguen demandando.
¿En qué comunidades autónomas funciona?
Ante la ausencia de liderazgo del Ministerio de Educación en este tema, cada comunidad autónoma ha desarrollado su propio programa de enseñanza bilingüe, dando lugar a 18 modelos diferentes.
Conviene partir de una sencilla premisa: la enseñanza bilingüe funciona bien si se imparte con los adecuados niveles de calidad. El estudio “Evaluación comparada de la calidad normativa de los programas de enseñanza bilingüe en España. Evidencias y recomendaciones” pone de manifiesto notables diferencias entre comunidades.
A pesar de que estos programas funcionan con grados de aceptación razonables, la información de las distintas regiones recabada por la Asociación Enseñanza Bilingüe indica que la calidad de estos puede estar condicionada por una serie de factores como el modelo, la formación del profesorado, los recursos, la implicación de las administraciones educativas, etc.
La cantidad de variables que intervienen en el desarrollo de los estos programas dificultan poder medir su calidad, aunque un claro indicador puede ser el crecimiento de centros bilingües y su porcentaje con respecto al total de centros en cada región.
Unas comunidades autónomas han extendido su programa de forma progresiva, controlada y alineada con los recursos económicos y humanos disponibles y otras han optado por incrementar el número de centros bilingües sin previamente asegurar la existencia de suficientes profesores formados para atenderlos.
En cuanto al nivel de inglés que puedan alcanzar los alumnos, este dependerá en gran medida del número de horas semanales impartidas en ese idioma y de la formación lingüística y metodológica de sus maestros y profesores.
Cuanto mayor sea el tiempo de exposición a la lengua meta y de interacción, más posibilidades tendrán de alcanzar elevados niveles de competencia lingüística.
Requisitos para un aprendizaje correcto
Para mejorar la calidad de sus programas de enseñanza bilingüe, las comunidades autónomas deberían asegurar al menos un 30 % del horario escolar en la lengua extranjera, contar con profesores con un elevado nivel lingüístico (C1) y formación metodológica, disponer de recursos humanos y económicos suficientes (auxiliares de conversación) y establecer algún sistema de evaluación externa.
Pero ¿cómo se está manteniendo la enseñanza bilingüe en estos tiempos en los que faltan profesores y en los que muchos alumnos están en semipresencialidad? La pandemia ha provocado una crisis sin precedentes en nuestra sociedad y, por supuesto, también en la educación, generando efectos negativos en términos de escolarización, de aprendizaje y de socialización.
El cierre de los centros educativos durante el curso pasado y la semipresencialidad han tenido implicaciones adversas en la enseñanza bilingüe. En lo que se refiere al profesorado, esta se ha visto afectada de la misma manera que el resto de las enseñanzas, puesto que la escasez de docentes no parece haber penalizado unas materias más que otras.
El inglés en semipresencialidad
Sin embargo, existen al menos dos factores que han podido producir algún perjuicio adicional: la interrupción de la presencialidad durante el curso pasado privó a los centros del adecuado aprovechamiento del valioso recurso que suponen los auxiliares de conversación y, lejos de resolverse, en el presente curso, por razones de limitación de movilidad internacional, el número de auxiliares se ha visto reducido.
Asimismo, es probable que el paso de modalidad presencial a semipresencial de manera imprevista, sin la formación del profesorado y los recursos necesarios, haya producido una disminución del uso de la lengua y de la interacción, dato que aún tiene que ser valorado, con la consiguiente merma de la adquisición y mejora lingüística.
En cualquier caso, el impacto de esta pandemia ha hecho aflorar debilidades y necesidades en el sistema educativo. Esta situación debería ser aprovechada como una oportunidad para revisar los programas de enseñanza bilingüe y orientar las políticas hacia la mejora de su calidad.
Con sus luces y sus sombras, la enseñanza bilingüe es posiblemente la mayor innovación educativa del presente siglo en el ámbito de la adquisición de lenguas.
Su objetivo es el de dotar a nuestros jóvenes de una de las más potentes herramientas que demanda la sociedad actual, permitiéndoles competir con sus homólogos extranjeros en igualdad de condiciones en el ámbito profesional, y por lo tanto debería mantenerse como prioridad en la agenda política de todas las administraciones educativas.
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