Los medios sociales pueden convertir a los usuarios en protagonistas de su entorno. También al lector.
Instagram, YouTube, Twitch o Twitter son algo más que canales de comunicación: en ocasiones, los usuarios crean rituales que buscan la identificación con los iguales, la participación en las creencias, intereses y deseos comunes.
La lectura no es ajena a los instantes de participación común virtual. Algunos adolescentes, jóvenes y adultos utilizan blogs, redes sociales o canales audiovisuales para compartir sus lecturas, para encontrar una voz propia a través de las lecturas que les gustan.
Mientras leemos en la pantalla, compartimos fragmentos en Twitter o abrimos un hilo con comentarios o capturas del texto. También, podemos ponernos ante la cámara para opinar sobre el libro y colgar el video en YouTube, en un story en Instagram o en un feed en Twitter. Anunciamos un directo para dialogar, compartir, crear o sentir ante (o para) cualquier habitante del mundo virtual.
En este contexto, el mundo virtual se transforma en un espacio de comunicación, un lugar donde tejemos conversaciones, construimos conocimiento o compartimos experiencias.
Un cambio de paradigma en la lectura
El cambio que Internet ha introducido en la lectura es enorme. Tanto que hablamos de un cambio de paradigma. Han cambiado las costumbres, las formas de leer y sobre todo la manera de relacionarse con la lectura.
Pero ¿cuáles son los principales cambios que ha introducido Internet en la lectura?
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Autores. Los nuevos lectores valoran los autores, los siguen y les son fieles. Les gusta la proximidad que les proporcionan las herramientas virtuales. Han pasado de la veneración hacia alguien intocable y lejano, a la admiración.
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Editoriales. Triunfan las que han sabido personalizar la relación con los seguidores y han creado una comunidad virtual de lectores y, por tanto, de compradores. Los responsables de comunicación de estas editoriales han visto el potencial que tienen estas herramientas y las usan para comunicarse con los lectores. Se escriben, hablan con ellos, reciben consejos sobre nuevas publicaciones, comentarios sobre las novedades o ideas innovadoras para promocionar un libro.
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Lectores. Los jóvenes lectores han empezado muy pronto en la red y son capaces de hacer milagros. Son lectores y también autores porque registran o escriben reseñas serias y bien construidas para recomendar los libros que les gustan. Y eso los transforma en prescriptores, en influencers a la búsqueda de nuevos seguidores para conseguir una mayor influencia en el mundo virtual de la lectura.
Innovación vs rutina
El experto Peter Burke analiza cómo la humanidad ha ido construyendo conocimiento a partir de un diálogo entre francotiradores e integrados, entre aficionados y profesionales, entre emprendedores intelectuales y rentistas intelectuales. Este diálogo, a su vez, produce una interacción entre innovación y rutina, entre el conocimiento oficial y oficioso.
Pero, atención, Burke advierte al lector de que tal vez sienta la tentación de ponerse de parte de los innovadores y en contra de los que mantienen la tradición. Es probable que, en la larga historia del conocimiento, ambos grupos hayan desempeñado papeles igualmente importantes.
En el caso de los bookinfluencers, queremos destacar tres hechos.
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La comunidad virtual que jóvenes y adolescentes han construido nació ajena a la escuela, a los padres o a la administración; es decir, en sus inicios fue un fenómeno ajeno a la cultura adulta y hegemónica. Pero no es un fenómeno nuevo, ya que imita las maneras de hacer de los seguidores de los programas de telerrealidad (o reality shows), siguen un modus operandi similar al que Henry Jenkins (2008) descubrió en los seguidores del programa Survivor.
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Este es el funcionamiento de las culturas con lenguas fuertes como el castellano o el inglés. Pero, ¿qué ocurre en culturas con lenguas como el catalán? En este caso las palabras de Burke son esclarecedoras. Encontramos pocos adolescentes y jóvenes que de manera voluntaria comparten sus lecturas virtualmente en catalán. Cuando les hemos preguntado el porqué, afirman que prefieren usar lenguas que llegan a un mayor número de lectores.
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Este fenómeno innovador ha sido adaptado por los que mantienen la tradición: escuelas o bibliotecas realizan actividades de éxito imitando el formato de los booktubers para promocionar la lectura. Desde estos ámbitos se hace un gran esfuerzo para animar a los jóvenes a activar su presencia en Internet en catalán, a crear un perfil, una marca que pueda servir de ejemplo y de modelo de buenas prácticas.
Por tanto, los integrados y profesionales adaptan las propuestas de los francotiradores y aficionados, produciendo una interacción entre el conocimiento oficial y oficioso.
Este artículo es producto de la investigación y también del diálogo con los actores de los estudios. Por eso, es importante destacar que el término ‘bookinfluencer’ lo tomo prestado de una de las muchas conversaciones con el ‘booktuber’ Sebastián G. Mouret.
Gemma Lluch no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
The Conversation. Rigor académico, oficio periodístico
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